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Yo me cambiaba ahora mismo (o la suerte de Carlos Sainz)
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Borja Ortiz-Echagüe

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Yo me cambiaba ahora mismo (o la suerte de Carlos Sainz)

Borja Ortiz-Echagüe es mánager de Carlos Sainz junior, persona de máxima confianza del joven piloto español de Fórmula Uno, además de amigo de su padre

Foto: Carlos Sainz, nada más verse obligado a abandonar el Dakar por problemas mecánicos (Reuters)
Carlos Sainz, nada más verse obligado a abandonar el Dakar por problemas mecánicos (Reuters)

La suerte es relativa y será buena o mala según con quién te compares. Por ello, quisiera referirme aquí a ese tópico de la mala fortuna que algunos atribuyen a Carlos Sainz. Todo campeón con éxito tiene buenos y grandísimos momentos, pero son más los duros y difíciles. Por ello, resulta muy injusto que a Sainz -o a cualquier otro campeón- se les recuerde sólo por sus malos momentos cuando el verdadero mérito del mejor de los campeones consiste en recuperarse de todos ellos.

Para fijar el tema, empecemos con algunas preguntas de carácter general. ¿Cuánta gente en el mundo trabaja en lo que más le gusta? El 10% de la población, el 20% a lo sumo. ¿Y cuántos de esta minoría ha conseguido ser varias veces el mejor del mundo en lo que más les gusta? De estos, ¿cuántos han recibido un premio de sus colegas, el de ser elegido como el mejor piloto de todos los tiempos en los rallies? ¿Cuántos de ellos llevan 36 años dedicándose a su pasión? No creo que llegue siquiera a un 0,00001% de la población.

A esto, súmale un hijo que también se dedique a tu pasión y forme parte de los veinte pilotos en una parrilla de la Fórmula 1. Todo esto sin olvidar las hijas, la mujer y una salud de hierro. Y por último: ¿Cuántos de estos escasos privilegiados han resuelto económicamente su vida sin que nada les falte a ellos, su familia y a los hijos de sus hijos? No conozco a mucha gente que tenga la gran suerte de Carlos Sainz, ¡si es que hay alguien!

Pero vayamos a su carrera deportiva para, en vez de quedarnos con lo negativo, ver lo positivo. Con lo mucho que Carlos Sainz ha ganado en estos 36 años de carrera deportiva. Desde que en 1980 corrió su primer rally, Carlos ha competido y vivido su sueño en la élite durante varias décadas: 97 podios, 26 victorias en el Mundial de Rallies, dos títulos, 29 victorias de etapa y un Dakar figuran en su palmarés.

Si la suerte es comparativa, aquí va el parangón con algunos de los mejores pilotos que competían con Carlos en el Mundial de Rallies: Didier Auriol está retirado como lo están Juha Kankkunen, Ari Vatanen, François Delecour o Tommi Mäkinen. Colin McRae sufrió un mortal accidente en helicóptero y Richard Burns perdió la batalla contra un maldito cáncer. ¿Quién ha tenido más suerte de todos ellos? Sin duda, Carlos Sainz. Sólo hay tres campeones del mundo de Rallies que hayan ganado el Dakar; Vatanen y Kankkunen lo hicieron en los años 80. Nadie lo hizo ni antes ni después, excepto Carlos.

En la Fórmula 1 tampoco son mejores las comparaciones porque también otros grandes han sufrido con la fortuna. Por poner algunos ejemplos rápidos. Prost perdió varios mundiales; uno de ellos, el de 1988, con 11 puntos más que Senna porque aquel año se seleccionaban los mejores resultados y el francés tuvo que desechar tres segundos puestos. Nigel Mansell perdió dos seguidos; en 1986 cuando lideraba la carrera le reventó un neumático a falta de 17 vueltas para el final y un año después sufrió un accidente en los entrenamientos de la penúltima prueba que le mandó al hospital y le dejó el título a Piquet en bandeja. ¿Suerte o parte de la dinámica de la competición? De Michael Schumacher mejor no hablaré, es demasiado doloroso.

Volvamos al Dakar: de los 100 coches inscritos, 98 han sufrido un vuelco, una avería o han perdido más de una hora por diferentes problemas. Lo normal cuando se recorren 9.000 kilómetros a tope por pistas, piedras o dando saltos. Nani Roma se quedó sin opciones el primer día por segundo año consecutivo tras ganar el Dakar en 2014. ¿Mala suerte? Loeb volcó y perdió todas sus opciones cuando iba líder. No, es lo normal. Como también romper la transmisión a falta de dos kilómetros para el final, como le pasó anteayer. Despres sufrió una avería muy pronto, Al Attiyah volcó… En el Dakar gana el que menos problemas tiene. Este año, por ahora, ha sido el caso de Peterhansel.

Con perspectiva, ¿es buena o mala suerte que Sébastien Loeb, nueve veces campeón del mundo, tenga que decir de ti en este Dakar algo como esto? “En las zonas similares al Mundial de Rallies, Sainz no ha perdido nada de su velocidad y me obligó a atacar mucho para seguir el ritmo”. O que tu hijo, piloto de Fórmula 1, pueda compartir en Facebook algo así: “Sí, podría tener tres Dakares más de los que tiene y cuatro Campeonatos del Mundo de Rallies más de los que tiene con un poquito más de 'suerte'. Pero tiene un Dakar y dos Mundiales, fue elegido el mejor piloto de la historia, es de los pilotos más respetados por el mundo entero, tiene salud, le sobran amigos, tiene una mujer que le apoya y ama, dos hijas que le adoran (¡y qué hijas!) y un hijo que es su fan número 1. ¡Yo quiero tener su mala suerte con 53 años! ¡Ánimo jefe!”.

Una vez más, con este Dakar Carlos Sainz ha vuelto a demostrar que es todo un ejemplo de trabajo, superación, sacrificio, perseverancia y profesionalidad. Ha conseguido ser feliz con su pasión y una referencia mundial durante más de tres décadas. Tiene su vida resuelta, pero ahí sigue, con 53 años, capaz de imponer a Loeb y otros grandes un ritmo frenético y siendo líder del Dakar hasta su abandono. Gracias por todo, Carlos. Para mí, hoy más que nunca, eres un auténtico ídolo. Decir que Carlos Sainz tiene mala suerte es no saber de lo que se habla. Al menos yo, me cambiaba ahora mismo por él.

La suerte es relativa y será buena o mala según con quién te compares. Por ello, quisiera referirme aquí a ese tópico de la mala fortuna que algunos atribuyen a Carlos Sainz. Todo campeón con éxito tiene buenos y grandísimos momentos, pero son más los duros y difíciles. Por ello, resulta muy injusto que a Sainz -o a cualquier otro campeón- se les recuerde sólo por sus malos momentos cuando el verdadero mérito del mejor de los campeones consiste en recuperarse de todos ellos.

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