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Yo también odio a Djokovic, pero tenemos que asumir que es el mejor tenista de la historia
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Rubén Rodríguez

Mitos y leyendas

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Yo también odio a Djokovic, pero tenemos que asumir que es el mejor tenista de la historia

El tenista serbio es, sin lugar a dudas, una raqueta privilegiada pero, al mismo tiempo, es capaz de conseguir que el aficionado no tenga ningún tipo de empatía hacia él

Foto: Djokovic reta a la grada tras ganar un punto. (Reuters/Jon Nazca)
Djokovic reta a la grada tras ganar un punto. (Reuters/Jon Nazca)

Los aficionados al tenis no somos conscientes de la fortuna que hemos tenido. No muchas veces en el deporte al más alto nivel coinciden en el tiempo tres de los mejores jugadores de la historia y, casi con total seguridad, será muy difícil que una rivalidad similar tenga lugar a corto plazo. Tres jugadores que han luchado durante décadas a brazo partido por entrar en la leyenda del tenis, con estilos muy distintos y con personalidades que nada tienen que ver entre sí.

Roger Federer siempre fue la clase, el estilo, el golpe perfecto, ese jugador que supo reconducir su mal carácter para ganarse el corazón de los más puristas. Rafa Nadal es la garra, la resiliencia, el doble salto mortal del acróbata sin red de seguridad para inventarse un golpe ganador imposible. Y, además, es español. Ese puño en alto, ese vamos al cielo, sus 14 victorias en París. El deportista que ha cambiado el deporte de nuestro país para siempre.

Y en esa ecuación aparece Novak Djokovic. Un jugador siempre perfecto, un robot en la pista, un cerebro programado para hacer en todo momento lo que se espera de él para ganar el partido. Si le sacas duro, te destroza. Si le restas profundo, te destroza. Si le dejas llevar el peso del partido, te destroza. Si intentas dominarte, te destroza. Si le encuentras un agujero en su juego, te destroza. Y, cuando le haces daño de verdad, aparece su otro tenis.

Djokovic es el jugador con más Grand Slam de la historia (24), con más Torneos de Maestros (7), con más Masters 1.000 (40) y que más semanas ha estado en el número uno del tenis mundial (409 en la actualidad). Solo tiene un reto por delante para haberlo ganado todo: ser capaz de ganar los cuatro majors en un año natural (hasta en tres ocasiones se ha quedado a un solo título) y ganar los Juegos Olímpicos. Y, por qué no, tratar de hacerlo todo junto el próximo año con el Golden Slam.

Foto: Djokovic, tras ganar el título en París-Bercy. (Jean Catuffe/DPPI/AFP7)

Pero, entonces, ¿por qué un jugador que lo ha ganado todo es tan odiado? Si eres español, la respuesta es simple: su rivalidad con Nadal, no solo desde el otro lado de la red, sino con sus intercambios de opiniones. Pero también por su personalidad en pista, especialmente cuando las cosas no van bien. Si gana el partido con comodidad, su rictus no cambia un ápice; ahora, si su tenis no fluye... es fácil verle explotar en pista y tirar de cualquier tipo de artimaña.

Gestos de enfado, raquetas rotas, gritos de desesperación e, incluso, provocaciones a la grada son habituales en su juego. Esta semana, en la Copa Davis, se han vuelto a ver alguna de estas actuaciones. Pero lo que menos gusta, y que ha utilizado constantemente a lo largo de su carrera, son esas exageraciones en pista con sus problemas físicos. Y es que, cuando los partidos van mal, es habitual ver a Nole parar el ritmo para pedir asistencia médica.

"No me creo sus lesiones. Hablo en serio. Creo que finge que tiene esas lesiones", decía Federer hace ya algunos años. "Cada vez que se le complica el partido, pide asistencia. Ya lo hizo en el US Open y también lo ha hecho aquí. Y seguirá pasando", decía Pablo Carreño tras medirse a él en Roland Garros en 2020. Y es algo que, para el aficionado al tenis, tampoco pasa desapercibido. Aunque en los últimos años ha limado algo estas situaciones, el poso aún queda ahí.

Si hablamos de pura calidad, Djokovic es, sin discusión, el jugador con más recursos del tenis mundial y el mejor de la historia. Pero su falta de carisma, su personalidad díscola -recordemos todas aquellas falsas declaraciones con el covid para poder jugar el Open de Australia- y su competitividad llevada al extremo para ganar cada vez que sale a pista le hacen mucho daño a su imagen... a pesar de haberlo ganado todo. Por eso, será el mejor tenista, pero no el mejor deportista.

Los aficionados al tenis no somos conscientes de la fortuna que hemos tenido. No muchas veces en el deporte al más alto nivel coinciden en el tiempo tres de los mejores jugadores de la historia y, casi con total seguridad, será muy difícil que una rivalidad similar tenga lugar a corto plazo. Tres jugadores que han luchado durante décadas a brazo partido por entrar en la leyenda del tenis, con estilos muy distintos y con personalidades que nada tienen que ver entre sí.

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