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Un pelotazo explosivo de los ilustres señores del capital riesgo
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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Un pelotazo explosivo de los ilustres señores del capital riesgo

La operación se conoció como “Proyecto Méjico”, con “j”, nada de “x”. Nació el 4 de octubre de 2010 y finalizó con un rotundo éxito a

La operación se conoció como “Proyecto Méjico”, con “j”, nada de “x”. Nació el 4 de octubre de 2010 y finalizó con un rotundo éxito a primeros de septiembre de 2011. Casi un año para encontrar un comprador para una de las empresas españolas más desconocidas y mejor gestionadas incluso en tiempos de crisis. Se trata de Maxam, la antigua Unión Española de Explosivos, empresa cuyo primer emprendedor fue Alfred Nobel –el de los premios- allá por 1873 (Sociedad Española Anónima de la Dinamita) y que hoy es el tercer grupo mundial del sector y el primero de Europa.

 

Como se anunció, los vendedores fueron Vista Capital y Portobello y el comprador del 49% del capital, Advent International. Pero nada más se dijo del precio pagado por la firma de capital riesgo ni, por supuesto, del trasiego de informaciones, influencias y beneficiaros de la transacción más allá de los oficiales.

Porque la operación tuvo su miga y apellidos ilustres que le conceden un interés especial. El primero es el del presidente de Maxam, José Fernando Sánchez-Junco, un tipo listo y exigente donde los haya, que ha creado un grupo dedicado a la fabricación y venta de explosivos civiles, así como a la cartuchería deportiva y de defensa, que factura casi 850 millones, el 70% fuera de España.

Resulta que Sánchez-Junco es consejero de Dinamia, sociedad de capital riesgo controlada por N+1, cuyo presidente es Santiago Eguidazu. Gracias a la estrecha amistad entre ambos, el banco de inversión independiente le gestiona además parte de la fortuna personal al presidente de Maxam, que decidió contratar a la citada firma de asesoría corporativa para encontrar un comprador para el 49% en manos de Vista Capital y Portobello.

Si N+1 convencía a algún interesado, se llevaría una comisión del 1,25% sobre el volumen de la compraventa, que podía rondar entre los 800 y los 900 millones de euros, 450 en metálico y el resto en deuda. Es decir, cerca de 2,2 millones de euros, un manjar para un banco de inversión que factura unos 50 al año. El asesor preparó un memorándum exhaustivo, con un contrato medido al máximo sobre los derechos, obligaciones y responsabilidades del nuevo socio para evitar que, como pasaba a finales de 2010, los directivos de Maxam, con Sánchez-Junco al frente, pudieran perder el control de la sociedad.

En abril de este año, la transacción estaba cerrada con Advent Internacional, pero a última hora el trato se cayó. Vuelta a empezar porque corría prisa la venta. Había que cerrarla antes de acabar el año para que la iniciativa de la compraventa, liderada por Sánchez-Junco, no pasara a manos de Vista Capital y Portobello. Los cabos se ataron en julio y en septiembre se firmó el traspaso de una empresa que se valoró en casi 900 millones, incluida la deuda.

Todos contentos. Vista Capital y Portobello porque multiplicaron su inversión por más de dos en apenas cinco años. N+1 porque se aseguró una jugosa comisión por el encargo de uno de sus consejeros de Dinamia. Y Santiago Eguidazu, íntimo de Sánchez-Junco, porque hacía más ricos a varios amiguetes del mundo del private equity.

Entre ellos a Santiago Bergareche, expresidente de Cepsa, de Dinamia, exconsejero delegado de Ferrovial y hombre fuerte de Vocento. También a José María Loizaga, el inventor del capital riesgo en España, gran amigo de Florentino Pérez y millonario por castigo. En tercer lugar Juan Domingo Ortega, el exdueño de Forlasa, ahora dedicado a las renovables. Y al propio Eguidazu, accionista asimismo de la empresa de explosivos y muñidor de este grupito de colegas y clientes a los que les administra parte de sus fortunas y que en su día compraron un 10% del capital de Maxam a un socio originario con delicada salud. Como ven, todo quedó en casa.

Algunos han decidido vender su participación y otros esperar a la próxima vuelta de tuerca para monetizar un pelotazo mayor. Llegará, seguramente mediante salida a bolsa, porque la empresa es un bombón, aunque tanta interrelación entre Maxam, N+1, Dinamia, sus directivos, sus consejeros y sus clientes genere excesiva confusión y afee la foto final.

La operación se conoció como “Proyecto Méjico”, con “j”, nada de “x”. Nació el 4 de octubre de 2010 y finalizó con un rotundo éxito a primeros de septiembre de 2011. Casi un año para encontrar un comprador para una de las empresas españolas más desconocidas y mejor gestionadas incluso en tiempos de crisis. Se trata de Maxam, la antigua Unión Española de Explosivos, empresa cuyo primer emprendedor fue Alfred Nobel –el de los premios- allá por 1873 (Sociedad Española Anónima de la Dinamita) y que hoy es el tercer grupo mundial del sector y el primero de Europa.