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Lewis Hamilton y cómo la prensa británica ve la viga en el ojo ajeno
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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Lewis Hamilton y cómo la prensa británica ve la viga en el ojo ajeno

“Quizás porque soy negro, no sé…” A pesar del tono desenfadado y la adrenalina de Lewis Hamilton tras el Gran Premio de Mónaco, los comisarios exigieron

Foto: Lewis Hamilton y cómo la prensa británica ve la viga en el ojo ajeno
Lewis Hamilton y cómo la prensa británica ve la viga en el ojo ajeno

“Quizás porque soy negro, no sé…” A pesar del tono desenfadado y la adrenalina de Lewis Hamilton tras el Gran Premio de Mónaco, los comisarios exigieron inmediatas disculpas por sus incomprensibles declaraciones. Cabe preguntarse cuál hubiera sido la reacción de la prensa británica si cualquier otro piloto hubiera protagonizado exabruptos como los del domingo. Y no hablemos de Fernando Alonso. Lo que nos invita a reflexionar sobre la dinámica mediática que rodea e influye en la Fórmula 1, especialmente cuando los principales protagonistas son británicos.

Una flexible vara de medir

En numerosas ocasiones hemos reconocido el impresionante talento de Lewis Hamilton, al igual que el profesionalismo de la tradición periodística especializada británica. Pero con el caso de Hamilton en Mónaco, en general, se ha percibido por parte de aquella una paternalista comprensión, lo que da pie para reflexionar sobre esa flexible vara de medir que utiliza el influyente grupo mediático británico en la Fórmula 1. Más que nada, recordando episodios del pasado, pero también pensando en otros que podrían llegar en el futuro.

Dejando al margen a los gritones tabloides, los medios especializados británicos han evitado “hacer sangre” sobre la actitud de Hamilton. No ocurrió lo mismo cuando, por ejemplo, unos cuantos “hooligans” bromearon en pleno Carnaval con su origen racial en Montmeló hace un par de años. Lo noticia fue entonces recogida desde la BBC a todo tipo de medios, y hasta el secretario de Deportes británico, Gerry Sutcliffe, se dirigió a la FIA para que tomase medidas, y a España se le señaló como un país “racista”. En este sentido, nadie podrá negar cómo el mismo Hamilton jugó con fuego el pasado domingo, aunque fuera en tono informal.

Anécdotas como la de Montmeló y torpezas al margen, el episodio monegasco vuelve a llamar la atención sobre la capacidad de algunos medios y reputados periodistas para sentar cátedra con los principios que deben imperar en la Fórmula 1, olvidando su aplicación en su entorno más inmediato. La opinión es libre, pero conviene considerar otros casos que ayudan a comprender por dónde respira cada uno según los intereses -y las relaciones personales- en juego.

Consejos vendo que para mí no tengo

En Mónaco, la BBC invitó a tres personajes conocidos para grabar unas vueltas por la pista con cámaras subjetivas a bordo de su coche. Uno de ellos era Bernie Ecclestone. Otro, Flavio Briatore. Rápidamente, varios periodistas británicos objetaron la presencia del italiano en un medio público por razones éticas referidas, lógicamente, al episodio de Singapur 2008, e incluso alguno la extendió a un hipotético retorno a la Fórmula 1.

Curiosamente, otro de los protagonistas de aquel escándalo ha disfrutado de otra bula. Por ejemplo, Pat Symonds, “cómplice” de Briatore, quien sin embargo ya está “asesorando” al equipo Virgin a través de su sociedad, Neutrino Dinamycs, supervisando la dirección técnica del equipo británico. Nadie ha levantado la voz en contra. Y, precisamente hace dos días, Virgin anunciaba su ruptura con Nick Wirth, responsable del diseño de sus monoplazas, con lo que el papel de Symonds es más crucial ahora para la dirección técnica del equipo.

Tampoco hemos escuchado a la prensa británica cuestionamientos similares a los de Briatore cuando el equipo Williams anunciaba recientemente el fichaje de Mike Coughlan como su nuevo director técnico. Sí, efectivamente, aquel eminente ingeniero de McLaren, poseedor de un amplio dossier técnico de Ferrari que su esposa llevó a la papelería de la esquina para descubrir amargamente que había topado con un “tifoso” británico de la Scudería. Hoy, como justificara al anunciar su fichaje Adam Parr, el primer directivo del equipo, “mi opinión es muy simple. Te equivocas, pagas, y reconoces que te equivocaste. Todo el mundo tiene derecho a ello, de lo contrario, lo que era una sanción de dos años es un castigo para toda la vida, y esto no está bien”.

¿Y qué haríamos con Briatore?

Evidentemente, Parr acierta en reconocer el derecho a la reinserción profesional y social de cualquiera. Pero Briatore, por ejemplo, también merecería la misma consideración si deseara volver al seno de un equipo o a cualquier otro rol en la Fórmula 1. ¿Mostrará la prensa británica la misma comprensión evidenciada hacia Symonds y Coughlan si se diera el caso? Porque, además, el contingente periodístico británico comparte trabajo diario con un magnífico equipo de su nacionalidad, pero también multado con cien millones de dólares por su protagonismo en el “Spygate” de 2007. Sin embargo, todavía recientemente, algunos periodistas británicos siguen recordándonos la responsabilidad de Alonso en aquella sanción por trasladar a la FIA los famosos correos electrónicos…

De momento, parece que Lewis Hamilton podría recibir, en privado, un serio aviso de la FIA en Canadá, y sería muy divertido poder escuchar la reunión de pilotos antes de la carrera. Así que no viene mal recordar aquello de la viga en el ojo ajeno y la paja en el propio cuando algunos pretendan trasladarnos su visión de las reglas éticas –si las hay- de la Fórmula 1. Y, sobre todo, conviene tener cuidado con la “mercancía” que se les compra. Al final, como ya sabemos, los pepinos “enfermos” no venían de dónde se pensaba.

Próxima carrera: GP de Canadá el 12 de junio

“Quizás porque soy negro, no sé…” A pesar del tono desenfadado y la adrenalina de Lewis Hamilton tras el Gran Premio de Mónaco, los comisarios exigieron inmediatas disculpas por sus incomprensibles declaraciones. Cabe preguntarse cuál hubiera sido la reacción de la prensa británica si cualquier otro piloto hubiera protagonizado exabruptos como los del domingo. Y no hablemos de Fernando Alonso. Lo que nos invita a reflexionar sobre la dinámica mediática que rodea e influye en la Fórmula 1, especialmente cuando los principales protagonistas son británicos.

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