Es noticia
Alonso entra en 'Leyenda Ferrari'
  1. Deportes
  2. Fórmula 1
Javier Rubio

Dentro del Paddock

Por

Alonso entra en 'Leyenda Ferrari'

"No conozco a nadie que se empecine tanto como yo con esta pasión sobrecogedora por los coches de carreras”, escribió Enzo Ferrari en su autobiografía, “

"No conozco a nadie que se empecine tanto como yo con esta pasión sobrecogedora por los coches de carreras”, escribió Enzo Ferrari en su autobiografía, “ de hecho, no me interesa nada en la vida que no sean los coches de carreras". Una pasión desmedida, entretejida con una personalidad temperamental y sensible, despótica, sin reglas en muchas ocasiones, pero sentimental, cordial y austera a la vez… Era inevitable que alguien así creara una leyenda. Aquella en la que ahora entra Fernando Alonso, y que tiene en sus manos agrandar.

Jackie Stewart, llegó a decir una vez que “Ferrari no es un equipo para los débiles de corazón”. Para “Il Drake” eran sus coches quienes ganaban carreras, y no quienes los conducían. Por eso le gustaba que le llamaran “Il Ingegnere”. No tenía el menor problema de manipular y tratar a sus pilotos como simples empleados. Campeones como John Surtees podían testificar cómo se las gastaba, incluso con el título ya en sus manos. Una carta, y puerta. Cuando Didier Pironi, líder del Mundial en 1982, sufrió el dramático accidente que casi le cuesta la vida, las primeras palabras de Ferrari fueron: “adieu Mondiale”.

Por quien doblan las campanas

placeholder

Por ningún otro equipo de Fórmula 1 suenan las campanas de iglesia tras cada victoria. El predecesor del párroco de Maranello, Alberto Bernandoni, comenzó una tradición que aún pervive. Victorias, muchas, 210 de 790 carreras. Casi, la cuarta parte en la historia de la Fórmula 1. En algunas se ha escenificado la intensa esencia de lo que Ferrari significa. Como la de Monza de 1979, cuando doscientos mil enloquecidos tifosi vivieron el doblete de Scheckter y Villeneuve, con el título para el primero.

O como el triunfo casi sobrenatural de Berger en 1988, también en Monza. Enzo Ferrari había muerto apenas un mes antes. Senna, en cabeza, se salió a poco del final. Ferrari logró el doblete. “Arriba, alguien ha querido que ganaran ellos”, declaró el brasileño tras la carrera.

“¡Sei grande!”

Muchos pilotos han encarnado la mística de Ferrari y su leyenda. Ninguno como Gilles Villeneuve . Capaz de victorias inverosímiles como la de 1981, en el Jarama, con un “hierro” inconducible y cuatro coches pegados por detrás. Cuando subía al podio, inesperadamente, se hizo el silencio entre los aficionados. Y, de repente, se oyó un grito enorme, en italiano: “!Gilles, sei grande! El año siguiente murió en Bélgica, atormentado por la traición de su compañero Didier Pironi. Dicen que “Il Vechio” lloró al enterarse de la muerte de Gilles. “Dio mucho al renombre de Ferrari. Yo le quería…”. Para que “Il Drake” se expresara así…

El francés Patrick Tambay, amigo de Villeneuve, le sustituyó tras su muerte. La noche antes del Gran Premio de San Marino, los tifosi bajaron al asfalto y pintaron la bandera canadiense y la inscripción “For Ever” en la posición de salida de Tambay. Patrese, italiano, se salió inesperadamente cuando iba en cabeza, entre el rugido de alegría de los tifosi. El numero 27 de Villeneuve había ganado otra vez, y Tambay tuvo que ser rescatado de la multitud enfebrecida. Esto es Ferrari…

El orgullo del combatiente

El carisma de la marca italiana brota del orgullo del combatiente, pero también de la dureza del superviviente. Los demás nacen, pasan o mueren. Ferrari permanece. Afrontó la pelea motorística en los setenta con sus famosos V12 (, su sonido era una “sinfonía”, declaró Von Karajan, fiel seguidor de Ferrari), la pugna de la era turbo, los coches de “efecto suelo”, y la revolución aerodinámica y electrónica de estas dos últimas décadas. Ha sido el único equipo capaz de construir, íntegramente, su propio monoplaza desde los años 50.

No es de extrañar que en los ochenta, un estudio de mercado concluyera que la tercera parte de los espectadores acudían a los circuitos solo para ver a los monoplazas rojos de Maranello.

Condenados a encontrarse

Los tifosi son pasión desaforada, contagiosa, inequívocamente latina… Aunque pueda no parecerlo, la peculiar personalidad de Alonso no es ajena a la necesidad de sentir el cariño de los aficionados. En la Scudería, el piloto español entrará en otra dimensión cuando experimente unos sentimientos que solo la pertenencia a una leyenda le pueden deparar. Y en España habrá que asumir que ya no es patrimonio exclusivo de la afición española, sino de los millones de tifosi en todo el mundo.

En Ferrari, en Italia, le van a adorar. De entre todos los pilotos de los últimos años, Alonso es quien mejor encarna el espíritu de Villeneuve, el talento de Schumacher y la furia de Mansell: pasión sin límites, entrega, determinación, “grinta”, “cuore”, y búsqueda incondicional de victoria... Así lo exige el espíritu Ferrari.

Cuando entre por primera vez en Maranello y sus instalaciones, en el despacho de Ferrari, intacto como en su época, cuando recorra la historia de la Scudería en su sala de trofeos, cuando vea el brillo en la mirada de técnicos y mecánicos, comprenderá íntimamente lo que significa Ferrari.

Y sobre todo, a partir de ahora, Alonso tendrá que grabarse a fuego las palabras de Enzo Ferrari: “para vivir, el ser humano debe tener siempre nuevas ambiciones. En Ferrari, la victoria más hermosa es la siguiente”. Forza, Fernando.

"No conozco a nadie que se empecine tanto como yo con esta pasión sobrecogedora por los coches de carreras”, escribió Enzo Ferrari en su autobiografía, “ de hecho, no me interesa nada en la vida que no sean los coches de carreras". Una pasión desmedida, entretejida con una personalidad temperamental y sensible, despótica, sin reglas en muchas ocasiones, pero sentimental, cordial y austera a la vez… Era inevitable que alguien así creara una leyenda. Aquella en la que ahora entra Fernando Alonso, y que tiene en sus manos agrandar.

Fernando Alonso Fórmula 1