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"Solo espero devolverle al rugby todo lo que me ha dado"
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Patricia García

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"Solo espero devolverle al rugby todo lo que me ha dado"

Me retiro del rugby a los 32 años. Hace 13, recibí una llamada desde la Federación Española de Rugby para preguntarme si estaba interesada en jugar en la Selección

Foto: Patricia García, a la izquierda. (Cedida)
Patricia García, a la izquierda. (Cedida)

Aún recuerdo, como si fuera ayer, una llamada entrante de un número desconocido. "¿Quién será?", pensé.

-Hola, soy Pilar, de la Federación Española de Rugby. Te llamo para decirte que estás convocada para la próxima concentración con la Selección el próximo diciembre (2009) en estas fechas (…). ¿Estás disponible?

-Eh… ¡Claro, claro! ¡Estoy disponible!

Colgué el teléfono emocionada. Recuerdo que estaba por los pasillos de la facultad donde estudiaba en el Instituto Nacional de Educación Física (INEF). Y no daba crédito de esa primera llamada para entrar a formar parte de la Selección.

Tenía 19 años. Hoy, 12 años más tarde, echo la vista atrás. Aún me cuesta creer todo el recorrido con este equipo. Os comparto algunos de los momentos más destacados.

placeholder Patricia García, en su primer equipo de rugby, Geografía e Historia. (UCM Rugby)
Patricia García, en su primer equipo de rugby, Geografía e Historia. (UCM Rugby)

Los mejores momentos

Me siento honestamente afortunada de haber tenido la oportunidad de vivir tantas bonitas experiencias con la Selección (ambas disciplinas: rugby 15 o disciplina tradicional y rugby 7, la olímpica) por todo el mundo. A nivel deportivo, he participado en cuatro Mundiales. Entre ellas, he conseguido el mejor resultado de la historia del rugby español en la Copa del Mundo de Moscú 2013, donde finalizamos con un amargo, pero histórico, cuarto puesto (podría haber sido bronce si yo hubiera metido aquella transformación…); Juegos Olímpicos, primera vez en la historia que el rugby 7 es olímpico y tras años de duro trabajo, conseguimos la clasificación al gran sueño (además tuvimos la suerte de ser el primer partido de los Juegos Olímpicos. Por tanto, hicimos historia al poner en juego el primer balón de la historia de este deporte en esa competición).

placeholder Patricia, en pleno partido. (World Rugby)
Patricia, en pleno partido. (World Rugby)

Más allá de los hitos deportivos, me quedaría con lo que más me ha aportado a nivel personal: los mejores momentos han sido con las personas. Momentos divertidos, inolvidables, experiencias únicas con las chicas, las compañeras, con el equipo. A algunas de ellas, hoy en día, las tengo tanto aprecio y cariño que las considero parte de mi familia. Y personas, fuera del equipo, de otras secciones, entornos, culturas… Estar tanto tiempo lejos de tus seres queridos es muy duro, pero a la vez conocer, aprender y compartir tanto más allá de nuestras fronteras es, sin duda, otro de los mejores recuerdos que me llevo de esta etapa tan bonita, gratificante y enriquecedora.

Los no tan buenos momentos

También ha habido bastantes malos momentos. Por supuesto, las lesiones son siempre duras, difíciles de gestionar, pero ciertamente, aunque he tenido unas pocas, no puedo quejarme al respecto de esto. Para la cantidad de competición, entrenamiento y desgaste al que he expuesto mi cuerpo y mente, considero que he tenido bastante suerte (toco madera) hasta día de hoy, al menos con respecto a las lesiones. Para mí, sin duda, los peores momentos son los derivados de la mala gestión de la cultura del equipo. Estos son los más difíciles, cuando pasamos del amateurismo al profesionalismo, de concentrarte dos o tres veces al año, a pasar meses concentradas teniendo escasez de recursos (habilidades) en diferentes áreas. No es ningún reproche, lo hemos hecho lo mejor que hemos podido; pero es un aprendizaje, una llamada a la importancia del cuidado de la cultura de los equipos (deportivos, empresariales o de cualquier ámbito); un mensaje a compartir y que ojalá ayude a reflexionar y entender la importancia de la salud mental, de la cultura del grupo y cómo podemos crear entornos positivos y constructivos, con elevados niveles de exigencia y, por supuesto, en busca del rendimiento. Sin embargo, sin olvidar que detrás del deportista (de élite o no) lo que hay es un ser humano, una persona.

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El último rugido

Me cuesta encontrar palabras de agradecimiento a la altura de lo que he vivido en estas semanas. Sentir, vivir y recibir el cariño y el respeto de cientos de personas y entidades. De repente, el agradecimiento, visible, el reconocimiento, me ha dejado sin palabras. No me esperaba algo así, y desde aquí, no quería dejar pasar de nuevo la oportunidad de agradecer y de expresar mi gratitud hacia cada uno de esos gestos.

Me he vaciado. Casi 400 partidos entre ambas disciplinas (342 en rugby 7 y 43 en rugby 15). Mi objetivo siempre ha sido honrar la camiseta y tratar de dejarla en un mejor lugar, como aprendí de la cultura del rugby neozelandés que tanto me marcó. Espero haberlo conseguido, aunque sea un poco. De cara al futuro, trabajaré duro para tratar de devolverle al deporte, al rugby todo lo que me ha aportado.

Gracias, gracias, gracias.

Aún recuerdo, como si fuera ayer, una llamada entrante de un número desconocido. "¿Quién será?", pensé.

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