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Clemente tiene razón: el Real Madrid divierte más que el Barça
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José Manuel García

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Clemente tiene razón: el Real Madrid divierte más que el Barça

Javier Clemente se divierte más viendo jugar al Real Madrid que al Barcelona y confieso que yo, a veces, también. Por ejemplo, en el matinal del

Javier Clemente se divierte más viendo jugar al Real Madrid que al Barcelona y confieso que yo, a veces, también. Por ejemplo, en el matinal del domingo, cuando los blancos vapulearon a Osasuna, que dos meses antes sufrieron la ira de Robin Hood en el Camp Nou. Comí impresionado por los pases de Xabi Alonso, los movimientos demoledores de Cristiano Ronaldo y el sano pique goleador que llevan Benzemá y el Pipita Higuaín. Una máquina perfecta. Pero es que la noche me aguardaba un huracán: San Mamés.

Lo del tiquitaca nunca le fue a mi amigo Javi (que jamás presumió de genio, pero siempre dijo su verdad, ni se plegó a nadie), que él era más del pressing, achiques y carreras en velocidad, sobre todo desde las bandas. El toque-toque dormidera le sigue poniendo de los nervios, sobre todo cuando se trata de especular. El domingo por la noche, tras la somanta de goles que el equipo de José Mourinho le propinó al de Mendilibar, los ojos se volcaron en  Bilbao y San Mamés levantó un océano. Fútbol, fútbol y de postre, más fútbol. Con un Athletic de siempre, con muchas dosis de calidad, mirando de frente a un Barcelona poderoso, con las mangas por encima del codo, chorreando sudor y respondiendo con hombría a la propuesta del adversario. Tuya y mía constante, balón al piso mojado y los jugadores yendo de frente: de Messi a Iraola, de Muniain a Dani Alves. Ninguno se escondió, porque no hubo sitio para la coba, ni un rincón para esconderse; todos metidos en la ensaladera e implicados en un fútbol sin sombras, vivo hasta el último segundo.

Hasta Javier Clemente salió aquella noche pateando lo que fuera. Y también el admirado Santi Segurola, y mucha gente más, porque San Mamés rindió un homenaje a todos. Allí no sólo estaban Xavi Hernández o Iniesta o Ander Herrera, también en alguna parte a los añorados Piru Gaínza y a Rafa Iriondo para tocar palmas de puro entusiasmo. No ganó el Athletic pero el Barça tuvo el corazón en la boca y no lo colocó en su sitio hasta que llegó al aeropuerto del Prat.

El Barça también es humano

El Barça ya sufrió en Gijón, no pudo morder la pierna al Sevilla (noche legendaria la del sevillista Javi Varas) y en Bilbao tuvo que multiplicar por mil sus intenciones: nunca un punto le supo a tanto como el de la otra noche. Así lo reconoció Guardiola. Pero también ha podido ver España que este Barça es humano y sabe sufrir. Es un equipo que se adapta a todas las situaciones. Un equipo campeón.  

Pero Clemente tiene razón. Este Real Madrid asusta. No sólo juega: destruye al adversario. Si sigue en forma de aquí a un mes, el choque frente al Barcelona será tremendo. Mourinho los tiene en máxima alerta. En la tropa blanca nadie baja una ceja. Pepe y Sergio Ramos defienden la muralla, Xabi Alonso, Ozil y hasta Kaká montan la estructura; arriba sólo disparan. CR7 ajusta cuchillos para saldar una cuenta. Messi espera, pero no se fíen de su mirada.

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Javier Clemente se divierte más viendo jugar al Real Madrid que al Barcelona y confieso que yo, a veces, también. Por ejemplo, en el matinal del domingo, cuando los blancos vapulearon a Osasuna, que dos meses antes sufrieron la ira de Robin Hood en el Camp Nou. Comí impresionado por los pases de Xabi Alonso, los movimientos demoledores de Cristiano Ronaldo y el sano pique goleador que llevan Benzemá y el Pipita Higuaín. Una máquina perfecta. Pero es que la noche me aguardaba un huracán: San Mamés.

Javier Clemente