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La caída es parte del ciclismo: "Si me caigo, no me esperes, me levanto y os alcanzo"
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Luis Pasamontes

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La caída es parte del ciclismo: "Si me caigo, no me esperes, me levanto y os alcanzo"

Llevamos poco más de una semana en la ronda española y hemos visto caídas importantes, de las de quedarte segundos callado, sin importarte nada más, esperando a que el deportista se mueva

Foto: Javi Moreno, al retirarse de la Vuelta tras su caída en la segunda etapa. (EFE)
Javi Moreno, al retirarse de la Vuelta tras su caída en la segunda etapa. (EFE)

Hace unos meses, en una conferencia que tenía lugar en un colegio, preguntaba a los niños: ¿os habéis caído alguna vez mientras pedaleabais con vuestras bicis? La respuesta en el aula fue rotunda, todos habían tocado el suelo en alguna ocasión. Intento imaginar la escena, porque yo también la viví y veo a un adulto acercándose, soplando la herida, cantando un “sana, sana, culito de rana, si no sanas hoy sanarás mañana” y al pequeño en cuestión salir disparado mientras su grupo de amigos le espera. Y qué curioso, seguro que alguno de esos niños consiguió años después llegar a la élite del ciclismo.

Foto: Contador está totalmente recuperado de su flaqueza de Andorra. (EFE)

Vamos más lejos aún, seguro que está disputando en estos momentos la Vuelta Ciclista a España. Vaya, ahora cambia todo bastante, nada que ver con esta bonita historia cargada de amistad y amor. La competición es diferente y si no, echa un vistazo a su definición en cualquier diccionario. Enfrentamiento o rivalidad entre dos o más partes por conseguir una misma cosa. Llevamos poco más de una semana en la ronda española y hemos visto caídas importantes, de las de quedarte segundos callado, sin importarte nada más, únicamente esperando a que el deportista se mueva.

El jienense Javi Moreno abandonaba la carrera en la segunda etapa tras caerse en un estrechamiento y fracturarse la mandíbula. En esa misma caída el francés Marc Fournier conseguía continuar y se veía obligado a abandonar horas después. En el descenso del alto del Garbí fueron varios los ciclistas que se fueron al suelo, también en el ascenso. De la Cruz da con su fibroso cuerpo en el ardiente asfalto durante la ascensión. Ve como el resto de rivales se alejan. Van Garderen se ve sorprendido por una irregularidad en el asfalto que provoca que una de sus manos se escape del manillar, perdiendo el control de la bici a gran velocidad. A su rueda y sin poder evitarlo, Betancur daba con su cara en el suelo, prácticamente sin poder poner las manos. Impacto tremendo, velocidad muy alta, estaban en cabeza de carrera y jugándose mucho. El americano consigue continuar, más adelante se volvería a caer en una rotonda, vaya día.

El médico atiende a Carlos, el ciclista del conjunto telefónico quiere seguir y se sube al sillín. He sufrido muchas caídas durante mi carrera deportiva, os puedo asegurar que lo primero que intentas es incorporarte y coger la bici. El médico de carrera hace una valoración rápida para asegurarse que puedes seguir pedaleando. Es necesaria, imprescindible sobre todo porque las ganas y todo lo que pasa por tu cabeza a veces no te permite ver la realidad. Sin contrato para la temporada que viene, dejar al equipo con un corredor menos, abandonar a tu líder, todo el entrenamiento y los días fuera de casa preparando esta prueba… Hay que intentarlo, hay que cruzar la meta y mañana ya valoraremos lo que hacemos. Ese es el pensamiento del deportista y en muchas ocasiones no coincide con el del médico que aconseja subirte a la ambulancia.

La imagen de Betancur cruzando meta ha dado la vuelta al mundo. Ensangrentado, con la mirada perdida y gesto de dolor, pero con un único pensamiento. ¿Será grave, podré poner el dorsal en el maillot mañana? Finalmente las pruebas médicas, esas que se hicieron horas después de haber conseguido su objetivo, atravesar la línea blanca de meta, le obligan a irse, a dejar la carrera que había preparado a conciencia. Las lágrimas invaden sus ojos, algo pasa por su estómago y sube hasta la garganta. Son caídas, forman parte de esto y siempre estarán ahí, para todos. Cuando uno de los 198 ciclistas que componen el pelotón se cae, duele y ha de doler por igual.

No soporto, no consiento escuchar el comentario: “Ha habido caída pero parece que no afecta a ninguno de los buenos, de los importantes, de los primeros de la general”. Yo era uno de esos que no estaba entre los primeros de la general, pero que cuando me caía, sufría y sangraba como cualquier otro. Mi madre envuelta en nervios hasta saber qué me había pasado y pendiente de seguir respirando con normalidad si me veía volver a montarme en bici. Nadie me esperaba, nadie tenía que hacerlo, forma parte de la carrera. El ciclista que consigue terminar una gran vuelta por etapas es aquel que está en un buen momento de forma, que supera caídas y enfermedades y que sobre todo tiene fortaleza mental para superar cada día.

placeholder El médico de carrera atiende a Rui Costa. (EFE)
El médico de carrera atiende a Rui Costa. (EFE)

Pero claro, no es de recibo que el pelotón pare en determinadas ocasiones en función del nombre y apellido del caído. Da igual que sea Quintana, Porte, Froome, Contador o Dumoulin, la carrera ha de continuar. No considero 'fair play' parar cuando hay una caída, no lo siento así. Por el contrario considero una injusticia hacerlo en función de amistades, clasificaciones o convenios entre equipo. Para mí solo hay dos casos extremos en los que la carrera debe de cambiar su curso. Si los servicios médicos se quedan sin efectivos atendiendo a ciclistas y el resto del pelotón no puede ser seguido por ninguna ambulancia, poniendo en riesgo la integridad del deportista. Y si la gravedad del accidentado hace temer por su vida, se debe ralentizar la marcha y por respeto a él y sus compañeros ir hasta meta a baja velocidad, sin competir. Mi opinión, no significa que sea la buena. Aprovecho estas líneas para mandar ánimo y fuerza a todos los ciclistas que se recuperan en sus casas de duras caídas, a todos, a los que su dorsal no termina en 1, a los importantes por ganar y a los importantes por trabajar.

Hace unos meses, en una conferencia que tenía lugar en un colegio, preguntaba a los niños: ¿os habéis caído alguna vez mientras pedaleabais con vuestras bicis? La respuesta en el aula fue rotunda, todos habían tocado el suelo en alguna ocasión. Intento imaginar la escena, porque yo también la viví y veo a un adulto acercándose, soplando la herida, cantando un “sana, sana, culito de rana, si no sanas hoy sanarás mañana” y al pequeño en cuestión salir disparado mientras su grupo de amigos le espera. Y qué curioso, seguro que alguno de esos niños consiguió años después llegar a la élite del ciclismo.