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Luis Pérez Sala, un señor en la Fórmula 1
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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Luis Pérez Sala, un señor en la Fórmula 1

“Cumplí un sueño. Si en aquella época correr en Fórmula 3  ya lo era para un español, imagínate en la Fórmula 1, estás en una nube…”.

Foto: Luis Pérez Sala, un señor en la Fórmula 1
Luis Pérez Sala, un señor en la Fórmula 1

“Cumplí un sueño. Si en aquella época correr en Fórmula 3  ya lo era para un español, imagínate en la Fórmula 1, estás en una nube…”. Cuando Luis Pérez Sala llegó en 1988, los españoles “éramos algo exótico, no teníamos ningún lazo de unión con nadie, era un mundo totalmente desconocido y nosotros, cuatro gatos”. Pérez Sala fue, junto a Adrián Campos, uno de aquellos pioneros para los que  poder pilotar un fórmula 1 ya constituía una auténtica proeza deportiva.

 

En 1988, de repente, dos pilotos españoles aparecieron sentados en Minardi, acompañados por un inexperto aunque joven y osado manager - Manolo Gómez Blanco-  y apoyados por un patrocinador español, Lois. El equipo italiano era uno de los modestos, y Pérez Sala el más prometedor de una exigua generación. Subcampeón de la Fórmula 3000 -GP2, hoy-  era el primer piloto español en triunfar internacionalmente procedente de un país con una escuálida base deportiva y económica.

 

Conejillos de Indias

 

Piloto muy técnico,  Pérez Sala pronto descubrió las carencias de un equipo digno y técnicamente precario, hasta el punto de amenazar con su marcha de no producirse cambios en aquel apartado. “Trabajamos mucho, hicimos una pequeña revolución dentro, y dio sus frutos porque no nos equivocamos”. Pérez Sala fue instrumental para que Minardi promoviera a un ingeniero del segundo escalafón, Aldo Costa, en la actualidad el máximo responsable técnico de Ferrari. “Costa es el mismo de entonces, con una capacidad técnica y humana extraordinaria, una gran mente,  y por ello está desde hace tanto tiempo en Ferrari. Me sigo llevando muy bien con él”.

 

Sala fue pronto consciente de que solo el mantenerse en la Fórmula 1 sería ya un gran éxito, aunque pagó el precio de correr en el seno de un equipo italiano, junto a un piloto italiano. Y un fabricante de neumáticos también italiano, porque en 1989 Pirelli llegó a la Fórmula 1, equipando a algunas escuadras modestas: “Por aquel entonces, el fabricante evolucionaba las ruedas durante el fin de semana de carrera. Te tocaban los neumáticos que ellos querían, no podías elegir y tampoco te decían lo que te tocaba. Claro, no sabías cómo poner el coche a punto, de una sesión a otra te cambiaba. Y si no eras uno de los pilotos protegidos… Éramos conejillos de Indias”

 

Cuando unos neumáticos resultabaN competitivos en manos de Pérez Sala el viernes, el sábado estaban en manos de su compañero, Pier Luigi Martini. Incluso en una ocasión, Sala escuchó accidentalmente la conversación entre los técnicos de Pirelli cuando separaban las mejores gomas para Martini con quien, por otro lado, mantenía una magnífica relación. Pérez Sala, a pesar de las evidencias,  fiel a su estilo personal, nunca quiso decir una palabra más alta que otra.

 

En el último minuto de la prórroga

 

Con todo, el piloto español jugó un papel clave en el futuro de Minardi.  Antes del Gran Premio de Gran Bretaña de 1989, el equipo estaba a punto de caer en la sima de quienes preclasificaban a las 8 de la mañana. Prácticamente todos los equipos inmersos en ella desaparecieron antes o después. Martini y Pérez Sala marcaron el gol en el último minuto de la prórroga al terminar quinto y sexto respectivamente. Minardi se salvó por aquellos tres puntos. Pero la polémica con los neumáticos minó su confianza e imagen. En 1990 llegó otro italiano, Paolo Barilla, apoyado por la fortuna de la industria alimentaria paterna.

 

Alonso, como la copa de un pino. Alguersuari, campeón algún día

 

“Conducir un coche de fórmula 1 era apasionante”, recuerda.  “Cuando, después del invierno me subí de nuevo al coche en Jerez, acelerando por la recta me mareé. Hoy escuchas comentarios de los aficionados sobre si este o aquel son malos,  pero  cuando me subí a un fórmula 1, un Coloni,  que era de la parte más baja de la clasificación, me sorprendió que tenía una calidad espectacular. La gente no se da cuenta que hasta el peor de la parrilla es fantástico, hoy puede que estén incluso más igualados”.

 

Su época era muy diferente a la actual. “Entonces comenzaba la electrónica. Todavía teníamos el cambio manual en H,  pisábamos el embrague, todo era mecánico, pero empezaba la telemetría” ¿Era más complicado que hoy en día para el piloto? “El actual es un coche más automatizado, pero ser rápido es igual de difícil. Físicamente la Fórmula 1 sigue siendo dura, porque depende del tiempo que tardas en dar una vuelta. Si en mi época  hacías un 1minuto 30 en Jerez, cuando hoy haces 1:20 el cuerpo necesita ir siempre al máximo, todo llega más rápido,  y te da menos tiempo a todo”.

 

Algunas ventajas tendría la situación en los ochenta, porque “con la telemetría,  hoy los pilotos no tienen tiempo libre después de rodar. A nosotros no es que nos sobrara, pero recuerdo la convivencia que tenía con algunos pilotos. Cuando era posible, buscábamos un campo de golf para jugar después de los entrenamientos, por la tarde, o compartíamos tiempo entre las carreras fuera de Europa. Con Alain Prost coincidía, pero no con Senna, que tenía otras aficiones”.

 

De Alonso, Pérez Sala piensa que es “un piloto como una copa de un pino, se ha hecho a sí mismo pasando por todas las categorías sin que le regalasen nada. Este año, sin tener el mejor coche, no ganó el mundial, yo diría,  por el trompo de Schumacher”. Supervisor del plan “Joves Pilots” del RACC, conoce mejor que nadie a Alguersuari. “ Es más maduro de la edad que tiene. Cuando le vi en los karts ya sabía perfectamente lo que quería,  no estaba allí para divertirse, sino para ser campeón del mundo”. ¿Lo cree  así Pérez Sala?: “Sí, por supuesto, es un campeón en potencia, aunque veremos cómo sigue mostrando su talento a la hora de resolver las dificultades que vendrán”.

 

Unánimemente querido por la prensa internacional -en algunas biografías aparece como “pleasant  driver”-, Pérez Sala no pudo seguir en la Fórmula 1 a pesar de su talento. “Luis tiene un carácter que es una bendición para la vida cotidiana, pero para la Fórmula 1…”, llegó a decir Giancarlo Minardi del piloto español. “Puede ser que me faltara mala leche”, contesta Pérez Sala, “pero lo prefiero así, cada uno es como es, y hay cosas que no se pueden cambiar. Uno no puede actuar contra sus principios”.  Lo dicho, todo un señor en la Fórmula 1.

“Cumplí un sueño. Si en aquella época correr en Fórmula 3  ya lo era para un español, imagínate en la Fórmula 1, estás en una nube…”. Cuando Luis Pérez Sala llegó en 1988, los españoles “éramos algo exótico, no teníamos ningún lazo de unión con nadie, era un mundo totalmente desconocido y nosotros, cuatro gatos”. Pérez Sala fue, junto a Adrián Campos, uno de aquellos pioneros para los que  poder pilotar un fórmula 1 ya constituía una auténtica proeza deportiva.