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¿Podría Verstappen ser un fiasco, o qué le está fallando en su cerebro de 'crack'?
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Javier Rubio

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¿Podría Verstappen ser un fiasco, o qué le está fallando en su cerebro de 'crack'?

El nivel de errores del piloto holandés esta temporada comienza a ser preocupante, y confirma que algo está fallando en la personalidad del holandés más allá de su gran talento

Foto: Max Verstappen sentado en su Red Bull durante el GP de Mónaco. (EFE)
Max Verstappen sentado en su Red Bull durante el GP de Mónaco. (EFE)

“Este sitio muerde, y le mordieron muy fuerte en una sesión que realmente no cuenta para nada más que para poner a punto el coche”. Del nuevo incidente de Max Verstappen en el GP de Mónaco, quizás las palabras de Christian Horner ponían el dedo en la llaga: la estupidez del error de este enésimo error con un coche arrasador, en una sesión de mero trámite hacia los clasificatorios

¿Qué pasa con Verstappen? Porque quien fuera señalado como el “nuevo Senna” no ha parado de cometer errores esta temporada. Algunos, de principiante, como en Shanghai. El de Mónaco, imperdonable tanto para él mismo como para el equipo. Por no recordar los de Australia. Pero el holandés ya no puede considerarse un debutante. Entonces, ¿podría ser un fiasco, o es que algo no funciona correctamente en su cableado neuronal programado como piloto letal? ¿Y cuál sería la causa de sus cortocircuitos?

"La impaciencia"

“Impaciencia” sentenciaba Helmut Marko el pasado fin de semana, impagable esa imagen mandando fuera del garaje a su hijo deportivo adoptivo. Quien más cerca está mejor debe conocer las causas, para las que cabe apuntar varias teorías al respecto. La primera, que el propio Marko, Red Bull y la prensa sean los culpables de esa impaciencia. Porque las expectativas arrojada sobre sus hombros son inmensas desde el mismo instante que puso un pie en la Fórmula 1. Ya era campeón del mundo virtual cuando aún no tenía el carnet de conducir.

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"Creo que no tiene suficiente paciencia. Siempre quiere ser el más rápido, pero los resultados solo llegan cuando cruzas la meta. Tiene que ser más paciente, juzgar las situaciones mejor”, explicaba Marko. Paciencia que el austriaco no tuvo para dosificar su paso a la F1. Verstappen parece obligado así a responder a esa imagen en cada carrera, en cada sesión. En Mónaco, su compañero Ricciardo le tensó la cuerda en todas las tandas. No podía con el australiano. La Piscina es el punto puede marcar diferencias, como Alonso nos recordaba el jueves, el más crítico y exigente de la pista cuando se trata de lograr una vuelta salvaje. Y allí fue a morir al palo.

"Mi actitud viene de mi padre"

Pero ¿se trata solo de impaciencia? Horner ha hablado en alguna ocasión de la petulancia propia de la adolescencia. A fin de cuentas, como Lewis Hamilton confirmó en su día, la habilidad sobrenatural al volante no siempre se está equilibrada con la madurez necesaria para modular ese talento. El británico tuvo también sus momentos de locura en la pista. Y hablando de Hamilton, quizás otra teoría sobre el comportamiento del holandés pueda apoyarse en la relación paternofilial que tanto marcó a Hamilton con su padre Anthony. Hasta que el piloto rompió el cordón umbilical emocional y de la autoridad paterna.

“Mi actitud viene de mi padre, no hay nadie más duro conmigo que mi padre, no importa lo que la otra gente diga, nunca son tan duros en comparación con él. La dinámica es más intensa quizás que Lewis o Jenson con sus padres”. Estas palabras podrían resumir gran parte de la relación de Max y Jos, imposible de extender aquí. Baste recordar dos puntos que el hijo ha relatado sobre esa intensa relación, de una dureza rayana en la crueldad emocional. Y algunos de los rasgos heredados podrían ahora estar volviéndose en su contra.

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"Es que no escucha"

El propio Max ha contado cómo su padre le retiraba la palabra durante varios días porque había fallado en una carrera concreta. Quizás no haya otro método para modelar la mente de un niño hasta convertirle en esa máquina letal que el progenitor pretendía. Pero también cabría preguntarse por la salud emocional y el perfil psicológico que la personalidad de un niño puede desarrollar con semejante rol paterno.

Jos Verstappen quiso formar a su hijo para la dureza de la F1, donde vió truncadas sus expectativas cuando Flavio Briatore le quemó antes de tiempo. No falles tú en lo que fallé yo. Jos educó a su hijo para una férrea impermeabilidad ante las opiniones e influencias de este mundo. De ahí quizás esa extraordinaria seguridad en sí mismo que ha exhibido en la Fórmula 1. Pero semejante rasgo también incluía la total sordera a cualquier mensaje del exterior por la autosuficiencia de creerse inmune al error. “No escucha”, es uno de los que se han repetido estos días en torno al joven piloto holandés. Verstappen padre le exigía públicamente tras la debacle de Shanghai no cometer errores similares en el futuro. Si Max solo escucha a su padre, el de Mónaco parece desmentirlo.

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Algo más que modelar un piloto de carreras

Un padre piloto transmite a su vástago no solo su experiencia, sino también una personalidad y visión de la realidad. No cabe extenderse aquí en la conflictiva personalidad de Jos. Ahí está su historial personal. Es innegable su esfuerzo, energía, e incluso el dinero invertido para modelar tan espectacular máquina de competir. Pero en el paquete de esa experiencia vital compartida se habrá transmitido un perfil psicológico determinado. Ese que quizás esté traicionando ahora su gran talento. Porque sorprende lo contumaz del comportamiento en pista de Verstappen esta temporada.

Cabe recordar aquel primer año en Toro Rosso, por ejemplo, cuando el holandés gritaba por la radio ante el menor obstáculo que se interponìa en su camino. Ya pintaba maneras. En perspectiva, ganar en el debut con Red Bull quizás fue contraproducente. Pero no cabe imaginar que Verstappen sea un fiasco y solo se trate de juvenil impaciencia. O, también, de que la realidad esté traicionando tan elevadas expectativas y no se cuente con las suficientes herramientas emocionales para asimilarlo. Porque puede que Jos Verstappen no haya preparado a su hijo para ello.

“Este sitio muerde, y le mordieron muy fuerte en una sesión que realmente no cuenta para nada más que para poner a punto el coche”. Del nuevo incidente de Max Verstappen en el GP de Mónaco, quizás las palabras de Christian Horner ponían el dedo en la llaga: la estupidez del error de este enésimo error con un coche arrasador, en una sesión de mero trámite hacia los clasificatorios

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