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Cosas que huelen mal, con nombres y apellidos
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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Cosas que huelen mal, con nombres y apellidos

En un país en el que la Policía pilla a un político socialista -el color es lo de menos- en una sauna a las 6 de

En un país en el que la Policía pilla a un político socialista -el color es lo de menos- en una sauna a las 6 de la madrugada con algún zumo de más y el individuo dice sin atisbo a la vergüenza, que ha sido el pobrecito el que ha sido asaltado por las fuerzas de seguridad, ya nada nos extraña. En un país en el que el ayuntamiento más endeudado de España, el de Madrid del megalómano Gallardón, se presenta por tercera vez a organizar los Juegos gracias a la subida olímpica del impuesto de bienes e inmuebles cuando no es capaz de pagar las facturas de la luz, apaga y vámonos.

En “¡Huy! por qué todo el mundo debe a todo el mundo y nadie puede pagar”, ese magnifico libro al que aquí ya hemos hecho alguna referencia porque explica como nadie la crisis en la que estamos y la que se avecina, se expone un caso muy sintomático para entender porque hemos llegado al abismo. Relata el autor que en una ciudad irlandesa, Galway, donde se celebra un festival de música, no había agua potable en el verano de 2007 pese a ser, como casi todas las poblaciones de ese hermoso país, una zona de lluvias copiosas. Los ciudadanos no disponían de ese bien tan básico porque la región había crecido con tanta rapidez, con tan poca planificación, que la infraestructura del tratamiento de aguas se derrumbó. Los políticos, embriagados no precisamente de agua, como nuestro senador socialista, no habían aprovechado el boom para crecer de forma sana.

Por todo ello, quería enumerar algunos de las situaciones, con nombres y apellidos, que chirrían en un país, el nuestro, camino de la deriva, en el que ninguno de los que manda admite la realidad del problema y en el que todavía seguimos con el mangoneo tan típico de la etapa más reciente de vino y rosas:

Royal Bank of Scotland: El banco británico vendió hace unos meses a un fondo especializado en empresas en crisis una cartera de créditos relacionados con el ladrillo a precio de saldo. El comprador fue Perella, que se impuso en una dura subasta, asesorado para la ocasión por Fernando García Parrra. ¿Y quién es este joven valor? Pues el mismo que había gestionado la carta de créditos inmobiliarios en RBS durante los cuatro años de la burbuja. Es decir, el que provocó las graves pérdidas al banco y el que conocía qué profundo era el agujero. En la entidad se quedaron a cuadros cuando supieron que detrás de Perella estaba su exdirectivo.

 

Sean felices, si les dejan.

En un país en el que la Policía pilla a un político socialista -el color es lo de menos- en una sauna a las 6 de la madrugada con algún zumo de más y el individuo dice sin atisbo a la vergüenza, que ha sido el pobrecito el que ha sido asaltado por las fuerzas de seguridad, ya nada nos extraña. En un país en el que el ayuntamiento más endeudado de España, el de Madrid del megalómano Gallardón, se presenta por tercera vez a organizar los Juegos gracias a la subida olímpica del impuesto de bienes e inmuebles cuando no es capaz de pagar las facturas de la luz, apaga y vámonos.