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'A bocasangre': cuando los pilotos exprimen a sus equipos
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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'A bocasangre': cuando los pilotos exprimen a sus equipos

Cuenta la leyenda que en su primera visita a McLaren, Ayrton

Cuenta la leyenda que en su primera visita a McLaren, Ayrton Senna se detuvo a charlar con uno de los responsable del departamento de cajas de cambio. Al despedirse le dijo: “De tu trabajo depende que pueda ganar carreras con vosotros”. Motivación le llamarían, sí, pero también una buena carga de presión.

“En la Fórmula 1 hay diferencias de rendimiento de un coche a otro, es el conjunto lo que cuenta”, explicaba esta semana Jaime Alguersuari en su columna de la BBC, el piloto es todavía muy, muy importante, pero definitivamente es más importante el equipo, la tecnología que usa, el presupuesto, la estructura, la gente adecuada al mando”. A mayor peso específico en el equipo, mayor será la capacidad del piloto para exprimir el jugo a dicha estructura. Y las tensiones serán inevitables, como podría haber sido el caso entre Alonso y Ferrari el pasado fin de semana. No es nada nuevo, ni nada que no haya ocurrido en el pasado.

Un "bastard", pero hacía el trabajo

Por ejemplo, nadie recuerda cómo Ayrton Senna presionaba públicamente a Ron Dennis tras perder los motores Honda. O la pugna de Prost contra las preferencias hacia el brasileño que tantos titulares ofreció en la época. ¿Se imaginan a Fernando Alonso con aquel “Ferrari no merece un título mundial” de Prost en 1990? ¿ O que calificara su monoplaza de “camión”, como el francés en 1991, cuando se le escapaba otro título frente a Senna? Según Frank Williams, “Mansell era terrorífico en el coche, pero un auténtico “bastard” fuera de él. Sabía lo que quería, presionaba para lograrlo, y cuando no lo lograba, la vida solía ser bastante desagradable. Pero hacía el trabajo, sin duda”.

No siempre esta dinámica -que siempre es mutua y bidireccional- se produce entre bastidores. En situaciones de extrema presión el vaso acaba rebosando. El gran seguimiento mediático de la Fórmula 1, la eclosión de Internet y las redes sociales han acentuado el “efecto mariposa”, donde cada palabra y gesto de un piloto son amplificados brutalmente. Cuando delatan conflicto con su equipo, son como la sangre para el tiburón mediático.

Leña a la caldera interna

 “El equipo no tiene novedades desde las últimas seis o siete carreras...”, “ahora competimos con Newey….”,  pueden ser espuelas de motivación como un cuestionamiento a Ferrari. Los rumores de tensión entre Alonso y la Scuderia en la India -el sábado- entrarían en este contexto. Porque Ferrari está corriendo en un duelo a 'bocasangre' con Red Bull, en uno de esos agónicos sprints con ese especial sabor que la congestión sanguínea provoca en el esfuerzo al límite.

La realidad es que el F2012 no es un mal monoplaza. De hecho, hoy es el segundo de la parrilla. Pierde tres décimas como mínimo en entrenamientos, aunque su ritmo en carrera es similar al del RB8.  En situaciones extremas como la actual es también labor del piloto –sobre todo cuando cumple con el volante- meter leña a la caldera interna, aunque a veces se utilice el ojo público para acentuar esa presión. Otra cuestión es el estilo que se utilice. Los pilotos del presente son más políticamente correctos que en la época de los Prost, Senna, Mansell y cía. De puertas para adentro, puede que Alonso sea un fiera, no sabemos. Hacia fuera, es una 'malva' en comparación con aquellos.

¿Qué sentirá el ingeniero delante del ordenador?

Desde que Alonso llegara a Ferrari no se le han escuchado críticas a la Scuderia. Ni siquiera ante el colosal error de Abu Dhabi 2010 que le costó su tercer título. Pero resulta inevitable que aflore la tensión que se está viviendo en estos momentos críticos. Y aquí también entra en juego el brutal temperamento  competitivo  de los grandes campeones. ¿Y qué actitud esperan de quién se define a sí mismo, en una palabra, como “guerrero”? ¿De quien se tatúa un samurai en la espalda y tuitea después de Budhh “si te rompen la espada, lucha con tus manos, si te las cortan, lucha con tus hombros, incluso con tus dientes…?" ¿Qué sentirá el ingeniero de Ferrari delante de su ordenador? En definitiva, como con Senna, motivación y presión.

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¿O es que no se ha escuchado a Christian Horner sobre cómo Vettel “mete caña” a los suyos? ¿Nadie recuerda sus gestos de mal perdedor, siempre arropado por Helmut Marko? ¿Y  aquel “no está mal para un numero dos” de Webber que ponía en evidencia la política de su equipo en 2010? ¿O las críticas de Hamilton a la estrategia de McLaren en Mónaco 2011? Por poner algunos ejemplos…

"...empujados hasta el límite de su rendimiento"

Carlos Sainz y Fernando Alonso son buenos amigos, y seguramente comparten la misma filosofía  en la competición. Nada más ganar el Dakar, Kris Nissen, el máximo responsable deportivo de Volkswagen, declaraba sobre Sainz: “Todo el mundo en el equipo le respeta por su naturaleza y resultados, aunque no resulta fácil para los mecánicos y los ingenieros ser permanentemente empujados hasta el límite de su rendimiento". ¿Les suena?

Quizás algún día recordemos los enfrentamientos entre Niki Lauda y Mauro Forghieri, que también incluían a veces al mismo Enzo Ferrari. Fue Luca Cordero di Montezemolo quien llevó al austríaco al equipo italiano. Y porque sabe cuál es el papel de su piloto, esta semana el presidente declaraba que “Fernando tiene razón en presionar a los ingenieros de Ferrari” ¿Se acuerdan de Nigel Mansell?

El  tercer título de Fernando Alonso está complicado a día de hoy. Pero si al final llegara, parte de la responsabilidad será de quien es capaz  de exprimir a todo un equipo de Fórmula 1 hasta sentir ese agónico sabor a 'bocasangre'.