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Carlos Sainz y su mejor mensaje en Singapur: "¡¡¡Y mis mecánicos son la p...!!!"
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Javier Rubio

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Carlos Sainz y su mejor mensaje en Singapur: "¡¡¡Y mis mecánicos son la p...!!!"

El Gran Premio de Singapur y las duras condiciones de su trazado ponen de relieve la importancia del factor humano, como con algunos detalles de la pasada carrera

Foto: Carlos Sainz ganó en Singapur. (Reuters)
Carlos Sainz ganó en Singapur. (Reuters)

El mensaje de Franz Tost, la alegría de Marco Mattassa, los gritos de Carlos Sainz al entrar en la meta tras su gran resultado en Singapur…Sin embargo, el mejor mensaje por radio no se escuchó públicamente. Nada más cruzar la bandera a cuadros, Sainz comenzó a dar las gracias en inglés a los responsables del equipo, a toda la gente en la sede de Faenza, a los ingenieros... Y de repente, gritó en español: “¡¡¡Y mis mecánicos son la pollaaaaa!!!” Entonces fue cuando el box de Toro Rosso se vino abajo.

Celebraciones aparte, fue ese: “Calláte, por favor, por favor…” de Sainz a Mattasa el que también llamó la atención en el GP de Singapur. Un mensaje corto y tajante que servía para ilustrar la naturaleza de esta dura carrera en un circuito único. Como otros momentos vividos durante el fin de semana. No todo son reglajes electrónicos, elección de neumáticos o complejas estrategias. Porque el factor humano es también gran protagonista en Singapur.

"Es como si Senna me dijese: concéntrate"

En la vuelta 36, Sainz estaba acogotado por Perez, tónica de una carrera en la que tuvo que defenderse de monoplazas más rápidos en prestaciones y por elección de neumáticos. Matassa le indicó algo relacionado con la batería. Sainz le pidió, casi le imploró, que se callara y le dejara en paz. Aunque no es la primera vez que el piloto español le pide silencio a su ingeniero, en aquellos momentos el mensaje adquiría otro significado: la necesidad absoluta de concentrar todos los sentidos, sin margen para la dispersión mental en una pista única. Sainz tenía que rodar al límite y su coordinación psicofísica debía ser total.

“No hay respiro, porque en esta pista constantemente estás girando de derecha a izquierda, derecha e izquierda. Es como estar esprintando constantemente. El mínimo despiste, y te vas contra las barreras, así que mantener la concentración es crucial”, explicaba Lewis​ Hamilton, quien también mantuvo su particular lucha interior al respecto. Porque Singapur puede resulta demoledor. “Podía haber tirado la victoria a la basura”, reconocía después el británico, quien comentaría después que durante buena parte de la prueba tenía la imagen de Senna en Mónaco 1998, cuando el brasileño se fue contra los raíles con medio minuto de ventaja por un inexplicable fallo de concentración. “Durante toda la carrera, de vez en cuando, Senna me venía a la cabeza para recordarme que no podía hacer algo así. Es como si me estuviera diciendo: mantente concentrado, sigue centrado…”.

placeholder Carlos Sainz desgastó el pedal de su acelerador en Singapur. (Reuters)
Carlos Sainz desgastó el pedal de su acelerador en Singapur. (Reuters)

Casi 81.500 kg en una carrera

Porque cuando decae el rendimiento muscular, le sigue el cerebral. Y desde el primer punto de vista, Singapur es brutal, inimaginable desde fuera. El fabricante de frenos Brembo calculó que, en esta pista y a lo largo de una carrera, un piloto utiliza el pie izquierdo durante casi un cuarto de la vuelta. Al término de la misma habrá aplicado con esa pierna un total de 81.435 kg de fuerza de frenada. Había también que ver el estado del pedal del acelerador que Sainz nos mostraba en Twitter al final de la carrera.

Todo ello, bajo una brutal sensación de calor, como ponían en evidencia los pilotos al bajarse de sus monoplazas. “La única carrera de la temporada donde abres el visor para que entre aire fresco y te arrepientes, porque hace más calor fuera”, bromeaba Daniel Ricciardo. Sainz, por ejemplo, utilizaba durante estos días una piscina de plástico inflable con agua fría en la que se metía antes y después de cada sesión, lo que al menos le permitía bajar su temperatura corporal antes de subir al coche y hacerlo con la cabeza despejada. Luego, el horno volvía a calentarse.

Valtteri Bottas fue otro ejemplo de la dureza de esta carrera. Como reconocía al terminar, su botella de agua había dejado de funcionar durante la prueba. “Hacia el final, mi visión dejó de estar clara como debería”. El finlandés debió superar un determinado límite físico que solo él pudo entender, porque remató: “sabes, el ser humano puede hacer cosas increíbles mientras no te rindas”. De media, se pierden tres kilos y Ricciardo, a quién ya entrevistó El Confidencial, comentaba que tras una carrera como la de Singapur bebía para recuperarse entre cinco y seis litros de líquido antes de irse a la cama.

placeholder Carlos Sainz pilotará en Renault en 2018. (Reuters)
Carlos Sainz pilotará en Renault en 2018. (Reuters)

"Quizás lo que diga no tenga el menor sentido"

Hubo otros momentos dignos de disfrutar el fin de semana, porque no son muy frecuentes. El sábado, fue espectacular ver a Sebastian Vettel bajarse de su monoplaza tras lograr esa vuelta increíble que le valió la pole. Con el sistema nervioso alterado por la adrenalina, en su excitación incluso entraba en una suerte de risa tonta que, en el fondo, era parte del trance del que estaba saliendo. “Estoy lleno de adrenalina, así que quizás lo que diga no tiene el menor sentido, pero me encanta esta pista”.

Vettel personificaba esa sensación que convierte el pilotaje en una verdadera adicción para quien puede vivir experiencias similares. Cuerpo y mente se funden en un un solo ente, el subsconciente toma el control mientras las hormonas responden al estado de lucha que la evolución natural ha pulido. Luego, se despierta al aterrizar a una dimensión más terrenal. Y ese era el Vettel nervioso y de emociones a flor de piel tras vivir una experiencia increíble, golpe contra el muro incluido.

Y si luego los pilotos se equivocan en una salida frenética donde tanto hay en juego en la primera curva, en el fondo, tenemos que entenderlos. Son humanos. Afortunadamente.

El mensaje de Franz Tost, la alegría de Marco Mattassa, los gritos de Carlos Sainz al entrar en la meta tras su gran resultado en Singapur…Sin embargo, el mejor mensaje por radio no se escuchó públicamente. Nada más cruzar la bandera a cuadros, Sainz comenzó a dar las gracias en inglés a los responsables del equipo, a toda la gente en la sede de Faenza, a los ingenieros... Y de repente, gritó en español: “¡¡¡Y mis mecánicos son la pollaaaaa!!!” Entonces fue cuando el box de Toro Rosso se vino abajo.

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