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La culpa es de Luis Enrique
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Pedro Gómez Piqueras

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La culpa es de Luis Enrique

Aunque a algunos les pese y sigan restando valor a su labor al frente del FC Barcelona, si hay alguien que honra a la profesión de entrenador, ese es Luis Enrique

Foto: Luis Enrique, técnico del FC Barcelona.
Luis Enrique, técnico del FC Barcelona.

¿Cuántos récords más tiene que superar el FC Barcelona para que se coloque a su entrenador, de una vez por todas, en el lugar que merece? ¿Hasta cuándo seguiremos pensando que lo que pasa en su equipo se debe únicamente al diez argentino?

Puede que Luis Enrique no sea el mejor amigo de la farándula, puede que su hermetismo moleste a parte de la prensa, puede que su asignada chulería sea la enzima que acelere el número de hostilidades, puede que decir lo que otros no se atreven a decir haga chirriar algunos micrófonos, puede que su pantalones pitillo y sus gafas de sol molesten a las recelosas lentes de sus enemigos, puede que su aroma no sea tan seductor como el de alguno de sus predecesores o actuales competidores, puede que las victorias inquebrantables de su equipo fastidien a muchos que ansían que pierda, puede que entrenar a los mejores del mundo le descuente protagonismo… Pero a mí, y lo digo sin la menor duda, Luis Enrique me gusta ¡y mucho!, porque entre otras cosas, lejos del ruido y sin necesidad de estrenar esmoquin en algunas ceremonias, Luis Enrique suma y sigue.

¡Y sí! Ya sé lo que muchos estáis pensando. Ya sé que todos ganaríais los mismos títulos si entrenaseis a Iniesta y compañía. Ya sé que sois muchos los que andáis convencidos de que el modelo de entrenamiento en Sant Joan Despí se llama Messi y que a esos jugadores no hay nada que enseñarles porque ya son los mejores. ¡Si hasta yo!, que soy regular malo en lo mío, creo que podría quedar entre los tres primeros clasificados si entrenase al FC Barcelona.

¡Basta ya! Por supuesto que los jugadores son la pieza maestra de nuestro puzzle futbolístico y por supuesto que son ellos los que tarde o temprano hacen bueno o malo a un entrenador, ¡pero basta ya! Me incomodan mucho este tipo de especulaciones radicales donde se engrandece únicamente la figura del jugador y sus capacidades innatas, expulsando de su zona técnica al entrenador y menospreciando y ninguneando el valor del entrenamiento y lo que le rodea.

Les aseguro que este piropo a Luis Enrique, este alegato a la figura del entrenador, no trata de arrebatar protagonismo en la foto a quien de verdad lo merece, ¡faltaría más! Tan solo trata de reforzar el lugar de aquellos que, sabedores del atractivo innato de todo jugador, les permiten o facilitan salir más agraciados en las instantáneas tomadas, porque si algo tengo claro es que aunque desde la distancia, todo entrenador, bueno o malo, condicionar condiciona, aunque a veces sólo sea por el simple hecho de poner a jugar a unos u otros.

Por esto y por su indudable papel condicionador, adjudicar todo el éxito de Luis Enrique a que cedió el poder a Messi es una simplificación tan absurda como lo es colgarle el cartel de director de una orquesta que ya sonaba bien. Por esto, y porque la figura del entrenador también “juega”, la culpa es de Luis Enrique:

Porque un buen entrenador debe de convencer a sus jugadores desde el conocimiento del juego y no desde reduccionismos como el cuentakilómetros o la testiculina. Porque un buen entrenador debe liderar sabiendo cuál es su sitio sin invadir el espacio de los verdaderos protagonistas. Porque un buen entrenador sabe gestionar egos y personalidades hasta el punto de que sus jugadores comprueben que juntos son mucho más que por separado. Porque un buen entrenador debe de poseer la suficiente inteligencia situacional para adaptarse al complejo entorno que un club de alta exigencia le propone. Porque un buen entrenador facilita contextos y situaciones propicias para que sus jugadores expresen y potencien lo que la genética les otorgó. Porque un buen entrenador, convencido de sus limitaciones, sabe rodearse en su cuerpo técnico de gente más capaz que él en ciertos aspectos para así poder crecer juntos, respetando su espacio y defendiéndoles cuando vienen mal dadas. Porque un buen entrenador que entrene a jugadores que ganan tantas veces debe saber motivarles para que sigan ganando.

Porque si todo lo anterior falla, puede que Messi, Suarez y Neymar sigan ganando mucho, pero no ganarán tanto. La culpa es de Luis Enrique, sí, porque aunque a algunos les pese y sigan restando valor a su labor, si hay alguien que honra a la profesión de entrenador, es él.

¿Cuántos récords más tiene que superar el FC Barcelona para que se coloque a su entrenador, de una vez por todas, en el lugar que merece? ¿Hasta cuándo seguiremos pensando que lo que pasa en su equipo se debe únicamente al diez argentino?

Luis Enrique