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El nacimiento de los españoles antirugby: ahora vas y lo cascas
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Víctor García

Gordos y melones

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Víctor García

El nacimiento de los españoles antirugby: ahora vas y lo cascas

La reacción de una parte del público español a la derrota de los Leones en Bélgica ha sorprendido a los seguidores del rugby más tradicionales: ¿La culpa? Los valores...

Foto: Bélgica celebrando su victoria frente a España el pasado domingo. (EFE)
Bélgica celebrando su victoria frente a España el pasado domingo. (EFE)

El árbitro rumano Vlad Iordachescu pitó el final del partido y unos cuantos rugbiers de la selección española no controlaron su frustración, rabia e impotencia y fueron hacia él. Le acorralaron y persiguieron hasta que la seguridad le escoltó y abandonó el campo. Por esta lamentable imagen el rugby español ha recibido disparos hacia su credibilidad e identidad (dentro de su país). La acción de un puñado de jugadores ha derribado en la cabeza de muchos (nuevos) aficionados la idea de que el rugby vive y respira en torno a sus valores y educación. La verdad es ni siempre se pueden defender dichos valores -por resbalones como el del otro día o porque no el 100% de los rugbiers de todo el mundo son ejemplares-, ni es una mentira que el oval de una importancia extrema a éstos.

Daba la impresión de que algunos estaban esperando al rugby con el cuchillo entre los dientes y ha sido necesario un único árbol para tapar todo el bosque. Y no estamos hablando del discreto partido de España o la propia actuación del árbitro rumano, sino del trabajo que desde 2011 -y especialmente durante los últimos cinco años- lleva realizando la Federación española para llegar a este punto. En una parte de España ha calado más hondo el desafortunado (y que será sancionado) asedio sobre el colegiado que el hecho de haberse quedado en la orilla tras remar sin cesar durante un lustro. Han dado más importancia al “tanto hablar de valores y mira” que al 'milagro', malabares, equilibrios y épicas que se han hecho hasta rozar el sueño de Japón 2019 (el cual sigue vivo). Respetable esa visión, como la de ensalzar más este punto negro que el resto de la impoluta camisa. Una golondrina no hace verano.

Ni negro ni blanco, sino gris: habrá castigos porque es el propio rugby el primer interesado en borrar ese tipo de conductas y, como el propio rugby saca pecho de los valores, suelen ser sanciones ejemplares. En este caso, las reglas dictan que ante un comportamiento así -un 'assault'-, los jugadores podrán ser fácilmente sancionados con más de 12 partidos. ¿Será suficiente este castigo para que los nuevos aficionados no pierdan el interés por ver el resto del bosque?

Foto: La piña de España tras la dolorosa derrota en Bélgica. (EFE)

Quizás sea demasiado tarde y, como en otros campos ha sucedido dentro de la Piel de Toro, se transformen en 'enemigos para siempre' y sólo aparezcan cuando haya noticias negativas. En fútbol hay antimadridistas, antibarcelonistas, antimourinhistas, antiguardiolistas, anti… En Fórmula 1 también se ha desbordado otro 'anti' hacia uno de los considerados (fuera de España, al menos) mejores pilotos en la historia del automovilismo: los antialonsistas. Quizás, desde ahora, también se pueda hablar de los antirugby. Hay hueco para todas las opiniones.

'El Oportunista', de Leño

Rodrigo Contreras, uno de los colaboradores de rugby que escribe para El Confidencial y que pone voz al rugby en 'Teledeporte', se vio sorprendido este lunes por la gran cantidad de críticos que habían brotado delante de sus narices en las últimas 24 horas. En su cuenta de Twitter les dedicó una canción de Leño, la de 'El Oportunista'. El otro especialista del deporte del melón en este medio, Fermín de la Calle, también reconoció estar aturdido por la cantidad de colegas de la profesión que le habían pinchado por ese capítulo, con el objetivo de hacerle ver que el rugby no es tan bonito como se había cantado. Fermín lo sabe, porque no es la primera sanción en la historia del rugby de estas características. Fermín también sabe que en el rugby lo primero que te enseñan de pequeño es a no hacer daño al rival y a respetar al árbitro por encima de cualquier cosa... y que si las llamadas que ha recibido tras la derrota son únicamente para destacar ese aspecto negativo, se puedan entender más como un dardo que como una crítica constructiva.

Desde este domingo, el rugby español tiene dos tareas sobre la mesa: una opcional, la de realizar acciones para tratar de recuperar en la medida de lo posible su credibilidad -la de su deporte- y ayudar a este tipo de público a mostrarle el resto del bosque (habrá casos imposibles); y el segundo, más urgente, es levantarse lo antes posible para derrotar a Portugal. Como gritó el capitán Jaime Nava tras caer en Bélgica: "¡Vamos a ir a ese Mundial por lo civil o por lo criminal!". Por falta actitud y garra no será.

Foto: Lágrimas de España en el césped de Bruselas. (EFE)

El periodista y escritor Julio Camba dijo que “la envidia de los españoles no es aspirar al coche del otro, sino a que el otro se quede sin coche”. Este 'ahora vas y lo cascas' con el que el rugby español se ha visto rodeado estos días se amortigua con otros gestos de cariño y ánimo, como los que recibió el XV del León este lunes a su llegada al aeropuerto de Barajas. Para bien y para mal, la selección española de rugby debe crecer en este entorno.

El árbitro rumano Vlad Iordachescu pitó el final del partido y unos cuantos rugbiers de la selección española no controlaron su frustración, rabia e impotencia y fueron hacia él. Le acorralaron y persiguieron hasta que la seguridad le escoltó y abandonó el campo. Por esta lamentable imagen el rugby español ha recibido disparos hacia su credibilidad e identidad (dentro de su país). La acción de un puñado de jugadores ha derribado en la cabeza de muchos (nuevos) aficionados la idea de que el rugby vive y respira en torno a sus valores y educación. La verdad es ni siempre se pueden defender dichos valores -por resbalones como el del otro día o porque no el 100% de los rugbiers de todo el mundo son ejemplares-, ni es una mentira que el oval de una importancia extrema a éstos.

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