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¿Dónde está el límite con Vinicius? Cuando protestar sale más caro que pegar duro
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Rubén Rodríguez

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¿Dónde está el límite con Vinicius? Cuando protestar sale más caro que pegar duro

Una dura entrada contra Vinicius no solo no fue castigada con amarilla, sino que el amonestado terminó siendo el brasileño tras ser agarrado por el cuello por otro rival

Foto: Ángel, agarrando del cuello a Vinicius. (EFE/Cati Cladera)
Ángel, agarrando del cuello a Vinicius. (EFE/Cati Cladera)

Estaremos todos de acuerdo en que el fútbol es un deporte de contacto y, como tal, los golpes y lesiones forman parte del juego. Pero también estaremos de acuerdo en que existe un árbitro sobre el césped -de hecho, cuatro en el campo y otros cuatro a cargo del VAR- para poner límites a las acciones violentas. Y da la sensación de que, en los últimos tiempos, se están superando ciertos baremos con algunos jugadores: es el caso de Vinicius, que se ha convertido en carne de intimidación. Algo que también hemos visto con jugadores como Fekir, a los que es fácil perseguir y pegar con máxima impunidad.

La temporada del brasileño es de relumbrón, con 17 goles y 10 asistencias en lo que va de curso. Pero más allá de las estadísticas, su principal cambio está relacionado con el miedo que infunde en el rival. Algo ha cambiado en su mentalidad y, le salgan bien o mal las cosas, no deja de encarar al rival, de buscar el regate y de intentarlo continuamente. Eso provoca que los equipos rivales se tiren 20 metros más atrás para defender y, por ende, genera espacios en otras zonas del campo.

Foto: Karim Benzema en la celebración tras eliminar al PSG. (REUTERS/Juan Medina)

Por ello, los rivales le han cogido la matrícula a Vinicius. La consigna es clara: no hay que dejarle correr. El plan principal pasa por no dejar espacios a la espalda de la defensa, para lo que el lateral, un central, el mediocentro y el interior intentan maximizar las vigilancias para tener superioridad defensiva. Pero hay un plan secundario que se está viendo en los últimos partidos: si es necesario ir al límite con él, hay carta blanca. Ha aprendido a convivir con las entradas duras.

Vini sabe de sobra que ese tipo de defensas rozando la legalidad se las va a encontrar habitualmente por su estilo de juego. Regateador, irreverente, descarado, muchos jugadores tratan de intimidarle con malas artes. Pero, precisamente, para protegerle debe estar el árbitro. No solo a Vinicius, a cualquier jugador que haya en el césped. Por esa razón, muchas veces cuesta entender la vara de medir que utilizan los colegiados, el rasero con el que se miden ciertas acciones.

Ante el Mallorca, el meollo de la cuestión estuvo en el minuto 29. Pablo Maffeo, que ya había ido al límite varias veces -ojo, también es su labor y, si el árbitro lo permite, no es su responsabilidad-, realizó una dura entrada sobre Vinicius. Es cierto que el lateral toca antes el balón, pero va con los tacos por delante y muy arriba. Tanto, que termina impactando duramente contra su rodilla izquierda. Si hubiera tenido la pierna apoyada, estaríamos hablando de varios meses de enfermería.

Pero la discusión no está, ni tan siquiera, en si Maffeo va más fuerte de lo que debe a sabiendas de la repercusión que puede tener la entrada. El foco está en lo sucedido después: Sánchez Martínez -ni el VAR- no penalizó con amarilla la entrada del catalán y sí al brasileño por discutir con Ángel quien, por cierto, provoca el enfado de Vinicius tras agarrarle por el cuello. ¿Cómo puede tener más castigo una discusión -provocada por una durísima entrada- que la propia patada?

Muchas veces, los colegiados no son conscientes de que los castigos están pensados para evitar situaciones de riesgo. Pongamos el ejemplo al contrario: ¿se imaginan qué hubiera pasado si la entrada pilla a Vinicius con el pie en el césped? Hagamos un ejercicio de imaginación: la rodilla se le va completamente, el brasileño se retuerce de dolor y tiene que ser retirado en camilla con la impresión de que tiene una lesión de gravedad. Entonces, el VAR hubiera intervenido: roja para Maffeo.

¿Es necesario esperar que haya una grave lesión para frenar el juego violento? Como decíamos, el fútbol es un deporte de contacto y estas situaciones pueden ocurrir. Pero cuando la consigna en un partido es dar, dar y dar y el único castigado es la víctima por protestar, algo hacemos mal. Por cierto, Maffeo acabó el partido con amarilla: ¿saben por qué? Por protestar el penalti contra el Mallorca. Pues eso: cuando las tarjetas penalizan más las palabras que la dureza, tenemos un problema.

PD: Sánchez Martínez es el mismo colegiado que obvio el codazo de Albiol a Vinicius en La Cerámica. Misma víctima, mismo juez.

Estaremos todos de acuerdo en que el fútbol es un deporte de contacto y, como tal, los golpes y lesiones forman parte del juego. Pero también estaremos de acuerdo en que existe un árbitro sobre el césped -de hecho, cuatro en el campo y otros cuatro a cargo del VAR- para poner límites a las acciones violentas. Y da la sensación de que, en los últimos tiempos, se están superando ciertos baremos con algunos jugadores: es el caso de Vinicius, que se ha convertido en carne de intimidación. Algo que también hemos visto con jugadores como Fekir, a los que es fácil perseguir y pegar con máxima impunidad.

Real Madrid Vinicius Junior