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El aislamiento de Florentino Pérez en la crisis del Real Madrid
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Ulises Sánchez-Flor

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El aislamiento de Florentino Pérez en la crisis del Real Madrid

El Real Madrid está en una retirada que se hace larga y pesada hasta que llegue el final oficial de la temporada y convendría que Florentino diera la cara. Empatizara con el socio

Foto: Florentino Pérez en el antepalco del estadio Santiago Bernabéu. (Reuters)
Florentino Pérez en el antepalco del estadio Santiago Bernabéu. (Reuters)

Está siendo duro para el madridismo seguir viendo la imagen de un equipo menor en los partidos que compite por el segundo puesto en la Liga y no le da para alcanzar al Atlético de Madrid. Es una pesadilla comprobar que ni con la llegada de Zidane se produce un efecto positivo en el juego colectivo e individual. Las sensaciones son igual de malas que los peores partidos de la época de Lopetegui y Solari: un equipo sin patrón de juego, carácter ni gol. Los cinco partidos que lleva Zinedine Zidane en el banquillo provocan todavía más desencanto y hastío. La indiferencia con la que se siguen los partidos del Real Madrid –trasladados a un lunes– es un asunto serio que debe atajar Florentino Pérez.

El Real Madrid está en una retirada que se hace larga y pesada hasta que llegue el final oficial de la temporada y convendría que Florentino diera la cara. Sólo se ha dejado ver, con un breve discurso oficial, en la presentación de Zidane como un golpe de efecto para normalizar la crisis. Desde entonces no se sabe nada de un presidente que debería empatizar con los socios y aficionados que sufren el castigo de una mala temporada. Quizás le convendría ser más cercano y natural. Alguno de sus asesores tendrían que hacer ver al líder del club que es más sano aparecer, de vez en cuando, tras un partido para ponerle cara a la derrota que estar oculto. Con la portavocía de Emilio Butragueño –el hombre de paz– no se consigue otra cosa que tensar más a esos aficionados que necesitan respuestas y no se quedan con discursos enlatados.

Foto: Luis Enrique durante un partido de la Selección española de fútbol. (EFE)

Es el deber de un presidente abrirse y comunicarse, a pesar de que la línea de actuación de Florentino –al que este año no hemos visto en la tradicional Peña Ramón Mendoza porque se ha suspendido– haya sido la de no exponerse en los medios de comunicación. Tiene que hacerse responsable de la sensibilidad de los aficionados que están decepcionados y con incertidumbres. Seguro que Florentino –exigente, perfeccionista y ambicioso– es el primero que le duele ver cómo el equipo se ha caído y ha fallado más de la cuenta. No entraba en sus cálculos quedar eliminado de la Champions, la Copa y sin opciones en la Liga el 5 de marzo. Recuperar a Zidane tiene un gran mérito, pero no es suficiente. Florentino está en una trinchera que no le conviene ni beneficia si se trata de poner orden y arreglar los problemas. No debería resultarle un problema ni verlo como perjudicial el hecho de hablar públicamente. Su cargo no peligra y su trayectoria la respaldan en la Asamblea los socios que le señalan como el mejor presidente en tiempos de jeques, multimillonarios que compran clubes y fondos de inversión.

placeholder Florentino Pérez y Zidane. (Efe)
Florentino Pérez y Zidane. (Efe)

En su espacio ignífugo

Que diga algo, que envíe ese mensaje de tranquilidad, optimismo y esperanza que ayudaría a hacer más llevadera esta depresión. Que recuerde a los madridistas que está en su plenitud el presidente que fue capaz de fichar a Figo, Ronaldo, Zidane, Beckham… Qué bien le vendría ayudar a recuperar la ilusión y la confianza en la masa social sin esperar a presentar un fichaje: Eden Hazard y los que vengan. No tiene que hacer promesas ni dar pistas, ni detalles de las operaciones. Pero hablar, verle, escucharle o sentirle sería un ejercicio beneficioso para el madridismo. Esto es fútbol y detrás hay una afición que ha dejado de llenar el Bernabéu. Sería bueno dejarse ver, bajar a la calle, como hacen otros presidentes que se saltan protocolos y afrontan los temas de actualidad con espontaneidad y hasta con tono campechano. Los hacen, sin ir más lejos, Josep María Bartomeu y Enrique Cerezo, cuyos clubes marchan por delante en Liga.

Le vendría bien a Zidane que su presidente le echara, de vez en cuando, un capote públicamente porque la imagen del entrenador francés después del empate contra el Leganés en Butarque recordó a la de hace casi un año cuando tenía ganas de marcharse. Zidane parece estar quemándose por haber cogido el Real Madrid antes de tiempo y esperar al final de la temporada. El silencio de Florentino no ayuda al entrenador y las palabras de Butragueño, como portavoz, son irrelevantes. El error del presidente del Real Madrid es permanecer aislado del mundo exterior. En su espacio ignífugo cuando el socio sólo tiene, en estas semanas fantasmas, donde agarrarse: al presidente y sus palabras.

Está siendo duro para el madridismo seguir viendo la imagen de un equipo menor en los partidos que compite por el segundo puesto en la Liga y no le da para alcanzar al Atlético de Madrid. Es una pesadilla comprobar que ni con la llegada de Zidane se produce un efecto positivo en el juego colectivo e individual. Las sensaciones son igual de malas que los peores partidos de la época de Lopetegui y Solari: un equipo sin patrón de juego, carácter ni gol. Los cinco partidos que lleva Zinedine Zidane en el banquillo provocan todavía más desencanto y hastío. La indiferencia con la que se siguen los partidos del Real Madrid –trasladados a un lunes– es un asunto serio que debe atajar Florentino Pérez.

Florentino Pérez Zinédine Zidane Josep Maria Bartomeu