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El barquito de los Entrecanales y el 'my taylor is rich' de Montoro
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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El barquito de los Entrecanales y el 'my taylor is rich' de Montoro

Que las aguas bajan turbias es de todos más que conocido. El que más y el que menos nada contracorriente en este océano interminable de deudas

Que las aguas bajan turbias es de todos más que conocido. El que más y el que menos nada contracorriente en este océano interminable de deudas gestionado desde el lado político por un banda de incapaces y desde el de la empresa por mucho principiante voluntarista.

 

Mientras Mariano cocina a fuego lento el aceite de ricino y el defenestrado PSOE otorga la gracia al número dos –Alfredo Sáenz- de nuestro mayor inversor en Suiza –Emilio Botín-, los negocios se caen uno tras otro como fichas de dominó. Uno de los que está en riesgo entre tanta turbulencia es Trasmediterránea, sociedad controlada por Acciona desde que ganó la privatización llevada a cabo por el PP en 2002. Pagó cerca de 257 millones de euros por una empresa con una deuda de más de 200 y que gestionaba el paso del Estrecho, así como un gran número de rutas a Canarias y Baleares.

Pero por falta de gestores o por mala coyuntura, los barcos de Trasmediterránea no han provocado más que zozobra a los Entrecanales, que hace dos semanas recibieron el último susto. La Comisión Nacional de la Competencia les multó con 12 millones de euros por pactar precios con su competidor, Balearia, a la hora de transportar a los pasajeros que se embarcaban en Algeciras camino de las ciudades autónomas o de los países amigos del Magreb.

La CNC sancionó con tan solo 4 millones a Balearia por colaborar con la justicia y cantar la gallina: efectivamente hubo pacto, pero justificado. Porque el Gobierno pidió a Trasmediterránea y a su colega que echaran una mano para evitar los colapsos que antes veíamos todos los veranos cuando los inmigrantes se hacinaban en el puerto con coches de tres plantas en condiciones inhumanas. Las dos empresas se intercambiaron los clientes y acordaron precios, pero la de Acciona exigió una compensación porque sus barcos eran más nuevos y por tanto más caros. Es como si usted, que había comprado un ticket de segunda en Balearia, viajaba en primera de Trasmediterránea por ese acuerdo comercial instado por el Ejecutivo pagando el mismo precio. Alguien perdía: Acciona.

Lo cierto es que esos 12 millones de multa son una sentencia de muerte para una empresa que tiene a la venta cinco buques desde hace dos años y cuyos accionistas minoritarios, entre los que está la quebrada CAM, se niegan a poner un euro más. Es un yunque porque sus beneficios, cuando los ha tenido, que no siempre, apenas han llegado a los seis millones en la época reciente.

Los Entrecanales están hasta las narices de esta filial, hasta el punto de que este verano Trasmediterránea no se presentó por primera vez en su historia al concurso para quedarse con la ruta del Estrecho. Llevan tres años intentando venderlas con nulo éxito.  

Es cierto que Trasme es poca cosa en el universo Entrecanales, dedicados ultimamente a mantener el precio de la acción con compras masivas de autocartera (tiene ya más del 8%). Pero ahora les toca decidir si le vuelven a inyectar dinero fresco o si, por el contrario, la dejan morir, con el coste de imagen para una de las grandes familias de la patria. Los dueños de Acciona han hecho hasta la fecha todo lo posible por rescatarla un par de veces. No se les puede achacar nada. Más bien lo contrario, pero la única solución de Trasmediterránea es un ajuste de mucho cuidado de una plantilla heredada del Estado, amén de una aportación de fondos. De momento, ya ha liquidado a 50 empleados de una participada, Euroferry.

Los Entreca, hombres muy de derechas que han hecho grandes negocios con el PSOE, tendrán que lidiar ahora con el nuevo ministro de Economía del PP el futuro de esta empresa que compraron al Ejecutivo de Aznar. Quizás sea con Cristóbal Montoro, que esta semana ha recordado a Mariano que en 2008 le prometió la cartera de las perras. El hombre se lo trabajado de lo lindo, y ha sido fiel, no como otros ministrables, pero el problema es que su nivel de inglés es similar al de Zapatero, es decir, low, very low. Y con ese don de lenguas es difícil defender a España en las plazas europeas, donde los que embisten hablan otros idiomas.

Al menos Rajoy recibe clases, tres horas por semana. Toda una inmersión.

Sean felices

Que las aguas bajan turbias es de todos más que conocido. El que más y el que menos nada contracorriente en este océano interminable de deudas gestionado desde el lado político por un banda de incapaces y desde el de la empresa por mucho principiante voluntarista.

Familia Entrecanales