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Los derechos de TV a garrotazos: sobre Roures, Tebas, Canal Plus y Villar
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Javier Gómez Matallanas

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Los derechos de TV a garrotazos: sobre Roures, Tebas, Canal Plus y Villar

La historia de los derechos de TV de la Liga española se basa en las distintas guerras del fútbol, en los movimientos hechos desde distintos gobiernos, dirigentes y empresarios para debilitar a Canal+

Foto: Javier Tebas, Jaume Roures y Miguel Cardenal (EFE)
Javier Tebas, Jaume Roures y Miguel Cardenal (EFE)

La historia de los derechos de televisión de la Liga Española de Fútbol se basa en las distintas guerras, en los movimientos hechos desde distintos gobiernos, dirigentes y empresarios para debilitar a Canal Plus. Después de varios lustros intentando sacarla de circulación como tenedor, explotador y exhibidor de los derechos televisivos del fútbol español, quedan meses, quizá días, para que los distintos agentes que lo han intentado al fin consigan su propósito. Eso ocurrirá próximamente cuando desde la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y desde la Unión Europea se autorice la compra de Canal Plus a manos de Telefónica, como parece que se autorizará casi un año después de haberse acordado la compraventa por parte de ambos grupos empresariales.

Para llegar a esta situación hay que recordar cómo Canal Plus fue superando escollos para convertirse en la referencia e intentar ser el grupo tenedor de los derechos del fútbol profesional español. Una vez que se rompió el reparto centralizado de derechos cuando Antena 3 empezó a comprar a clubes individualmente sus derechos, Canal Plus se vio obligado a hacer lo propio. A partir de ahí llegó la obligatoriedad de dar un partido en abierto, regulado por el Gobierno de Aznar en la tesis del interés general que desarrolló normativamente Álvarez Cascos. Luego el Gobierno de Aznar creó, precisamente desde Telefónica, la plataforma Vía Digital con el fin de acabar con Canal Plus, por entonces denominada más globalmente Digital Plus.

En estas Jaume Roures, encabezando la especie de asamblea trostkista de los cuatro “catalanets”, dejó de aconsejar a Canal Plus para montar el chiringuito por su cuenta, apoyado en los abogados más listos. Con el apoyo del Gobierno de Zapatero creció Mediapro y se montó laSexta para competir con Cuatro, por entonces propiedad en parte de Prisa, e intentar deteriorarla supuestamente por la izquierda. Y en la lucha por el fútbol televisado todos los movimientos se hicieron en contra de Canal Plus. Y fueron ganando con el apoyo del G-30, grupo de los clubes menos grandes, que lideraba y lidera Javier Tebas. Lejos queda ya la promesa pública realizada en varias ocasiones desde varios medios (COPE y Marca) por Roures de que el fútbol iba a ser a un euro o que se iban a proyectar los partidos en los cines. Lo del fútbol gratis fue un camelo del presidente libertario de Mediapro, como se ha demostrado, y de pagarse más de 100 millones de euros por el partido en abierto, en la etapa en la que lo daba laSexta, ahora se pagan poco más de 10 millones de euros.

Hubo varias guerras de fútbol. Todas con oscurantismo para debilitar al rival. Y no se han creado las estructuras para que existan las garantías para que en el año 2016 se pueda realizar una subasta pública de los derechos del fútbol profesional al estilo de las grandes ligas europeas como la alemana y la inglesa, que en este apartado dan sopas con ondas a la Liga española.

Después de operar permanentemente contra Canal Plus (que también pudo cometer sus errores en mitad de las distintas batallas) y cuando por fin consiguió el apoyo temporal de Madrid y Barça, Javier Tebas alcanzó finalmente el poder de la Liga de Fútbol Profesional y dirige la patronal del fútbol español con, junto o con el control de Jaume Roures, Mediapro y los cuatro “catalanets”, cuyo objetivo de acabar con Canal Plus está a punto de conseguirse (la LFP y Mediapro comparten sedes en todo el mundo y organizan todos los saraos juntos, incluida la Gala de los Premios de la LFP, haciendo todos los concursos con el mismo oscurantismo que se votaron y se concedieron esos premios, por cierto).

Para conseguir estrangular a Canal Plus han dejado el escenario como un páramo. Pretenden conseguir ahora 1.000 millones de euros (aseguran que ya los tienen, ¿quién los va a pagar?) como tarta de los derechos televisivos de la supuestamente mejor Liga del mundo, pero suena a utopía este objetivo toda vez que en España sólo hay un millón y medio escaso de españolitos que pagan a alguna de las plataformas por ver fútbol televisado. Y para sostenerse, este modelo imposible creado de la guerra a garrotazos entre Tebas y Villar, Mediapro y Canal Plus, Roures y los cuatro “catalanets” ahora contra el imperialismo estatal de Telefónica que le ha quitado el Barça; para hacer realidad que algún operador ponga los 1.000 kilos que hacen falta, harían falta por lo menos cuatro millones y medio de españolitos que pagaran por ver el fútbol. Porque mientras se dice que se quieren potenciar y cuidar los resúmenes de los partidos para venderlos más, Mediapro vende esos resúmenes a cala y a prueba (y sin calidad ni un montaje adecuado) a televisiones y programas de 200.000 espectadores de media para debilitar a Canal Plus, por supuesto.

Y desde la LFP dicen que ese no es su problema. Por cierto, dentro del oscurantismo de todas las guerras del fútbol nunca se han hecho público tampoco qué porcentaje de la tarta llegaba de la venta de los derechos televisivos fuera de España. Se habla de que se facturan unos 160 millones de euros, aunque también podrían ser 300, pero no se sabe ni se quiere que se sepa (ahora dicen que son 225 y que se llegarán a obtener 450 millones de euros por los derechos internacionales). Ese capítulo siempre lo explotó Mediapro y sabe perfectamente lo que ha sacado todos estos años. Igual que el caos de horarios de los partidos de Primera se produce porque GolT, la plataforma donde da el fútbol Mediapro, no tiene tecnología para emitir varios partidos a la vez y, por eso, aparecen las nueve o diez franjas de horarios distintas en cada jornada, provocando un caos organizativo y de referencia en los aficionados al fútbol que ven como la jornada empieza los viernes y acaba los lunes y su equipo puede jugar en diez horarios y cuatro días distintos.

Y en mitad del caos, en medio del campo de batalla de varias guerras civiles insoportables entre Cardenal y Villar, entre Cardenal y Blanco o entre Tebas y Villar, llega el Gobierno y no aprueba el real decreto que iba a legislar el nuevo reparto de televisión que querían los clubes. Se dijo que el retraso era por el Barça y el Madrid, porque las dos superpotencias del fútbol mundial no querían un reparto más igualitario. Y resulta que cuando Madrid y Barça dan el OK para que se apruebe el real decreto, va el Gobierno y no lo aprueba. ¿Quién lo frena ahora? Pues parece que Ángel María Villar. En la Liga de Fútbol Profesional dicen que no. Que es una bravata del presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Mientras tanto, los clubes amenazan con hacer un parón patronal para protestar porque no se aprueba el real decreto. Ese parón patronal (que no huelga, porque huelga hacen los trabajadores no los empresarios) pretende presionar al Gobierno para que lo apruebe. ¿Quién secundará el paro? ¿Lo harán los futbolistas, cuyo sindicato, la AFE, está enfrentado, como debe ser, a la patronal? La AFE se encuentra mucho más próxima a la RFEF y a Villar, que también pretende parar el fútbol, y ya lo está parando en divisiones inferiores, pero con el objetivo de cargarse a Miguel Cardenal, secretario de Estado para el Deporte.

El caso es que el real decreto no se aprueba. Y Villar se acoge al artículo 78.1 de los Estatutos FIFA en su apartado XI sobre ‘Derechos de competiciones y actos’: “La FIFA, sus miembros y las confederaciones son los propietarios primigenios de todos los derechos de competiciones y otros actos que emanen de sus respectivas jurisdicciones, sin ninguna restricción en lo que respecta al contenido, el tiempo, el lugar o la legislación. Estos derechos incluyen, entre otros, todo tipo de derecho patrimonial, derechos de inscripción, de reproducción y difusión audiovisuales, derechos multimedia, derechos promocionales y mercadotécnicos, así como derechos incorpóreos como el nombre y los derechos sobre las marcas distintivas y los derechos de autor”.

Fuentes próximas a Villar también señalan el artículo 198 del Reglamento General de la RFEF sobre’ La transmisión televisada de partidos’ para dejar claro que los derechos televisivos son de la RFEF. Este artículo 198 dice así: “La Real Federación Española es, en virtud de la normativa aplicable, titular de los derechos de televisión que emanan de las competiciones oficiales de ámbito estatal, por lo que la transmisión televisada de partidos, ya sea en directo o en diferido, total o parcial, precisará autorización de la RFEF. Tratándose de encuentros en que participen clubes adscritos a la LNFP se estará, en su caso, a lo dispuesto en el convenio suscrito entre ambos organismos”.

Desde la LFP se tira abajo con rotundidad la versión de Villar y señalan a la Ley del Deporte de 1990 en su Disposición Transitoria Tercera, su punto 2a reza así: “Durante el período de vigencia del convenio, y hasta la total extinción de la deuda, la Liga Profesional percibirá y gestionará los siguientes derechos económicos: los que, por todos los conceptos, generen las retransmisiones por televisión de las competiciones organizadas por la Liga, por sí misma o en colaboración con otros clubes”. Eso sí, desde la propia Real Federación Española de Fútbol se puede acabar con la Liga de Fútbol Profesional. Villar puede dejar sin contenido y sin empresa a Tebas. Y gestionar él todo el fútbol profesional también. Derechos de televisión incluidos. ¡Toma, claro!

La historia de los derechos de televisión de la Liga Española de Fútbol se basa en las distintas guerras, en los movimientos hechos desde distintos gobiernos, dirigentes y empresarios para debilitar a Canal Plus. Después de varios lustros intentando sacarla de circulación como tenedor, explotador y exhibidor de los derechos televisivos del fútbol español, quedan meses, quizá días, para que los distintos agentes que lo han intentado al fin consigan su propósito. Eso ocurrirá próximamente cuando desde la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y desde la Unión Europea se autorice la compra de Canal Plus a manos de Telefónica, como parece que se autorizará casi un año después de haberse acordado la compraventa por parte de ambos grupos empresariales.

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