En el Barcelona se atisba una revolución con Leo Messi como el único elemento intocable

El Tata Martino, durante el entrenamiento del martes, reunió al plantel barcelonista en el centro del césped y, bajo un sol tibio, su voz sonó ronca: “Borrad lo que pasó el sábado en San Sebastián”, instó el argentino a sus jugadores. Dicen que muchos bajaron la cabeza, unos cuantos le miraron al rostro y otros clavaron sus ojos en otra parte. Dos derrotas en un mes han hecho tambalear al gigante, tanto que en la Ciudad Condal comienzan a hablar de revolución inminente.

Más que la derrota, lo que duele en el Barça es la pérdida de definición,su sello característico se ha desteñido, se ha consolidado el desconcierto y la sensación de estar atravesando el epicentro de una tormenta. El Tata Martino habló con Andoni Zubizarreta y ambos analizaron la situación. Preparan respuestas para el inminente encuentro que celebrarán con el presidente del club, Josep María Bartomeu, cuya sensación de apagafuegos crece por días. En la trascendente reunión, Bartomeu querrá saber soluciones, que alguien le aporte un manojo de respuestas para aliviar el escozor de las derrotas, justo ahora, cuando el líder es el Real Madrid que, a diferencia del Barça, aprieta fuerte, incluso con la ausencia de Cristiano Ronaldo, su máxima estrella.

A Martino (un medio deportivo barcelonés, muy afín al club azulgrana, ya comienza a barajar nombres de técnicos ilustres del mercado nacional e internacional para reemplazar al rosarino) también le preguntarán por una situación anómala: la irregularidad de Leo Messi. El único intocable en el Barça, cuyo rendimiento e implicación (tal y como se ha escrito en El Confidencial) ha sido cuestionado por el propio vestuario, que le pide lo que todos esperan de él: que se eche a la espalda el equipo y sea el factor desequilibrante de antaño.

Messi es la única estrella cuyo brillo opacará al resto de las estrellas, incluyendo a Neymar, más tocado por los asuntos extra futbolísticos que por las continuas lesiones. De aquí a poco se descorrerá el telón de la enésima renovación que se le realizará a Messi, un documento que aportará una cifra mareante y despejará toda duda sobre quién es el número uno en las ganancias.

Los demás miembros del lujoso plantel azulgrana tienen fecha de caducidad. Carles Puyol, el capitán, lastrado por una catarata interminable de lesiones, ha sido el primero en abrir la puerta. Puyol sabe, además, que no es un elemento clave en los dibujos de Martino y su presencia ha pasado a un segundo plano. Su carácter y orgullo no le permiten otra cosa que dar un paso al costado.

Javier Mascherano, ese defensa que barre y siempre va de frente, cayó en picado la temporada pasada y sigue sin remontar, pese a que Martino le ha dado galones para erigirse en el dueño de la zona zurda de la defensa. A Mascherano le gustaría seguir, pero también sabe que en el club miran la situación desde otro prisma.

Xavi Hernández es otro de los futbolistas que se encuentra en las miradas de los aficionados. Los años no pasan en balde y Xavi, pese a la dosificación, no termina de adquirir su mejor nivel y muchos dudan de que lo vuelva a alcanzar. A Xavi todavía le queda fútbol, pero lo que los técnicos temen es su pérdida de regularidad. El segundo capitán del Barça sigue manteniendo un gran peso en el vestuario, pero no logra alejar dudas. Pese a los desmentidos, su continuidad en el Barça no es segura. En Estados Unidos le reclaman. Xavi ya no es insustituible. El tiempo en fútbol es papel ardiendo.