Mitos y leyendas
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Matthias Sindelar, el rebelde que se atrevió a silenciar al III Reich con un balón
En 1938, Alemania se anexionó Austria y, con ello, su selección pasó a formar parte de la germana... toda menos el mejor futbolista de su generación, que se negó a jugar para Hitler
Hace más de tres cuartos de siglo que el mundo descubrió una de las mayores masacres de la historia de la humanidad. Era un 27 de enero de 1945 cuando el ejército soviético descubría y liberaba el campo de concentración de Auschwitz, uno de los iconos de la barbarie y el horror del ser humano. El régimen nazi acabó con la vida de casi dos millones de personas solo en aquel lugar, la mayoría de ellos judíos. Pero, entre tanto odio y muerte, también existen historias de héroes que decidieron plantar cara al III Reich: entre ellos, el gran Matthias Sindelar.
Nacido el 10 de febrero de 1903 en el seno de una humilde familia de origen checo, Sindelar pasó buena parte de su infancia pegado a un balón de fútbol. Su pasión por el deporte pronto le hizo destacar como uno de los mejores, lo que le llevó a debutar con catorce años en el Austria de Viena. Poco a poco, Sindelar -conocido como el 'Hombre de Papel' por su facilidad para superar rivales- se convirtió en un gran jugador, lo que le permitió formar parte de la selección austriaca con tan solo dieciséis años. Su instinto goleador y su gran calidad le convirtieron en el mejor jugador del momento.
Su leyenda creció a pasos agigantados, convirtiéndose en un verdadero ídolo de masas para toda Austria. El fútbol de Sindelar maravillaba a propios y extraños, lo que hizo que Austria fuera una de las selecciones más temidas del momento. No pudo jugar el primer Mundial de la historia, el de 1930, por los problemas económicos que conllevaba viajar hasta Uruguay. Por ello, su gran oportunidad llegó en el Mundial de Italia 1934, donde sólo un 'robo' escandaloso ante la anfitriona (1-0 en un clamoroso fuera de juego) fue capaz de dejarla fuera de la final de este campeonato. Había nacido una leyenda.
Sin embargo, todo cambió el 12 de marzo de 1938: Alemania invadió y anexionó Austria al III Reich. Hitler, sabedor de la importancia propagandística del deporte y con la vista puesta en el Mundial de 1938, reclutó a la fuerza a los mejores jugadores de la selección austriaca, conocida como el 'Wunderteam'. Todos los austriacos pasaron a formar parte del equipo nacional alemán, a excepción de uno: Matthias Sindelar. El mejor jugador del momento no participó en ninguno de los partidos de preparación mundialista de Alemania, simulando diversas lesiones para no formar parte del conjunto nazi.
Hitler reclutó a la fuerza a los mejores jugadores del 'Wunderteam' para potenciar la selección alemana, pero solo uno se negó: Sindelar
Hitler, a modo de despedida como combinado independiente, decidió organizar un último amistoso entre Austria y Alemania. Sinderlar esta vez sí participó, siendo el capitán del último encuentro de su selección. Sin embargo, sólo él sabía que sería su último partido como futbolista. Antes del comienzo, los dirigentes nazis 'recomendaron' al 'Wunderteam' que evitara marcar goles para no manchar la imagen de los germanos, dada su superioridad manifiesta... y Sindelar lo aprovechó: el delantero regateó mil y una veces a los defensores, pero, cada vez que llegaba ante el portero, echaba el balón fuera.
Hasta que comenzó la segunda parte. En la primera ocasión que tuvo Sindelar, llegó hasta la portería alemana y batió al portero sin miramientos, harto de la pantomima que se estaba viviendo en el césped. Minutos más tarde, su compañero y amigo Karl Sesta firmó el definitivo 2 a 0. El 'Mozart' del fútbol había llevado a cabo su particular revolución: no unirse al 'nuevo' equipo de la Alemania nazi y ser fiel a sus ideales. Su gran pasión era el balón, pero antes de jugar para un régimen de asesinos decidió colgar las botas y no volver a tocar un balón nunca más.
Aquel día, Sindelar fue capaz de silenciar al III Reich con el balón. Los aficionados enloquecían gracias a su habilidad con el esférico, mientras que las autoridades nazis presentes en el estadio se mostraban cada vez más incómodas por las acciones del 'Hombre de Papel', que mostraba una superioridad insultante ante los alemanes. Tal fue su exhibición que, incluso, corrió la leyenda de que tras su gol bailó ante los dirigentes nazi del palco, algo que nunca sucedió. Eso sí, su lección de fútbol y de vida perduraron para siempre en el tiempo.
Condenado al anonimato, Sindelar nunca más volvió a un campo de fútbol, con la espina de no haber podido ganar un Mundial con Austria cuando se encontraba en su mejor momento de forma. Poco o nada volvió a saberse de él hasta que el 23 de enero de 1939 se encontró el cadáver del futbolista junto al de su pareja, Maria Castagnola, fallecidos por intoxicación de monóxido de carbono dentro de su casa. Nunca se sabrá si fue un suicidio o algo más, pero la barbarie nazi acabó, de una manera u otra, con el mejor jugador austriaco de todos los tiempos.
Curiosamente, un oficial nazi fue el encargado de permitir que Sinderlar tuviera un funeral de Estado: en la partida de defunción, señaló que se trató de un accidente -"muerte por intoxicación por el gas de la estufa", rezaba el parte-, ya que en caso de haber indicado que se trataba de un asesinato o un suicido, no hubiera podido gozar de tales honores. Más de 40.000 aficionados se despidieron del genial futbolista en su Austria natal, un jugador que transformó el fútbol mundial y uno de los pocos que hizo frente al III Reich. Sus valores estaban por encima de los éxitos deportivos.
Hace más de tres cuartos de siglo que el mundo descubrió una de las mayores masacres de la historia de la humanidad. Era un 27 de enero de 1945 cuando el ejército soviético descubría y liberaba el campo de concentración de Auschwitz, uno de los iconos de la barbarie y el horror del ser humano. El régimen nazi acabó con la vida de casi dos millones de personas solo en aquel lugar, la mayoría de ellos judíos. Pero, entre tanto odio y muerte, también existen historias de héroes que decidieron plantar cara al III Reich: entre ellos, el gran Matthias Sindelar.