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Misión imposible: desactivar a Cristiano Ronaldo
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José Manuel García

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Misión imposible: desactivar a Cristiano Ronaldo

Cuando Cristiano Ronaldo clavó la pelota en las agujas del marco defendido por Vermeer, el Bernabéu crujió. Muchos seguían con la boca abierta después de unos

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Misión imposible: desactivar a Cristiano Ronaldo

Cuando Cristiano Ronaldo clavó la pelota en las agujas del marco defendido por Vermeer, el Bernabéu crujió. Muchos seguían con la boca abierta después de unos minutos, cosa lógica: acababan de ser testigos de una obra de arte. Sergio Ramos, Özil, KakáBenzemá y CR7 fueron los protagonistas del cuadro. Los maestros del pincel. Cristiano tuvo tiempo de agarrar su M-16 y disparar a la primera. De un toque certero y sutil. Como la mordedura de una cobra: mortal. La pared que construyó el Ajax cayó con estrépito, ladrillo a ladrillo. El Real Madrid lo fundió.

El Real Madrid salió con hambre de fútbol y de Ajax. Los analistas habían martilleado las vísperas con el fútbol-arte de los herederos de Cruyff, y Frank de Boer, ex del Barça, deslizó adrede conversaciones previas con Pep Guardiola, el amigo de Mourinho. La bicha. El plus de pólvora estaba servido, sólo había que recordarlo antes del silbato. Y mirar a CR7. Salió el portugués con el gatillo encendido y el nervio envuelto en acero y, a la media hora, la fiera holandesa miraba con ojos de gato humillado. Ronaldo no bajó el pistón y dejó los flecos a Kaká, el intérprete perfecto de la última sinfonía: “El Real Madrid ha vuelto”.

Quizás Kaká esté jugando los mejores minutos desde que aterrizó en Chamartín, quizás Xabi Alonso sea la mano alargada de la sombra  de Mou, tal vez Özil tenga un botón más en la escala de los virtuosos. Pero la clave de la madre de todas las batallas se llama Cristiano Ronaldo. Y este es el RMadrid de CR7. Frank de Boer utilizó durante días varias jugadas para atrancar la puerta de entrada del mago luso, pero falló. En Zagreb utilizaron métodos ilegales y hachas para pintar de sangre el tobillo del 7. Los técnicos estudian a conciencia diversas fórmulas. Marcajes mixtos, de dos hombres, marcajes pegajosos, iracundos, incluso disparar a las piernas. De poco vale cuando Cristiano hincha sus pulmones y calienta las piernas.

Mauricio Pochettino, el entrenador del Espanyol, próximo rival madridista, lanza un pensamiento al aire. Para tener opciones, lo primero: “Desactivar a Ronaldo”. Así tienen “mucho logrado, por la mentalidad ganadora,  trabajo e instinto asesino que transmite al equipo”. Su personalidad es contagiosa, “es imparable. Y muy ambicioso. Cuando pide el balón se lo tienes que dar, porque sabes muy bien que, entre ceja y ceja, ya tiene dibujado el gol. Es único. Imparable”. Así lo cree Sir Alex Ferguson, su entrenador en el Manchhester United, que vivió épocas de gloria con CR7, y momentos de insoportable tensión. “Porque se exige mucho y también a sus compañeros. Ellos saben que vivirán la gloria y harán pasar a sus adversarios por un infierno”. “En carrera y el balón controlado, CR7 es imparable”, asegura Arsene Wenger.

Ronaldo atraviesa un momento espléndido y sus números crecen a la par que sus duendes bailan con cifras de locura. Pero el portugués no descansa, y tiene en alerta máxima a su legión de cuidadores, incluyendo a su dietista. Quiere ser el mejor del mundo, por encima de Leo Messi, su más secreta obsesión. Su pesadilla.

Cuando Cristiano Ronaldo clavó la pelota en las agujas del marco defendido por Vermeer, el Bernabéu crujió. Muchos seguían con la boca abierta después de unos minutos, cosa lógica: acababan de ser testigos de una obra de arte. Sergio Ramos, Özil, KakáBenzemá y CR7 fueron los protagonistas del cuadro. Los maestros del pincel. Cristiano tuvo tiempo de agarrar su M-16 y disparar a la primera. De un toque certero y sutil. Como la mordedura de una cobra: mortal. La pared que construyó el Ajax cayó con estrépito, ladrillo a ladrillo. El Real Madrid lo fundió.

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