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"Ahí estaba mi amigo, mi hermano pequeño". Cuando la muerte gana en las carreras
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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"Ahí estaba mi amigo, mi hermano pequeño". Cuando la muerte gana en las carreras

La muerte de Anthoine Hubert en el terrorífico accidente de Spa remueve los fantasmas semienterrados en la competición a pesar de todos los esfuerzos por mejorar la seguridad

Foto: El hermano y la madre de Anthoine Hubert en el homenaje realizado el domingo en Spa. (Reuters)
El hermano y la madre de Anthoine Hubert en el homenaje realizado el domingo en Spa. (Reuters)

"Éramos cuatro niños soñando con la Fórmula1. Crecimos juntos en los karts durante muchos años. Perderle es un golpe enorme". Tras su victoria en Spa, Charles Leclerc recordaba a Anthoine Hubert, Pierre Gasly y Esteban Ocon. Ahí estaba la foto, cuatro niños juntos en un coche. "No estás listo a los 22 o 23 años para vivir este tipo de momentos, perder a uno de tus mejores amigos. He crecido con él desde los siete años en el karting, hemos sido compañeros de habitación, hemos vivido juntos en el mismo apartamento durante seis años, hemos sido compañeros de clase, he estudiado desde los 13 a los 19 con el mismo profesor en un colegio privado…". Gasly también llevaba encima su propia mochila emocional antes de salir al Gran Premio de Bélgica.

Érase una vez un tiempo en el que un piloto podía perder no uno, sino varios amigos íntimos. Fue el caso de Jackie Stewart, que sigue paseando por el paddock, con Jim Clark, Jochen Rindt y Francois Cevert. "Entre el humo y los hierros, aceite, ahí estaba atrapado en su asiento, allí estaba mi compañero de equipo, mi protegido, mi amigo, mi hermano pequeño. Estaba muerto, con 29 años", recordaba el escocés mientras veía a Cervert muerto dentro de su monoplaza. Según sus propios cálculos, Stewart había perdido 57 compañeros o colegas durante 11 años. El propio Stewart cuenta cómo le comunicó su retirada definitiva a Helen, su mujer. "Desde este momento, ya no soy un piloto de carreras", le dije. "Ahora ya podemos envejecer juntos", le contestó su esposa entre lágrimas.

Foto: El toque que acabó con la carrera de Verstappen en Bélgica. (EFE)

"Cuando vi las consecuencias..."

Ya referimos en el pasado aquella primera sesión de entrenamientos oficiales del Gran Premio de España de 1990, en Jerez. Una de las experiencias personales más impactantes vividas por quien les escribe dentro y fuera de los circuitos. Ayrton Senna se quedó mirando el cuerpo tronchado de Martin Donnelly, que salió por los aires tras el brutal impacto contra los raíles que partió su monoplaza por la mitad. Ver a Senna con lágrimas en los ojos, la cabeza agachada, camino de los boxes, le hizo preguntarse a quien les escribe cómo ese hombre y sus colegas podían volver luego a la pista

Ron Dennis le recomendó que no lo hiciera. Senna salió y bajó su crono ¡un segundo! Al día siguiente logró la pole. Pero si fascinante fue su proeza deportiva y psicológica, más lo fue escuchar aquel profundo y magnético discurso con el que desgranó su lucha interior: "Cuando vi con mis propios ojos las consecuencias inmediatas del accidente, me fue muy difícil soportar y mantener mi equilibrio mental (...) Pensé en no correr más en los entrenamientos… Me encerré solo, en el motorhome. Fueron momentos muy especiales, que me ayudaron a recomponerme". Senna falleció luchando por domar un monoplaza recalcitrante, y su muerte cambio la historia de las carreras. Afortunadamente, los tiempos también han cambiado.

"Ponen su vida en juego y no es suficientemente apreciado. Ni por los aficionados ni por alguna de la gente que trabaja en este deporte", dijo Hamilton

"He gastado una de mis vidas"

El accidente de Hubert fue producto de un desafortunado cúmulo de circunstancias, como el de Jules Bianchi, el último desde Senna en la Fórmula 1. Desde entonces, otros también escalofriantes pudieron haber provocado la muerte de muchos pilotos. Nadie queda a salvo de sufrirlos, ni los mejores entre los mejores. Fernando Alonso puede ser testificarlo. Su accidente en Brasil 2003 o el de Australia 2016 habrían resultado fatales en otras épocas. "He gastado uno de las vidas que me quedaban", sentenció el piloto español tras el último de ellos. Pero la evolución de las medidas de seguridad durante estos años evitaron muchos dramas.

Lo anterior invita a algunas reflexiones para distintos destinatarios. Como bien apuntaba Gasly, los jóvenes pilotos del presente no conviven bajo esa amenaza latente que acompañaba a Stewart y sus colegas. "Cuando nos despedíamos unos de otros antes de salir a una carrera nos decíamos: 'Te veo luego'. 'Espero que sí', nos contestábamos. Nadie quería decir sí por no tentar a la suerte", contaba el escocés. Cada piloto asimilará la tragedia de Spa bajo su propio proceso personal. Pero cuando los jóvenes —incluso algunos de Fórmula 1— se encuentren a Jackie Stewart por el paddock, deberían reverenciar al escocés por su increíble y pionera lucha por la seguridad. Y también a otros pilotos veteranos que protagonizaron épocas que muchos desconocen, en las que con sus riesgos forjaron la aureola que rodea este mundo, generada en la cercana convivencia con la muerte, o directamente, tras recibir su visita.

placeholder Charles Leclerc y la madre de su amigo Anthoine Hubert. (EFE)
Charles Leclerc y la madre de su amigo Anthoine Hubert. (EFE)

Ese instinto tan humano

Otras lecciones caben para quienes no subimos a un monoplaza. Porque olvidamos ya que un piloto no se viste de pantalón corto y camiseta, sino con un mono ignífugo y un casco protector dotado de un sistema de seguridad para no partirse el cuello. Lewis Hamilton calificaba de "héroe" a Hubert. "Si cada uno de vosotros, que veis y disfrutáis este deporte, pensáis por un segundo que lo que hacemos es seguro, estáis muy equivocados. Todos estos pilotos ponen su vida en juego cuando salen a la pista y la gente debería apreciar esto seriamente, porque no es suficientemente apreciado. Ni por los aficionados ni por alguna de la gente que trabaja en este deporte. En lo que a mí se refiere, Anthoine es un héroe por perseguir sus sueños".

Si existe un instinto innato en el ser humano, es el de autoprotección. Y contra este instinto ha de luchar un piloto de carreras. ¿De cuántos deportes puede decirse algo parecido? Quienes disfrutamos desde fuera con un monoplaza de carreras no somos testigos de ese proceso interior, a veces angustioso, del piloto dentro de su casco, buscando batir al crono y sus rivales con máquinas de comportamiento imperfecto, subviraje o sobreviraje por allí o por allá, latigazo inesperado, adelantamiento sin red de seguridad. Pero, sobre todo, con la velocidad como compañero permanente de viaje y reacciones inesperadas. Fue la tremenda velocidad de Spa la que mató a Hubert.

Stewart hablaba de su capacidad para compartimentalizar sus mente y sus emociones para salir a la pista depués de acompañar a una viuda. Solo quien ha experimentando vivencias semejantes lo conocen. Si para Hamilton el malogrado Hubert es un héroe, el pasado fin de semana también lo fueron Leclerc —con la presión de una potencial victoria—, Gasly y aquellos que hicieron de tripas corazón para vencer sus propias emociones y volver a superar los 300 km/h. Razones para que los demás nos pensemos dos veces cuando llamamos 'paquetes' a los pilotos desde las redes sociales o el cómodo sillón de nuestra casa.

"Éramos cuatro niños soñando con la Fórmula1. Crecimos juntos en los karts durante muchos años. Perderle es un golpe enorme". Tras su victoria en Spa, Charles Leclerc recordaba a Anthoine Hubert, Pierre Gasly y Esteban Ocon. Ahí estaba la foto, cuatro niños juntos en un coche. "No estás listo a los 22 o 23 años para vivir este tipo de momentos, perder a uno de tus mejores amigos. He crecido con él desde los siete años en el karting, hemos sido compañeros de habitación, hemos vivido juntos en el mismo apartamento durante seis años, hemos sido compañeros de clase, he estudiado desde los 13 a los 19 con el mismo profesor en un colegio privado…". Gasly también llevaba encima su propia mochila emocional antes de salir al Gran Premio de Bélgica.

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