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Stefan Bellof, o cuando la muerte rompió el espejo de Schumacher y Vettel
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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Stefan Bellof, o cuando la muerte rompió el espejo de Schumacher y Vettel

En 2009, la revista Autosport realizó una encuesta entre 217 pilotos de Fórmula 1 para  seleccionar a los mejores de todos los tiempos. En trigésimo quinta posición

Foto: Stefan Bellof, o cuando la muerte rompió el espejo de Schumacher y Vettel
Stefan Bellof, o cuando la muerte rompió el espejo de Schumacher y Vettel

En 2009, la revista Autosport realizó una encuesta entre 217 pilotos de Fórmula 1 para  seleccionar a los mejores de todos los tiempos. En trigésimo quinta posición sobre cuarenta aparecía un joven alemán con solo veinte carreras en su haber: Stefan Bellof. ¿Por qué alguien con tan escasa experiencia quedó en la memoria de sus colegas como uno de los mejores pilotos de la historia?

Porque Bellof era uno de esos raros talentos que atrapan en cuanto se les ve en acción, aunque solo sea una vez. Desgraciadamente, el piloto alemán también encabeza por unanimidad otra clasificación: el mayor talento frustrado en la historia de la Fórmula 1.

Cumplió su promesa

1984. Gran Premio de Mónaco. Bajo un impresionante diluvio, Ayrton Senna había dado caza a Alain Prost, el líder de la carrera. El brasileño salía desde la decimotercera posición pero, desde la vigésimo cuarta y última-, un Tyrrell con motor atmosférico volaba tanto o más que Senna.Cuando aquella famosa prueba fue interrumpida por Jacky Ickx, su director, cuatro segundos separaban a los tres pilotos en la meta, pero el joven Senna se llevó la gloria.

En aquella época -mediados de los ochenta- la habilidad natural y el arrojo ofrecían recompensas más inmediatas. Stefan Bellof estaba sobradamente dotado con ambas cualidades. En la Fórmula Ford, la F3 o la F-2 , tan pronto como se subía a un monoplaza, imprimía un sello indiscutible. En el Festival Fórmula Ford de 1981, Bellof fue descalificado por los comisarios al tocarse con un rival. “Estad atentos, porque volveré el próximo año y ganaré mi primera carrera de Fórmula 2”. Su mentor, Walter Lechner, tuvo que traducir sus palabras, no hablaba inglés. En Silverstone, la primera cita de la temporada 82, Stefan Bellof cumplió su promesa. La prensa británica se preguntaba:  "¿Quien es Stefan Bellof?".

“Fírmale antes de alguien lo haga antes”

Era su destino. Por donde pasaba, aunque solo fuera en un simple test, la joven promesa recibía la admiración y ganaba mecenas dispuestos a apoyarle económicamente porque Bellof no tenía un duro. En un test de Fórmula 3 en Paul Ricard, en 1981, el millonario Willy Maurer decidió probar a varias jóvenes promesas con pilotos ya establecidos como jueces. Uno de ellos, el sueco Eje Elgh, tan pronto vio rodar a Bellof salió disparado hacia Maurer: “Fírmale inmediatamente, antes de que alguien más lo haga”. No solo le contrató para el equipo, sino que se convirtió en su mánager con un compromiso por ocho años.

Antes de llegar a la Fórmula 1, Porsche le contrató  para el Mundial de Resistencia a bordo de los monstruosos 956. En su primera participación con una montura de 800 Cv logró la pole, al igual que en la siguiente carrera en Nurburgring, donde marcó la vuelta más rápida (6 minutos, 11 segundos) que nunca se dio al famoso y terrorífico Nordschleife. Al día siguiente logró también la vuelta más rápida de carrera que un vehículo de competición ha dado al mítico circuito alemán

“Una táctica que destrozaba a sus rivales”

El contrato con Porsche era prioritario frente a la Fórmula 1, y solo Ken Tyrrell, sin dinero, aceptaría después en la Fórmula 1 la condición de competir en el Mundial de Resistencia que dicho contrato implicaba. En 1984 debutó con Tyrrell, cuyos monoplazas atmosféricos contaban con 150 Cv  menos de potencia que los turbo. En la tercera y cuarta carrera Bellof ya logró puntuar, en una época en la que solo los seis primeros tenían derecho a ello.

“Tenía la habilidad de subirse a un coche y en su primera vuelta lanzada mejorar el crono de su compañero, cualquiera que fuera” recordaba Niki Lauda, “ una táctica psicológicamente demoledora, la misma que Schumacher con sus rivales, les destrozaba, porque les hacía dudar de sí mismos”.

Ferrari en el horizonte

En 1985 ya había unanimidad con su proyección. En el Gran Premio de Portugal, donde Senna (ya con Lotus) logró su primera victoria bajo otro espectacular diluvio, Bellof había partido desde la vigesimoprimera posición y terminó sexto. Contaba con el apoyo de Marlboro, y era el candidato número uno para acompañar a Michele Alboreto en la Scuderia en 1986. Se dice que Willi Maurer conservaba guardado el contrato firmado por Enzo Ferrari. Todo era fulgurante, hasta que llegó aquel dramático 1 de septiembre.

Campeonato del Mundo de Sport Prototipos. Spa Francorchamps. Bellof quiso hacer un triple mortal con tirabuzón en Eau Rouge, la peor curva de todas. Decidió adelantar por fuera al mejor piloto de prototipos de la historia, Jacky Ickx, que rodaba al volante del Porsche oficial, mientras que Bellof pilotaba uno privado del equipo Brun. Se tocaron, y el Porsche de Bellof salió directo contra las protecciones. Martin Brundle, hoy comentarista de la BBC y entonces compañero de equipo, fue testigo del accidente. Llamó a Ken Tyrrell para comunicarle la noticia. “Lo sé”, fue su lacónica respuesta. Y colgó.

Dotado de una personalidad extrovertida y sencilla, sus amigos le llamaban "Stibbich", "el gnomo". Era feliz con su condición de piloto, y vivía en permanente carcajada, “tenía una risa contagiosa,  llenaba el local donde estuviera”, recordaba el propio Brundle. 

Stefan Bellof dejó una huella demasiado profunda para los pocos pasos que dio en la Fórmula 1 y, para todos, era considerado un campeón del mundo en potencia. Michael Schumacher y Sebastian Vettel, sin duda, habrían seguido la estela de un primer título para Alemania, y con un gran espejo donde mirarse.

Sebastian Vettel