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El maldito 16-M, cuando fallaron los milagros y crucificaron a Jesús Navas
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José Manuel García

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El maldito 16-M, cuando fallaron los milagros y crucificaron a Jesús Navas

Confieso mi falta absoluta de objetividad cuando escribo estas líneas. Reconozco mi tremendo dolor postrero tras la fatídica noche del 16-M, cuando un buque ruso llamado

Foto: El maldito 16-M, cuando fallaron los milagros y crucificaron a Jesús Navas
El maldito 16-M, cuando fallaron los milagros y crucificaron a Jesús Navas

Confieso mi falta absoluta de objetividad cuando escribo estas líneas. Reconozco mi tremendo dolor postrero tras la fatídica noche del 16-M, cuando un buque ruso llamado CSKA abrió en canal los corazones de docenas de miles de seguidores del Sevilla y tiró a una vulgar papelera sus sueños rotos de Europa.

Nada conmoverá tanto como el gesto torero de Nervión entera cuando, hundida, paseó su derrota escaleras abajo. Abajo, en el césped, los pupilos de Manuel Jiménez arañaban su camiseta amargamente y correspondían a la ovación del aficionado, a sabiendas que estaban tan rotos como ellos. Ellos, los esforzados futbolistas blancos, que han muerto en la orilla más de una vez, se agarraron al poeta Jorge Manrique, cuando dijo “Este mundo es el camino para el otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar.” Y sí que erraron los casi siempre infalibles Luis Fabiano, ese killer que pone la bala donde se posa el ojo y disparó desde metro y medio al cuerpo del ruso Akinfeev, o Palop, que se olvidó de su mano milagrera en un balazo de Honda.

El fútbol es el fútbol, maldito fútbol, que duele tanto y tanto quema. Un par de jugadas que las cargó el diablo y aniquiló a un Sevilla colmado de bravura, que cayó despatarrado por un estoconazo imprevisto y hasta la bola. Con dolor y rabia, y dos toneladas de frustración se queda uno al ver que en Europa también cuecen habas en esto de los árbitros, porque no puede ser más bajuno y ciego el árbitro húngaro, que no quiso saber nada de las patadas/agresiones/crucifixión a Jesús Navas, al que, primero Semberas y el zurdo Mark González (alguien con veneno en las tripas) no le arrancaron la pierna de pura casualidad.

Cuando Jorge Valdano gritó desde su azotea para que preservasen la especie de artistas que encabeza Cristiano Ronaldo, seguro que su generosidad verbal quedaba extendida sobre el pellejo del mago de Los Palacios. la Liga (noble pugna cuchillo en diente con el Valencia por el tercer puesto) y un partido final de Copa del Rey. Pero antes deberá dejar atrás la melancolía y, sobre todo, la dinámica perdedora de los últimos tiempos.

Tendrá que volver a ser el Sevilla eléctrico y torero que encandila a media Europa. Deberá el equipo blanco comerse el llanto, las lunas rotas y los paisajes lunares de su juego. Tendrá que recuperar a gente perdida en el bosque. Falta la magia de Kanouté, los goles de Negredo y la fuerza de Squillaci. Falta que el mal bajío sople hacia otro lado y a Nervión llegue brisa fresca.

Queda mucha Liga y el desenlace de Copa. Queda todavía un largo trecho para reír y celebrar. Que luego, en el final del camino, aparezca Del Nido que bolígrafo en ristre haga cuentas, decida y ejecute. Pero confieso que hoy es difícil hacer dibujos y mirar de frente al fútbol. Con lo que nos ha dolido el fútbol ese maldito 16-M.

Confieso mi falta absoluta de objetividad cuando escribo estas líneas. Reconozco mi tremendo dolor postrero tras la fatídica noche del 16-M, cuando un buque ruso llamado CSKA abrió en canal los corazones de docenas de miles de seguidores del Sevilla y tiró a una vulgar papelera sus sueños rotos de Europa.

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