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Vettel, nacido para ganar
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Andy Soucek

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Vettel, nacido para ganar

Aún recuerdo con gran añoranza aquellos años en los que corría en karts. Probablemente muchos de mis compañeros coincidan conmigo en que han sido los

Foto: Vettel, nacido para ganar
Vettel, nacido para ganar

Aún recuerdo con gran añoranza aquellos años en los que corría en karts. Probablemente muchos de mis compañeros coincidan conmigo en que han sido los mejores años de nuestras vidas, aunque espero que los que lleguen sean aún mejores. Ahora ya no me puedo imaginar lo que es correr sin presión, tomarse las cosas con filosofía y calma, pensar que tan solo es un hobby y tener la valentía o inconsciencia de un niño que intenta emular a sus héroes de la F1.

Pero quién me iba a decir a mí que, durante una carrera del campeonato de Europa allá por el año 2001, iba a enfrentarme a un tal Lewis Hamilton, Nico Rosberg o Robert Kubica. Quién me iba a decir que vería correr en ¡categorías inferiores! a un tal Sebastian Buemi, Sebastian Vettel o Jaime Alguersuari. Resulta que estaba compitiendo contra los mejores pilotos de la actualidad en la máxima categoría, aquella con la que de críos soñábamos con más pasividad que ansia. Pero dentro de los magníficos que he nombrado, había uno que marcaba la diferencia por su pilotaje y tal vez por su sponsor: Sebastian Vettel.

¿Os gusta el Red Bull? A mí no, pero bebería mil latas si me dieran el trato que ha recibido su estrella actual. Ya con 13 o 14 años en el karting llevaba casco, mono y coche decorado con la marca de la bebida energética más famosa del mundo. Era su niño mimado, un chaval al que hasta el mismísimo Michael Schumacher veía como su sucesor, y vaya si lo ha sido…

El motivo de este artículo es muy sencillo. Se está hablando mucho de Vettel, pero poca gente conoce las experiencias personales que vividas junto a él y qué mejor medio que El Confidencial para contaros algunas de ellas.

"Mejor de lo que esperaba"

Vettel ha corrido con éxito en karting. Después dio el paso a la Fórmula BMW, donde ganó el 95% de las carreras de la temporada y fichó como piloto BMW y Red Bull (ambas marcas tenían equipos en la F1 en ese momento). Corrió la F3 Euroseries, donde quedó subcampeón por detrás de un tal Guido Van der Garde (actual piloto de GP2). Durante esa temporada vino a España para correr una prueba en Albacete de la F3 y, ¿sabéis lo que pasó? Clasifiqué delante de él y en la primera curva me pegó un exterior de alucine por encima del piano que, por honor, le devolví en la horquilla (curva número 3).

Su trampolín fueron finalmente las World Series by Renault, donde corrió varias carreras sustituyendo a un piloto que no daba la talla. En esta categoría coincidí con él y es aquí donde empecé a ver el potencial de este pilotazo. Su equipo (Carlin Motorsport) era uno de los buenos, pero no el mejor. Llegó a Misano, era un crío y todos sabíamos que iría rápido, pero, ¿tanto?

Por las mañanas, a eso de las 7, mientras yo tomaba el desayuno le veía pasar corriendo por delante de mi hotel y le pregunté por el motivo que le incitaba a hacer deporte antes de subirse al coche, a lo que me respondió: “Me gusta llegar al circuito sabiendo que lo que hago es más y mejor que lo que hacen mis rivales. Si no estás por encima de ellos, nunca les ganarás”. Desde entonces, empecé a correr por las mañanas antes de las carreras por si acaso.

Resulta que clasifiqué segundo y quinto, y él tercero y tercero, si mal no recuerdo. En la primera salida me encontré al piloto de delante y tuve que frenar, oportunidad que Vettel no dejó pasar para adelantarme como si estuviera parado. Intenté reaccionar, pero Vettel empezó a imponer un ritmo trepidante que fui incapaz de seguir, hasta hacerse con ambas victorias del fin de semana. Coindicí en el pódium con él y le dije: “Me has impresionado, eres mejor de lo que esperaba”, a lo que me contestó:  “Hago lo que puedo pero reconozco que soy la persona más feliz del mundo”. En sus ojos vi pasión, emoción y ganas de matar, ganas de arrasar a cualquiera que se interponga en su camino.

Dejó de correr las World Series a petición de Mario Theissen (jefe de equipo de BMW F1) para ser tercer piloto en la estructura compuesta por Kubica y Heidfeld. En esa época, a diferencia de ahora, los terceros pilotos rodaban los viernes. BMW subió a Vettel en Turquía y adivinen qué pasó. Hizo primero y dejó a todo el mundo boquiabierto. A partir de ahí, las marcas se lo rifaban y el “problema” consistía en si sería piloto Red Bull o BMW. Qué suerte tener ese dilema, demasiados sponsors y padrinos que te quieran subir a un F1.

En cualquier caso, su momento álgido fue su mítica victoria en Monza, bajo la lluvia y con un Toro Rosso. Pole, victoria y vuelta rápida para un piloto de 20 años en un equipo humilde, chapeau.

Sin aires de grandeza ni humos de campeón

Su carácter ha sido siempre el mismo que podéis ver ahora en la televisión, el de un chaval de procedencia humilde y con los pies en el suelo que esconde un gesto de niño bueno y mirada demoledora.

Por último, contaré una anécdota en un test que hizo en Misano en las World Series. Yo fui de coach de Alejandro Núñez y casualmente compartían equipo y box. Vettel salió a pista y en una de las tandas perdió el control de su monoplaza saliéndose a la gravilla y teniendo que ser rescatado por los operarios. Cuando llegó al box, se fue disculpando uno por uno con todos los miembros del equipo y se puso a barrer las piedras y a limpiar su monoplaza como si de su novia se tratase. Quizás venga de ahí su manía por ponerle nombres de chicas a los F1 con los que corre actualmente.

Vettel sabe meterse al equipo en el bolsillo y la gente le admira por lo bien que hace su trabajo, pero ante todo porque les trata de tú a tú, sin aires de grandeza ni humos de campeón heroico. Es un tío divertido, campechano y muy bromista, con un humor inteligente un tanto británico.

Los que penséis que este año lo ha tenido fácil y que el coche lo ha hecho todo, estáis equivocados y si no, mirad donde está Webber. Los que le hemos visto crecer os podemos asegurar que definitivamente es un genio, nacido para ganar, con un talento innato que unido a su obsesión por el trabajo impoluto le permitirá alzar el trofeo de Campeón del Mundo muchas veces más.

Aún recuerdo con gran añoranza aquellos años en los que corría en karts. Probablemente muchos de mis compañeros coincidan conmigo en que han sido los mejores años de nuestras vidas, aunque espero que los que lleguen sean aún mejores. Ahora ya no me puedo imaginar lo que es correr sin presión, tomarse las cosas con filosofía y calma, pensar que tan solo es un hobby y tener la valentía o inconsciencia de un niño que intenta emular a sus héroes de la F1.

Sebastian Vettel