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Deporte de elite, testosterona y mujeres transgénero
El COI regula la participación de atletas en las competiciones de elite, pero los criterios han evolucionado. Antes se utilizaba el análisis genético para determinar los cromosomas sexuales, lo que excluía a las personas transgénero
Una mujer transgénero binaria es una persona asignada niño al nacer que, en algún momento de su vida, experimenta el convencimiento cognitivo-emocional de ser mujer. En un hombre transgénero el proceso es el contrario. Algunas de estas personas solicitan un tratamiento hormonal y, a veces, quirúrgico, de transición. Se les denomina, respectivamente, tratamiento hormonal de afirmación y de reasignación de sexo. Al nacer nos sexan, y los genitales son un marcador biológico muy fiable porque predicen la identidad de género en más de un noventa y nueve por ciento de los casos.
Estos días se han publicado diversos comentarios sobre la participación de una mujer transgénero en campeonatos de natación. Es complejo formarse una opinión sobre este caso específico, y sobre la competición de mujeres transgénero en competiciones de elite. En primer lugar, hay que conocer la evolución de los criterios de inclusión tanto por parte del Comité Olímpico Internacional (COI) como de organizaciones médicas deportivas como la International Federation of Sports Medicine (FIMS) y las federaciones de cada deporte. También hay que analizar las diferencias entre los sexos con respecto a los efectos fisiológicos de la testosterona, y las consecuencias de la deprivación de testosterona en las mujeres transgénero.
El COI regula la participación de atletas en las competiciones de elite, pero los criterios han evolucionado en los últimos veinte años. Hasta finales del pasado siglo se utilizaba el análisis genético para determinar los cromosomas sexuales, un sistema que separa con nitidez las diferencias cromosómicas entre los sexos, pero no la identidad de género. Por tanto, excluía a las personas transgénero al no cumplir ese criterio. El primer paso del COI para su inclusión se realizó en el Consenso de Estocolmo de 2003. Allí se determinaron los siguientes criterios de participación: a) tener completados los tratamientos quirúrgicos de resignación de sexo de los genitales (vaginoplastia/faloplastia) y la gonadectomía (castración); b) el reconocimiento legal por las autoridades competentes de la transición de género; c) recibir terapia hormonal, verificable, apropiada del género asignado, y administrada durante suficiente tiempo para reducir al mínimo las ventajas en el deporte relacionadas con el sexo; d) un panel de expertos debería recomendar la elegibilidad de la persona, caso por caso, y no sería antes de dos años después de la castración.
En 2015 el COI modificó los criterios de inclusión, suprimió los tratamientos quirúrgicos como una precondición. La feminización se puede conseguir con un tratamiento hormonal. Para las mujeres transgénero (para los hombres transgénero no hay restricción alguna) las condiciones actuales son las siguientes: a) declarar que se es mujer y no modificar esta declaración por motivos deportivos durante cuatro años; b) demostrar una concentración de testosterona baja (menos de 10 nm/L) durante los doce meses anteriores a la primera competición y mantener esta concentración en adelante; c) si no se cumplen las condiciones, se suspende al atleta durante doce meses.
Sin embargo, la concentración de testosterona en sangre que pide el COI la considera excesiva la FIMS. Esta, en una declaración de consenso, propone una concentración inferior a 5 nm/L. Una concentración que aún está por encima de la concentración de testosterona que tiene una mujer cisgénero premenopáusica y sana que suele ser inferior a 1.7 nm/L.
Antes de la pubertad, los niños y las niñas no difieren en musculatura y masa ósea. Durante la pubertad, la exposición a la testosterona hace que, como media, los hombres tengan mayor estatura (12-15 cm), huesos y músculos más largos, mayor fuerza y niveles de hemoglobina. En las mujeres transgénero, se sabe que la anulación de la testosterona revierte en parte los efectos anabólicos de la testosterona respecto a la densidad ósea, reduce el área muscular, el factor insulínico de crecimiento 1 (somatomedina C) y la hemoglobina, pero la longitud y anchura de los huesos permanece. Además, la altura de la persona predice la masa muscular. En definitiva, existe una diferencia si el tratamiento hormonal de transición se comienza antes de la pubertad por medio de bloqueadores de esta, o después de la pubertad cuando la testosterona ha ejercido sus efectos anabolizantes, algunos de los cuales no son reversibles.
Cualquier criterio que se adopte siempre será arbitrario y puede gustar más o menos. El COI se fija en la baja concentración de testosterona durante un periodo de tiempo en relación con la competición, pero no especifica si el tratamiento se inicia antes o después de la pubertad, y hemos visto que algunos rasgos anatómicos masculinos son irreversibles. Por su parte, la FIMS rebaja la concentración de testosterona en las mujeres transgénero y aconseja que cada deporte fije los criterios caso a caso.
En los varones la testosterona es trifásica. Esto es, el testículo produce testosterona en tres momentos de la vida. Entre el segundo y tercer trimestre de la gestación, posteriormente, durante los dos primeros meses después del nacimiento, en lo que se llama mini pubertad, luego queda quiescente hasta la pubertad, cuando comienza de nuevo a secretarse.
¿Qué hace la testosterona en los fetos XY durante la gestación y la minipubertad? En pocas palabras, marca el ADN y organiza la expresión epigenética de los tejidos corporales. Los prepara para su activación por la testosterona a partir de la pubertad. Esta función es menos conocida, pero esencial para entender los efectos anabolizantes de la testosterona.
Pero el tema se complica mucho más. Las fibras musculares tienen varios núcleos (mionúcleos) y el número de estos aumenta con la hipertrofia muscular producida por el entrenamiento. Investigaciones relativamente recientes demuestran que, además de la concentración de testosterona, el número de mionúcleos que se dispone puede afectar al entrenamiento de los músculos esqueléticos.
El lector que haya llegado aquí se preguntará, ¿qué pasa con Lia Thomas? Simplemente, esta nadadora debería cumplir con los últimos criterios del COI. Hay datos fisiológicos y anatómicos que desconocemos de esta atleta porque deben ser confidenciales. Sin embargo, Internet informa de tres hechos interesantes para una composición de la situación. Lia empezó a nadar a los cinco años, mide 1.85 metros y a los 18 años manifestó a su familia que era una mujer transgénero. Claramente, es un caso extremo. Se puede suponer que pasó toda la pubertad con niveles hormonales de varón y entrenando, algo que se desprende de la envergadura de su figura. La aplicación de los criterios de la FIMS: menor concentración de testosterona que la exigida por el COI y un estudio de inclusión realizado con el criterio del caso por caso para cada deporte hubieran evitado problema y malinterpretaciones.
*Antonio Guillamón es profesor emérito de Psicobiología en la UNED, y autor del libro 'Identidad de Género. Una perspectiva psicobiológica'.
Una mujer transgénero binaria es una persona asignada niño al nacer que, en algún momento de su vida, experimenta el convencimiento cognitivo-emocional de ser mujer. En un hombre transgénero el proceso es el contrario. Algunas de estas personas solicitan un tratamiento hormonal y, a veces, quirúrgico, de transición. Se les denomina, respectivamente, tratamiento hormonal de afirmación y de reasignación de sexo. Al nacer nos sexan, y los genitales son un marcador biológico muy fiable porque predicen la identidad de género en más de un noventa y nueve por ciento de los casos.
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