Es noticia
Vísperas del Clásico: Iturralde, el amigo de la casa
  1. Deportes
  2. No hay Estrellas
José Manuel García

No hay Estrellas

Por

Vísperas del Clásico: Iturralde, el amigo de la casa

Se consumen las horas y se huele hasta los fundillos del Clásico de clásicos. Por los periódicos deportivos y secciones televisivas conocemos y conoceremos vida, milagros

Foto: Vísperas del Clásico: Iturralde, el amigo de la casa
Vísperas del Clásico: Iturralde, el amigo de la casa

Se consumen las horas y se huele hasta los fundillos del Clásico de clásicos. Por los periódicos deportivos y secciones televisivas conocemos y conoceremos vida, milagros y miserias de cada rival, según el espejo donde se miren. La rueda de los grandes se para dos veces al año y el lunes toca currar como Dios manda. Barcelona y Real Madrid, los dos mejores equipos del mundo, con los mejores jugadores del mundo, se mirarán de frente, a los ojos, y escupirán su fútbol: el mejor fútbol  planetario. Y en medio de tan gigantesco  ornato, un personaje con un silbato, dirigiendo el tráfico y procurando que los ferraris y maclarens no se estrellen contra un muro. El árbitro, Eduardo Iturralde González. He ahí la cuestión.  He aquí el problema.

Iturralde es un tipo que me cae simpático. Un vasco echado para adelante, hablador y muy agradable. Habla con los futbolistas como si estuvieran en la barra de un bar chateando potes y criticando la subida aleatoria de los precios. Pero cuando aprecia que alguien va con las uvas pasadas de fecha, encañona y dispara con la avidez de sangre de un león que engulle solomillo de gacela. Lo malo es que los disparos del Itu no son bidireccionales, sino que suelen buscar las cuevas del más débil. Iturralde tiene marcada tendencia casera, al menos desde que toca pelo en las alturas del Comité de Árbitros, donde está muy bien visto, pese a que no suelen premiarle con piezas mayores (Mundiales, Eurocopas…), y se tiene que conformar con piezas menores (encuentros internacionales, Mundiales y Europeos de categorías inferiores…)

Y es que en los números y la estadística de Iturralde abundan las victorias locales sobre las visitantes, siempre y cuando, obvio, el visitante sea uno de los dinosaurios. Por ello, a Itu, sus colegas guasones le llaman entre dientes el amigo de la casa.

Iturralde procura llevarse de cine con la alta instancia, sobre todo con Victoriano Sánchez Arminio, vecino de Santander, con el que ha chateado más de una vez. Con José Jesús López Nieto y Evaristo Puentes Leira, los otros miembros del comité de selección de árbitros, simplemente “se lleva”. Y es que no le perdonan al bilbaíno el clamoroso patinazo que tuvo en un decisivo final de Liga. Se disputaba la penúltima jornada de la temporada 2006/07, se jugaban las papas los dos grandes y el Sevilla. Este equipo, adiestrado por Juande Ramos, disputaba un decisivo encuentro en el campo del Mallorca. Empate a cero. El Barcelona perdió sorprendentemente su partido contra el Espanyol, con Tamudo, héroe de españolistas y madridistas, erigido para la historia en Jack el Destripador del Barça.

La Liga estaba en manos de Sevilla y Real Madrid. Pero necesitaba ganar el Sevilla en cancha isleña. En esto que quedan dos minutos para el final y a Luis Fabiano le agarran por el brazo y le zancadillean –no le disparan el tiro de gracia por fallo del percutor--, todo a metro y medio de distancia de Iturralde, que ante la mirada patidifusa de propios y extraños, dice que “sigan, sigan, sigan...” El partido terminó, y el Sevilla se quedó con la miel del título liguero en los labios. Quedaba el consuelo de la final de la Copa del Rey, partido que disputaría contra el Getafe y en el que estaba designado para arbitrarlo… Iturralde. Los dirigentes del Sevilla no querían ver al vasco ni en las marquesinas del autobús, y el Comité de Designación metió en la nevera a Iturralde González y le dio el chocolate a Rodríguez Santiago.

Pero el tiempo cura heridas y las que hacen ciertos colegiados afines a las alturas sanan a velocidad de obús. Iturralde González ya se mueve por los pasillos rojos del Colegio Arbitral con la solvencia de Pinito del Oro por los alambres. Por ello le han dado un buen premio, un Barcelona-Real Madrid. En Barcelona. Si Florentino Pérez y su cohorte de ejecutivos blancos no se han movido con diligencia, el Real Madrid partirá con desventaja y se encontrará a merced de los designios de los santos, que no de las piernas de Cristiano Ronaldo, Xabi Alonso y Özil, y tampoco de las manos milagreras de Iker Casillas. Porque si se produjera una jugada dudosa en su área, toquen madera los madridistas y recen: habrá decisión fatal. En la otra orilla del área, la azulgrana, los ciegos serán muy ciegos y los mancos seguirán sin manos.  Así se mueve don Eduardo.

*Si quiere seguir a José Manuel García en Twitter, hágalo en http://twitter.com/butacondelgarci

Se consumen las horas y se huele hasta los fundillos del Clásico de clásicos. Por los periódicos deportivos y secciones televisivas conocemos y conoceremos vida, milagros y miserias de cada rival, según el espejo donde se miren. La rueda de los grandes se para dos veces al año y el lunes toca currar como Dios manda. Barcelona y Real Madrid, los dos mejores equipos del mundo, con los mejores jugadores del mundo, se mirarán de frente, a los ojos, y escupirán su fútbol: el mejor fútbol  planetario. Y en medio de tan gigantesco  ornato, un personaje con un silbato, dirigiendo el tráfico y procurando que los ferraris y maclarens no se estrellen contra un muro. El árbitro, Eduardo Iturralde González. He ahí la cuestión.  He aquí el problema.