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Cristiano Ronaldo no es un vividor: se ganó el derecho a divertirse
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José Manuel García

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Cristiano Ronaldo no es un vividor: se ganó el derecho a divertirse

“Cristiano tiene derecho a hacer lo que quiera”, sentenció Menotti. Porque hay gente que, como el portugués, se tiene ganado todo el derecho a cambiar el paso. El 7 habla, y muy bien, en el campo...

Foto: Cristiano Ronaldo, durante el último derbi disputado en el Vicente Calderón (Reuters)
Cristiano Ronaldo, durante el último derbi disputado en el Vicente Calderón (Reuters)

Cuando la tarde del último sábado de enero, al Real Madrid se le caían los palos del sombrajo y sus jugadores miraban al infinito, vapuleados por su vecino rival, apuesto que todos buscaban un centímetro de agujero para tapar su orgullo. Fue una tarde destripadora: los esquemas se chamuscaron, las piernas se bloquearon y mientras el aficionado rojiblanco se agarraba a la nube de los sueños, el madridista buscaba el camino más corto a su casa. Y Cristiano Ronaldo-goleador ante el Schalke tras tres partidos a cero-hizo eso: irse a casa. Urbanización de lujo llamada La Finca.

El domingo y el lunes siguió el escándalo. La prensa sensacionalista, con las tertulias más incendiarias que nunca, todos buscaban una hoguera para quemar la bien tupida ceja de Cristiano Ronaldo, que junto a un grupo de jugadores afines a la nómina de su apoderado, Jorge Mendes, soliviantó la línea de disgustodel club al irse a “celebrar una derrota”.

Cristiano Ronaldo (cuyo futuro en el Real Madrid se verá a final de temporada, con Florentino Pérez abierto a recibir la mejor de las ofertas) cumplía los treinta años, cerró un restaurante para celebrarlo y lo hizo con sus amigos. Lo tenía previsto. Lo que nadie apuntó en las previsiones fue la opaca actuación del equipo de Ancelotti, incluyendo a CR7 y, por supuesto, un 4-0 que producía sarpullidos con solo recordarlo. La vida es un vaivén…

Lugares de dudosa reputación

El noventa por ciento de los jugadores de antes y de ahora no se atrevería a levantar el dedo ni por supuesto arrojar la primera piedra sobre ningún acusado, porque la transgresión ha sido norma en los vestuarios de siempre. Y jamás pasó nada. Cristiano Ronaldo, modelo intachable de profesionalidad(lleva un entrenador personal pegado a su piel), saltó y cantó en ‘su’casa lo que le vino en gana y se puso el mundo por montera durante unas horas. Y luego se fue a dormir.

A muchos jugadores de equipos campeones, en tiempos del Atlético Aviación o del Sevilla Club de Fútbol o del Barcelona, festejaban demasiado y luego los sacaban de lugares de dudosa reputación con la mascota calada y las solapas hasta el cuello, sudando alcohol. “Luego en el campo corríamos como gamos. Éramos jóvenes y a todos los jóvenes nos gustaba la diversión”, dijo a este periodista hace muchos años el ya fallecido Campanal, ‘el Gordo’, que fue campeón de Liga con el Sevilla.

Las carreras de puntillas en las plantas ‘exclusivas para el equipo’de los hoteles entrefutbolistas y señoritas sin bolígrafo para un autógrafo, eran la comidilla de cualquier desayuno del equipo. A veces, el entrenador se hacía el sueco. La mayoría de las veces, sobre todo en estos tiempos, el entrenador corta de raíz cualquier intento libertino. Pero antes, sobre todo en las concentraciones, algunos cuartos de los futbolistas parecían la copia exacta del ‘camarote de los hermanos Marx’.

Maradona y los bocadillos de jamón

Los veteranos podrían escribir un libro interminable de memorias ‘después de un partido’. He visto a Maradona la víspera de un partido comer dos bocadillos de jamón y una cerveza fría. Tenía hambre y también tenía sed. Maradona, un crack con el balón pisado, le gustaba pisarlo todo. Es el futbolista sin límites. Y la persona sin límite. Nunca dejó nada a medias. Le pregunten a la madamede vulgar nombre del chalet sevillano que tanto conocía. Lo sabía todo el mundo. La fama festera de D10s era conocida en Sevilla, en Barcelona y, por supuesto, en Nápoles. Pero luego se vestía de futbolista, arqueaba las cejas y hacía que lo imposible fuera posible y nos dejaba a todos boquiabiertos.

A eso se refería César Luis Menotti hace unos días cuando escribió varios disparos contra los rasgadores de vestiduras de cada día: “A mí no me importa si Serrat se va a acostar temprano o si García Márquez se bebía un whisky. Cristiano tiene derecho a hacer lo que quiera”, sentenció el mítico ‘Flaco’, campeón con Argentina en el 78. Porque hay gente que, como Cristiano Ronaldo, se tiene ganado todo el derecho a cambiar el paso. Luego el 7 habla, y muy bien, en el campo.

Cuando la tarde del último sábado de enero, al Real Madrid se le caían los palos del sombrajo y sus jugadores miraban al infinito, vapuleados por su vecino rival, apuesto que todos buscaban un centímetro de agujero para tapar su orgullo. Fue una tarde destripadora: los esquemas se chamuscaron, las piernas se bloquearon y mientras el aficionado rojiblanco se agarraba a la nube de los sueños, el madridista buscaba el camino más corto a su casa. Y Cristiano Ronaldo-goleador ante el Schalke tras tres partidos a cero-hizo eso: irse a casa. Urbanización de lujo llamada La Finca.

Cristiano Ronaldo Florentino Pérez
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