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Suárez purgará ocho partidos por llamar "negro" a Evrá, pero éste quedó marcado de chivato
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José Manuel García

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Suárez purgará ocho partidos por llamar "negro" a Evrá, pero éste quedó marcado de chivato

Decía el maestro uruguayo Pipo Rossi que el fútbol es la apasionante combinación de la mujer más bella y el calor interior de los volcanes. La

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Suárez purgará ocho partidos por llamar "negro" a Evrá, pero éste quedó marcado de chivato

Decía el maestro uruguayo Pipo Rossi que el fútbol es la apasionante combinación de la mujer más bella y el calor interior de los volcanes. La pelota no deja indiferente a nadie. Todos la quieren, pero tiene tendencia a irse con los que mejor la tratan. Y en su disputa, las chispas que desprenden los jugadores suelen incendiar los pastos más cercanos. La pasión nació atada a los tobillos de los futbolistas. También en las gargantas de los hinchas. Cada partido encierra un mundo con veintidós historias diferentes. La historia que protagonizó el uruguayo Luis Suárez (Liverpool) con el francés Patrice Evrá (Manchester United) es un 'remake' de miles de incidentes del mismo rango. La Premier League ha 'zurrado' fuerte al charrúa: 8 partidos alejado de la competición y 45.000 euros de multa. Y todo por los malos modos del delantero, que profirió insultos racistas.

Luis Suarez es un gran futbolista, que siempre juega con un humor de perros; el delantero se pelea frecuentemente con el mundo, pero la paga con el árbitro (rara es la vez que no sale limpio de tarjetas) y, sobre todo, con los contrarios. En esta ocasión con Evrá. Pero el galo, ante la sorpresa de Suárez, pulsó el botón. Se chivó.  El castigo ha dejado descolocado a todos, en particular al futbolista del Liverpool, acostumbrado a sacar la lengua a que le dé el aire casi tanto como sus piernas. Pero también ha sorprendido al resto de profesionales del gremio.

En el fútbol latino, en particular el sudamericano, existen una serie de códigos que los propios jugadores respetan hasta las últimas consecuencias. Uno recuerda un lance en el área pequeña entre Simeone y Romario. Esperaban el saque de un córner y, de repente, mientras el balón viajaba por los aires, también por los aires salía el puño de Romario, que aterrizó violentamente contra el mentón del 'Cholo', que cayó al césped fulminado. El árbitro no dudó un segundo en mostrarle la roja a Romario. Los periodistas no pudieron sacarle una coma al brasileño, tampoco tuvieron nada que hacer cuando abordaron al argentino. Ambos entendieron que sacar al contrario de las casillas forma parte del juego, y Simeone en aquella ocasión fue más pillo que Romario.

Militando Fernando Redondo en el Tenerife tuvo la oportunidad de enfrentarse al Sevilla de Diego Maradona. Una de las veces, el afamado 'cinco' argentino le lanzó a su afamado compatriota un beso y una rosa, seguido de varios susurros. D10s, pese a su veteranía, sufrió una rotura en su cableado cerebral y fue a por Redondo. El árbitro vio al sevillista y lo expulsó. Ganó el Tenerife 3-0. Enfado monumental de Maradona y sus compañeros con el colegiado. Pero nadie dijo una coma de la conversación entre Fernando y Diego. Ambos lo zanjaron con un lacónico 'cosas del fútbol'. De las cosas del fútbol podría escribir una enciclopedia Carlos Salvador Bilardo, que aquella temporada dirigía el Sevilla.

Evra sí ejerció de chivato

En España estos códigos futbolísticos también suelen darse, lo mismo que en Portugal e Italia. Gente de color, como Romaric o el madridista Marcelo, sufren los puyazos de los desquiciadores. Están más o menos acostumbrados, lo toman como lances del fútbol. Marcelo sabe que nunca será amigo del barcelonista Busquets y tampoco lo será de Gerard Piqué, al que le negó el saludo en el último Clásico.

Distinto es lo que acontece en la grada, cuando el público ruge y la toma con un jugador. Samuel Eto’o, multimillonario en Rusia, se muestra especialmente sensible y reacciona mal cuando los aficionados le lanzan insultos racistas. Más de una vez se ha ido del campo. En la cancha es distinto, en el césped, además de utilizar un diabólico remate, cuenta chistes de africanos.

Luis Suárez, tan acostumbrado a poner verde a su rival, sea del color que sea, sigue con las cejas levantadas por el jarro de agua fría que le ha lanzado el Comité de Competición de la Premier, que ha pegado duro y sin apenas escucharle. La noticia ha sentado mal en los círculos del fútbol, en particular en el que se mueven los jugadores. Pero no es el único caso, pues la Fiscalía británica presentará cargos con John Terry por el insulto racista sobre Anton Ferdinand. No es que Suárez sea un tipo agradable; por el contrario, sus ademanes groseros le han granjeado una nube de antipatía. Pero Evrá rompió códigos. El fútbol no soporta a los chivatos.

Decía el maestro uruguayo Pipo Rossi que el fútbol es la apasionante combinación de la mujer más bella y el calor interior de los volcanes. La pelota no deja indiferente a nadie. Todos la quieren, pero tiene tendencia a irse con los que mejor la tratan. Y en su disputa, las chispas que desprenden los jugadores suelen incendiar los pastos más cercanos. La pasión nació atada a los tobillos de los futbolistas. También en las gargantas de los hinchas. Cada partido encierra un mundo con veintidós historias diferentes. La historia que protagonizó el uruguayo Luis Suárez (Liverpool) con el francés Patrice Evrá (Manchester United) es un 'remake' de miles de incidentes del mismo rango. La Premier League ha 'zurrado' fuerte al charrúa: 8 partidos alejado de la competición y 45.000 euros de multa. Y todo por los malos modos del delantero, que profirió insultos racistas.

Luis Suárez de Lezo