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La cogorza de Raikkonen o por qué no merece que le echen a los leones
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Javier Rubio

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La cogorza de Raikkonen o por qué no merece que le echen a los leones

El singular comportamiento del finlandés en la entrega de premios de la FIA ofrecía motivos para la censura, pero también para la comprensión de tan singular personalidad de la F1

Foto: Raikkonen, antes de la gala. (Reuters)
Raikkonen, antes de la gala. (Reuters)

¿Se merece Kimi Raikkonen que le echen a los leones por su comportamiento en la reciente gala de entrega de premios de la Federación Internacional de Automovilismo? ¿Fue un comportamiento irresponsable de quien está obligado a mantener compostura pública, y además con alcohol por medio? Nada menos que ante Jean Todt, su presidente, cuya cruzada global por la seguridad vial es el norte y eje de sus mandatos… ¿O fue 'Iceman' fiel a sí mismo una vez más, con otra manifestación de ese singular temperamento que tanto atrae a los aficionados de la Fórmula 1?

Desde el pasado viernes las opiniones se han disparado en todos los sentidos. Desde crujir al finlandés por exhibirse públicamente bebido en semejante acto oficial hasta la media sonrisa de quien comprende su personal idiosincrasia. Que cada uno elija donde poner el foco...

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No solo en el escenario

Las redes sociales han exhibido hasta la saciedad los numerosos vídeos en los que un Raikkonen con buenas dosis de ‘gasolina’ se pasaba de frenada incluso hasta para subir al escenario donde recibió su premio. Para quienes aún no las hayan visto, las imágenes hablan mejor que mil palabras. La proliferación de teléfonos móviles añadió más planos en los que un desinhibido Raikkonen mostraba un lenguaje corporal totalmente diferente a ese acartonado de autodefensa que exhibe en los 'paddocks' de la F1: el de un tipo francamente divertido. Otro tema es que fuera el lugar apropiado para ello.

Raikkonen perdió los papeles. Incluso en algunas de las imágenes, a su mujer Minttu parecía traicionarle el desconcierto y un punto de embarazo bajo el gesto de circunstancias. Y lo que al principio solo era una corta y divertida escena en el estrado adquirió otra dimensión según aparecían más vídeos, tanto dentro como fuera de la sala. No solo fumándose un puro, por ejemplo, sino también con los aficionados. Porque Raikkonen se lanzó hacia a quienes esperaban en el exterior como pocas veces en los circuitos y, con ello, también se expuso a las imágenes que le fueron grabando. Algunas no parecían ya tan divertidas.

¿Qué pensaría Jean Todt ante esa explosiva difusión de imágenes de un piloto de Fórmula 1 en estado de embriaguez? El presidente de la FIA vive volcado en su campaña ‘FIA Road for Safety’, una cuyas líneas de acción principales es el comportamiento de los conductores. Que un piloto de Ferrari nada menos ofrezca tal ejemplo en un acto de la Federación hubo de ser una píldora dura de tragar. Amigo personal del finlandés, hasta Vettel dio muestras de evidente incomodidad.

"Es natural para él"

Con la lógica censura que merece el comportamiento de una figura pública como la de Raikkonen, también cabe reflexionar sobre esa otra cara de la moneda que siempre unida a las personalidades singulares. Porque se hacen atractivas ante la ruptura de lo convencional con una fidelidad a sí mismos al margen de las expectativas sociales. Y, particularmente, en un mundo tan asfixiante como la Fórmula 1.

“Mírales, la mayoría de los pilotos tienen un lío importante en la cabeza, entre cómo deben comportarse y cómo son en realidad, cómo actúan en función de lo que se espera de ellos…”, nos comentaba en una ocasión un buen conocedor de las entretelas del 'paddock'. La Fórmula 1 impone una presión psicológica aplastante sobre sus protagonistas, y exige una singular coraza interior para no ser engullido por semejante entorno. Kimi Raikkonen es el paradigma por excelencia.

“Recuerdo haber leído un libro sobre como parar de preocuparse y empezar a vivir, y pensé al poco tiempo de haber conocido a Kimi que él podría haber escrito ese libro, es natural para él”, decía de él su manager, Steve Robertson, a poco de conocerle en los primeros compases de su carrera. No se conoce a nadie en la Fórmula 1 que hable mal de él. Es cero político, y también y apreciado por quienes le conocen de cerca, aunque no son demasiados quienes lo logran. Y nadie podrá defender con éxito que la Fórmula 1 ha cambiado a ese Kimi Raikkonen al que se refería Robertson.

Kimi es Kimi

¿Cabe imaginar a Fernando Alonso, Lewis Hamilton o Sebastian Vettel como protagonistas de las escenas de San Petersburgo? Pues no. A ellos se les hubiera atribuido a unas inusuales circunstancias personales para llegar a tal estado. Sin embargo, en el caso de Kimi Rikkonen ¿Fue un comportamiento aceptable? Posiblemente no. ¿Merecía la comprensión en alguien de esa singular personalidad que tanto atrae a los aficionados? Posiblemente sí.

Foto: Raikkonen durante la rueda de prensa del Gran Premio de Singapur. (REUTERS)

La Fórmula 1 exige personalidad y carisma en sus protagonistas como parte del espectáculo, mientras a la vez se censura cualquier comportamiento fuera de la etiqueta que rige en ella. Tan alejado de cualquier compromiso con su fachada mediática, a Raikkonen le ha hecho tan popular su indiferencia al canon y la opinión ajena. Y ese aficionado que se divierte con su singular estilo debería comprender que cuando se buscan personalidades diferenciadas, también se incluye en el paquete aristas inesperadas. Si algo acerca a los personajes públicos son sus debilidades humanas, siempre y cuando no dañen a los demás. La historia de Kimi y el alcohol parece que tiene antecedentes familiares. Pero salvo algún episodio que han saltado a la luz muy puntualmente, nadie puede acusar a Raikkonen de ser un pésimo ejemplo a pesar de tantos años expuesto al foco público.

Como decía Robertson, Raikkonen muestra una visión directa y sorprendentemente clara de la vida. Nada de paja mediática. Odia viajar, las masificaciones, la artificialidad y el politiqueo. Ya avisó en Abu Dabi que no quería terminar tercero en el campeonato para no tener que acudir a la entrega de premios de San Petersburgo. Y sí, quizás para compensar el trago se aplicó alguno de más. Y solo estuvo simpático. Muchos se escandalizarán por ello, pero es innegable que, desde el pasado viernes, Kimi Raikkonen es un poco mas... Kimi Raikkonen. Por ello le quiere la gente.

¿Se merece Kimi Raikkonen que le echen a los leones por su comportamiento en la reciente gala de entrega de premios de la Federación Internacional de Automovilismo? ¿Fue un comportamiento irresponsable de quien está obligado a mantener compostura pública, y además con alcohol por medio? Nada menos que ante Jean Todt, su presidente, cuya cruzada global por la seguridad vial es el norte y eje de sus mandatos… ¿O fue 'Iceman' fiel a sí mismo una vez más, con otra manifestación de ese singular temperamento que tanto atrae a los aficionados de la Fórmula 1?

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