No hay Estrellas
Por
Jesús Navas, el Duende de los Palacios, "uno de los nuestros"
Ese canijo si quiere ser futbolista necesita que le inyecten en vena un cañón de pescaíto frito y dos toneladas de gazpacho. Comentario de un reputado
Han pasado casi dos lustros y aquel flaco imposible (ahora mide 1,75) se ha convertido en uno de los mejores extremos del mundo, orgullo de los sevillistas, y colocado por derecho en los altares de los principales mitos del club. Ahora que todo es oro, que la selección llama a las puertas de Jesús Navas, que es un fijo de Vicente Del Bosque para Sudáfrica, que el nombre del “ Duende de los Palacios” vuelve a ser escrito en las agendas de los grandes saurios del continente, la pregunta que se hacen los sevillistas desde el sofá es: ¿Será capaz Jesús Navas de vivir lejos de Sevilla y Los Palacios?
Los que conocen a fondo a este pariente andaluz del Correcaminos, capaz de aburrir en las carreras al mismísimo Tito Poulsen, apuestan a que Jesús seguirá en el mismo lugar donde las estrellas al raso son más grandes y los requiebros saben a sal y a cielo; al “niño Jesús” no le gusta dormir más de lo imprescindible en estas tierras de temple, donde los tomates y las sandías tienen el mismo color que el escudo que defiende desde hace años. Un detalle que aprieta el corazón: en la madrugada de hoy, cuando los nervionenses aterrizaron en San Pablo procedente de Moscú, cansados, los baúles llenos de esperanza y oliendo a cuartos de Champions, el “Niño Jesús” tomó su coche y tiró para Los Palacios, que queda de Sevilla a un tiro de casi 40 kilómetros. Jesús iba disparado al calor de hogar, olisqueando a pan blanco y con mono de “ceceo” del bueno.
Han pasado casi dos lustros y aquel flaco imposible (ahora mide 1,75) se ha convertido en uno de los mejores extremos del mundo, orgullo de los sevillistas, y colocado por derecho en los altares de los principales mitos del club. Ahora que todo es oro, que la selección llama a las puertas de Jesús Navas, que es un fijo de Vicente Del Bosque para Sudáfrica, que el nombre del “ Duende de los Palacios” vuelve a ser escrito en las agendas de los grandes saurios del continente, la pregunta que se hacen los sevillistas desde el sofá es: ¿Será capaz Jesús Navas de vivir lejos de Sevilla y Los Palacios?
Los que conocen a fondo a este pariente andaluz del Correcaminos, capaz de aburrir en las carreras al mismísimo Tito Poulsen, apuestan a que Jesús seguirá en el mismo lugar donde las estrellas al raso son más grandes y los requiebros saben a sal y a cielo; al “niño Jesús” no le gusta dormir más de lo imprescindible en estas tierras de temple, donde los tomates y las sandías tienen el mismo color que el escudo que defiende desde hace años. Un detalle que aprieta el corazón: en la madrugada de hoy, cuando los nervionenses aterrizaron en San Pablo procedente de Moscú, cansados, los baúles llenos de esperanza y oliendo a cuartos de Champions, el “Niño Jesús” tomó su coche y tiró para Los Palacios, que queda de Sevilla a un tiro de casi 40 kilómetros. Jesús iba disparado al calor de hogar, olisqueando a pan blanco y con mono de “ceceo” del bueno.