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Forlán es uno de los mejores jugadores del mundo pero no es 'trigo limpio'
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José Manuel García

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Forlán es uno de los mejores jugadores del mundo pero no es 'trigo limpio'

Diego Forlán (31 años) es un gran jugador, de los mejores del mundo. No lo digo yo, lo dicen todos, y lo dijo el comité técnico

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Forlán es uno de los mejores jugadores del mundo pero no es 'trigo limpio'

Diego Forlán (31 años) es un gran jugador, de los mejores del mundo. No lo digo yo, lo dicen todos, y lo dijo el comité técnico de la FIFA, que proclamó al uruguayo “el mejor jugador del Mundial 2010”, por encima de Leo Messi, por encima de las estrellas hispánicas. El Mundial que se marcó Forlán fue para enmarcar en plata y conservarlo durante lustros. Pero eso pasó el verano y del verano a esta parte existe un trayecto cuajado de destemplanzas y desencuentros. Se ha podido ver la peor cara del jugador. Su rostro humano.

El llamado Cachabacha, un goleador tremendo, que tiene viviendo entre sus rubias cejas el concepto más puro de los depredadores, un instinto finísimo que permite olisquear la cristalización de una jugada trenzada por el equipo en las redes del contrario. Ha sucedido decenas de veces, cientos de veces. En todos los equipos donde militó. En casi todos, porque en el Manchester United pasó como pasan las aves en invierno, por culpa de esa extraña forma de ser de Alex Ferguson, que con el uruguayo demostró que también los magos sufren resfriados. 

Siendo la estrella de Independiente, Diego Forlán se encontraba virtualmente traspasado al Sunderland, pero la mano de Ferguson es alargada y los billetes del avión del aeropuerto londinense de Heathrow sufrieron una brusca variación, que dieron con los huesos de Forlán en Manchester en lugar de Sunderland. Pero no triunfó en Manchester y sí lo hizo en Villarreal, donde Diego explotó. Jugó tres años en tierras levantinas, donde fue Pichichi de todo y máximo goleador amarillo de todos los tiempos. Hasta que el charrúa dijo basta. 

“Y cuando Diego dice hasta aquí llegamos, nadie le cambia de opinión así venga un maremoto”, ha confesado un empleado del club que prefirió mantener su nombre en el anonimato.  Forlán fue transferido al Atlético de Madrid hace cuatro temporadas por un precio más que razonable para una estrella: 23 millones de euros.  Eran tiempos en los que el Atlético nadaba en la abundancia (también por el dinero que se embolsó con Fernando Torres) y el club podía permitirse invertir en lujos que ahora son inalcanzables. 

Forlán ha devuelto con  creces tal desparrame económico. Lleva 125 goles en cuatro años con la rojiblanca, donde ha sido Pichichi y Bota de Oro. Una ametralladora rubia, el arma letal de un equipo que se ha sostenido muchas veces merced a la chispa anotadora de Forlán. Pero él ha mantenido una actitud cuanto menos incomprensible y ambigua fuera de la cancha. Siendo su abogado Daniel Bolotnicoff, el tipo más fiel y leal del mundo, el jugador también ha jugado la carta de la familia, asignando a su padre y hermano los papeles de representantes paralelos, lo que ha llegado a protagonizar equívocos unas veces hilarantes pero otras muy dolorosos. 

El verano de 2009, cuando Forlán amplió su contrato con el Atlético, lo recordará Bolotnicoff como uno de los más duros de su vida. Pero el futbolista se supo portar en el terreno de juego y habló donde mejor se expresa, en el césped, merodeando con maestría los terrenos del gol. Tras el Mundial, la vida deportiva del Cacha ha comenzado a sufrir bruscos mordiscos y desencuentros. El jugador regresó de las vacaciones con el firme propósito de salir del Atlético a un grande de Europa, pues sabe que, a su edad (en mayo próximo cumple 32 años), el último tren ya ha llegado o está a punto de hacerlo. 

Pero Diego Forlán no salió del Calderón y ello ha crispado sus nervios, dentro y fuera de la cancha. El futbolista ha hablado claro y sin tapujos cuando se habla de los amores a un club. El suyo no pasa por jurar fidelidad eterna al Atlético. Lo ha dicho en público. En el juego, el Cachabacha no anda fino y fuera se ha convertido en un personaje huraño e irascible. Ha tenido algún desencuentro en el vestuario, incluso con el entrenador ha tenido alguna fricción, que han desmentido las partes. 

 

¿Confabulación contra 'la rubia'?

El último bulo que se ha alimentado en torno a la persona del que fuera nombrado mejor jugador de Sudáfrica ha sido la de una supuesta confabulación contra él. “A la rubia (Forlán) ni un balón”. No me lo creo. Seguro que en el Atlético no. Puede que existan desencuentros, chispazos de convivencia, malos modos que rompan los nervios, pero la profesionalidad del plantel se encuentra por encima de cualquier ecuación estúpida. El olfato de gol de Forlán se ha escondido en algún tejar y no mete goles. 

Pero Diego ha dado dos asistencias de gol en los últimos encuentros. El último fue anoche, cuando le puso el balón en la cabeza del brasileño Elías. Se trata de Forlán, uno de los mejores jugadores del mundo, alguien que no besa el escudo que porta en la camiseta. Un jugador peculiar, dicen unos; un bicho raro y ególatra, dicen otros. No es trigo limpio, apostillan los terceros. 

 

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Diego Forlán (31 años) es un gran jugador, de los mejores del mundo. No lo digo yo, lo dicen todos, y lo dijo el comité técnico de la FIFA, que proclamó al uruguayo “el mejor jugador del Mundial 2010”, por encima de Leo Messi, por encima de las estrellas hispánicas. El Mundial que se marcó Forlán fue para enmarcar en plata y conservarlo durante lustros. Pero eso pasó el verano y del verano a esta parte existe un trayecto cuajado de destemplanzas y desencuentros. Se ha podido ver la peor cara del jugador. Su rostro humano.