No hay Estrellas
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Del Nido no despedirá a Manolo Jiménez
Este Sevilla que en Europa ha dejado a más de uno en el umbral del pasmo, comienza a arrastrarse en la Liga. Unos, los sevillistas más
Este Sevilla que en Europa ha dejado a más de uno en el umbral del pasmo, comienza a arrastrarse en la Liga. Unos, los sevillistas más talibanes, podrán argumentar que desde que terminó la temporada pasada a este equipo le han crecido enanos por doquier. Pero lo cierto es que, tras la dolorosa derrota de Getafe, diez son las hincadas de rodilla que la escuadra de Nervión lleva en la Liga. Muchos ni lo recuerdan, al menos en lo que va de milenio.
Hasta el propio Manuel Jiménez, el sucesor de Juande Ramos, con el que, por cierto, ‘el genio del Arahal’ no se dirigía palabra, habla de “falta de actitud en algunos”. Y es que cuando hay humo en casa fuma la abuela. Las alarmas están encendidas en este equipo que en menos de año y medio ha cosechado cinco títulos y ha sido proclamado por dos veces consecutivas (2006 y 2007) “el mejor equipo del mundo”.
Pero no cuadran las cuentas, mire usted, por mucho que José María Del Nido, el presidente, quiera poner una vela de optimismo en medio del apagón. El Sevilla liguero no anda ni para adelante ni para atrás y deja la impresión de estar más perdido que un pirata en un baile de salón. Muchos jugadores (Renato, Kerzhakov, Maresca, Chevantón, Adriano...) andan peleados con ellos mismos y son ‘otros’. Jiménez avisa: la Copa de Africa se nos va a hacer larguísima. Es una manera desesperada de acordarse de los ausentes Kanouté, Keita y Koné. Pero, sin querer, el técnico le pega un tirito a su máximo valedor (Del Nido), que se ha jactado de decir que la de este año “es la mejor plantilla de la historia de nuestro club”.
¿Habrá cese del entrenador si sigue el cúmulo de batacazos? No, en absoluto. Salvo una hecatombe mayúscula o renuncia ex profeso del entrenador, Del Nido no piensa despedir a Manuel Jiménez. Por muchos motivos. Desde que es presidente, Del Nido nunca cesó a un técnico y menos lo va a hacer con un amigo. Jiménez, desde luego, no va a dimitir. El uno y el otro son campeones del orgullo y ninguno dará su brazo a torcer, pues siguen convencidos de que la culpa del mal del Sevilla es... del vecino del quinto.
De todas formas, lo que queda muy claro es que, salvo papelón en la Champions, la aventura de Manuel Jiménez al frente del primer equipo de sus amores caducará el 30 de ese junio. Y, pese a las negativas de todas las partes, los cañones apuntan a Santander. Y a Marcelino. Que le pregunten, si no, a Monchi.
Este Sevilla que en Europa ha dejado a más de uno en el umbral del pasmo, comienza a arrastrarse en la Liga. Unos, los sevillistas más talibanes, podrán argumentar que desde que terminó la temporada pasada a este equipo le han crecido enanos por doquier. Pero lo cierto es que, tras la dolorosa derrota de Getafe, diez son las hincadas de rodilla que la escuadra de Nervión lleva en la Liga. Muchos ni lo recuerdan, al menos en lo que va de milenio.