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Escándalo de Miguel Cardenal: Roures le ficha (Mediapro) tras hacerle leyes 'a medida'
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Escándalo de Miguel Cardenal: Roures le ficha (Mediapro) tras hacerle leyes 'a medida'

Dos años después de salir del CSD, el antiguo secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, ficha por la empresa que más se benefició con su ley de derechos audiovisuales, Mediapro

Foto: Cardenal, Tebas y Roures. (EFE)
Cardenal, Tebas y Roures. (EFE)

Miguel Cardenal ficha por Mediapro, gigante audiovisual, y no queda más que echarse las manos a la cabeza. El que fuera secretario de Estado para el Deporte, una figura reformadora en una época compleja, puede tirar a la basura todo su legado con solo un movimiento. Trabajar en la compañía que más partido sacó a su ley más polémica es un escándalo, se mire por donde se mire. Y es cierto que hay propuestas que son difíciles de rechazar, pero Cardenal, durante años, tuvo un discurso ético. Uno que ha dejado de ser creíble, se ha convertido en un abanderado de la puerta giratoria, y justo cuando la ley lo permite (a los dos años de dejar su cargo público).

La situación que hace de esto un imposible moral es sencilla. Cardenal se encontró el deporte español en uno de los momentos más duros de su historia. Las subvenciones públicas se reducían en dos tercios y, en otro orden de cosas, el fútbol español estaba carcomido por la deuda y los concursos de acreedores. Eran dos problemas azotados por la crisis económica y el secretario de Estado, uno de los primeros que no dedicó su mandato únicamente a dar medallitas y mirar para otro lado, lo atacó conjuntamente.

Foto: Imagen: Enrique Villarino.

Para ello se inventó, con la inestimable ayuda de Javier Tebas, una ley audiovisual nueva por la que se centralizaban todos los derechos televisivos del fútbol profesional. Aquella normativa le dio la capacidad a La Liga para encontrar un contrato televisivo mucho más cuantioso del que existía y para hacer un reparto más equitativo. El dinero conseguido sirvió para pagar la deuda con Hacienda y también para reducir drásticamente la deuda general de las entidades. El fútbol, por aquel entonces un negocio ruinoso, se convirtió de repente en un sector saneado, casi envidiable.

Por otro lado, con la ley consiguió también que una parte pequeña de los ingresos fuese destinada al deporte nacional. Un 1% que conseguía ser un parche ante las maltrechas cuentas de todas las federaciones. Los deportistas olímpicos, hasta ese momento asfixiados, vieron como con el ingreso de LaLiga4sports lograban sacar un poco la cabeza, algo que no terminó de gustar en algunos ámbitos del fútbol, que no entendían para qué esa solidaridad obligada con su dinero. Sin mirar, por supuesto, que ese dinero no hubiese llegado de no ser porque los legisladores, en este caso Miguel Cardenal, se habían sacado una ley del bolsillo para hacerles la vida más fácil.

Tebas, el amigo de Cardenal

El trámite legal fue un parto, duró meses, hubo tensiones de todos los colores. La ley se retrasó una y otra vez por motivos variopintos, como el rechazo frontal de Villar a que saliese adelante. Tebas era enemigo del vasco desde hace años, Cardenal no, pero pronto lo fue. En la guerra del fútbol, entre la federación y la liga, se decantó por la liga. Esa amistad con Tebas era importante para que se labrase la ley y entre los dos consiguieron sacar adelante el texto legislativo. Un éxito.

Ahora bien, es difícil pensar que esto fue un dúo y no un trío. Detrás de Javier Tebas siempre está Jaume Roures, y no se tardó mucho en ver que otro de los grandes beneficiados de todo este proceso era el empresario catalán. Su amistad con Tebas va mucho más allá, donde aparece uno siempre suele estar también el negocio del otro. En las sucesivas subastas televisivas fruto de esa venta centralizada siempre fue el que mejor parado salió, consiguiendo los mejores paquetes que luego revendía a Telefónica con beneficios importantes de por medio. Roures hizo y deshizo lo que quiso con aquellos concursos que enriquecieron a LaLiga, sí, pero también a Mediapro. Un buen negocio para todos.

Cardenal, al menos en teoría, no estaba en todo esto por el negocio. Abogado, profesor universitario, miembro de comités, hijo de fiscal general, su paso por el deporte era para mejorar el deporte, para darle vida cuando no la tenía, para recomponer su economía. Todo aquello tenía sentido en ese ámbito, y aunque hubiese elegido como compañeros de cama a Roures y a Tebas, no era más que un pago necesario para su objetivo general. Dos años después de su salida del Gobierno eso queda en entredicho.

El abrazo al independentismo

Porque va a asesorar, sin dar más datos, a la compañía que más se benefició con todo aquel proceso. Ha pasado justo el umbral de dos años de la incompatibilidad (el 1 de noviembre se incorpora, su puesto lo dejó en noviembre de 2016), todo es legal, pero es imposible aceptar un puesto así en una empresa a la que tanto has dado y que la ética de todo no se resienta. Miguel Cardenal trabajará en Mediapro y el trío sigue cabalgando. La empresa catalana, que ha tenido tanto tiempo en sus manos la marioneta del fútbol, se salió de los principales paquetes en la última venta. Se ve que ya no lo encuentran tan rentable. Entraron por primera vez, eso sí, en el paquete de bares, uno que está por explotar bien. Acto seguido La Liga, con Tebas a la cabeza, ha redoblado sus recursos para que desaparezca la pillería en los bares con el fútbol. Siguen siendo un equipo, pero no es de dos, es de tres.

Y cabría decir que no fue siempre así, que Cardenal se condujo por su cargo con un interés real por el deporte y sin pensar en sí mismo o en su carrera posterior, pero eso era posible argumentarlo hace unos días, cuando no se sabía que el secretario de Estado iba a terminar trabajando para el señor que ganó un dineral gracias a sus leyes. Es una puerta giratoria enorme, obscena, imposible de justificar.

Foto: Roberto Bermúdez de Castro. (EFE/EC)

El legado del secretario de Estado se va por el sumidero con una simple firme de un contrato. Entre el honor y el dinero ha elegido lo segundo, para decepción de los que creyeron que él era diferente, que su paso por la política era realmente para mejorar el deporte y no solo un paso más en una carrera personal. ¿No había otra emrpesa? ¿nadie más quería su experiencia? Elegir Mediapro es dar la razón a todos aquellos que pensaron que las leyes del gobierno las dictaba el binomio Tebas-Roures, y el estado de derecho se conjuga mal con la legislación a medida.

Hay, además, un punto más que es importante tener en cuenta. Jaume Roures nunca se dice independentista, pero ha sido un financiador del independentismo. Él produjo el documental del 1-O y dio cobertura con su centro de prensa al referéndum, ha llevado un doble juego político desde hace mucho tiempo. Cardenal era un político del Partido Popular, en un gobierno que sufrió esa embestida en la que Roures, según papeles policiales, tuvo mucho de financiador. Es una historia que no tiene tanto que ver con el deporte, pero que también es digna de analizar ¿dónde quedaron las convicciones?

Miguel Cardenal ficha por Mediapro, gigante audiovisual, y no queda más que echarse las manos a la cabeza. El que fuera secretario de Estado para el Deporte, una figura reformadora en una época compleja, puede tirar a la basura todo su legado con solo un movimiento. Trabajar en la compañía que más partido sacó a su ley más polémica es un escándalo, se mire por donde se mire. Y es cierto que hay propuestas que son difíciles de rechazar, pero Cardenal, durante años, tuvo un discurso ético. Uno que ha dejado de ser creíble, se ha convertido en un abanderado de la puerta giratoria, y justo cuando la ley lo permite (a los dos años de dejar su cargo público).

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