Es noticia
Burundi, contigo empezó todo
  1. Deportes
  2. Juegos Olímpicos
Darío Ojeda

Un novato en Río

Por
Darío Ojeda. Río de Janeiro

Burundi, contigo empezó todo

Un atleta de Burundi haciendo cola con una bandera en el aeropuerto de Barajas. Ese fue mi primer contacto con los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro

Foto: Antoine Gakeme, atleta burundés.
Antoine Gakeme, atleta burundés.

En la cola del vuelo Madrid-Sao Paulo que me trajo a los Juegos Olímpicos destacaba, además de la numerosa presencia de argentinos, uruguayos y paraguayos que regresaban a sus países tras las Jornadas Mundiales de la Juventud celebradas en Polonia, un hombre vestido con un llamativo chándal y que portaba lo que creía que parecía una bandera. Desde luego, pensé, se dirige a Río. Cuando me acerqué vi que sí, que aquello era una bandera. Además, en una mano llevaba la acreditación de los Juegos, en la que podía leerse su nombre: Antoine Gakeme (1991), uno de los nueve representantes de Burundi en los Juegos.

Me contó que correrá los 800 metros, distancia en la que fue subcampeón del mundo en pista cubierta el pasado de mes de marzo, y que vive y se entrena en Alicante. Pero lo que más me llamaba la atención era que llevara la bandera en la mano, como si estuviera a punto de ondearla. Quizá estaba ensayando para la ceremonia de apertura. Antes de despedirnos le pedí una foto (la que encabeza este texto), que no fue la única que se hizo mientras esperaba el embarque. No sé si la familia que le pidió fotografiarse con él y su bandera sabían quién era o si lo habían buscado en internet como había hecho yo unos minutos antes. A Gakeme le perdí la pista tras recoger la maleta en Sao Paulo. Si viajó a Río el jueves por la mañana, no lo hizo en el mismo vuelo que yo.

El gran problema: el transporte

Tras la llegada a Río, el taxista que me tocó hizo de guía improvisado: aquí Flamengo, allí Botafogo, ahora entramos en Copacabana... Ese trayecto no fue largo, pero el que hice por la tarde, en uno de los autobuses que la organización utiliza para el transporte de los periodistas, sí que lo fue. Entre Copacabana, junto al monumental estadio de voley playa levantado sobre la arena, y el Parque Olímpico de Barra de Tijuca, al otro lado de la ciudad, 70 minutos. Y eso que hay carriles olímpicos y que este jueves era festivo ('feriado') por decisión del alcalde. ¿Es mucho tiempo? Depende. Si sufres el tráfico de la Ciudad Maravillosa una vez al día, se puede sobrellevar; si tienes que desplazarte a diario ente varias sedes y luego a tu hotel, la cosa cambia. De momento, la prensa no es nada optimista.

"Hay un problema real: el transporte", reconoció el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, en una rueda de prensa en el Instituto Cervantes, donde se celebró un cóctel de bienvenida a la prensa. "Los deportistas no pueden estar cuatro horas en el autobús", añadió, en referencia a los problemas que ha habido en los últimos días. Para el sábado, dijo, espera que esté todo solucionado. Pero va a ser complicado. Los de Río pueden convertirse en los Juegos de la paciencia. Cualquier desplazamiento es susceptible de acabar siendo una odisea. A partir de este viernes, con la ceremonia de apertura, Brasil intentará que todo eso quede en un segundo plano.

Menos de un día en Río de Janeiro me ha servido para ver el interminable mural en el barrio de Botafogo con las caras de los mejores jugadores de la historia del club en el que aparecen Garrincha, Jairzinho, Didi, Nilton Santos, el Loco Abreu, Seedorf... También para sacar una conclusión, quizá un poco apurada: en la sala de prensa del Main Press Center es más fácil que aparezca Luca Cordero di Montezemolo, expresidente de Ferrari, que disfrutar de un correcto funcionamiento del wifi.

Volviendo a Gakeme, justo antes de embarcar le pregunté por sus perspectivas en Río. "¿Cuál es tu objetivo?". "La medalla. No voy a los Juegos para verlos", contestó. Descuida, para eso ya estoy yo. Suerte, Antoine, espero verte en la final del 15 de agosto.

En la cola del vuelo Madrid-Sao Paulo que me trajo a los Juegos Olímpicos destacaba, además de la numerosa presencia de argentinos, uruguayos y paraguayos que regresaban a sus países tras las Jornadas Mundiales de la Juventud celebradas en Polonia, un hombre vestido con un llamativo chándal y que portaba lo que creía que parecía una bandera. Desde luego, pensé, se dirige a Río. Cuando me acerqué vi que sí, que aquello era una bandera. Además, en una mano llevaba la acreditación de los Juegos, en la que podía leerse su nombre: Antoine Gakeme (1991), uno de los nueve representantes de Burundi en los Juegos.

Brasil Transporte