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La optimista lengua de Alierta en las rebajas de la Semana Fantástica de Fainé
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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La optimista lengua de Alierta en las rebajas de la Semana Fantástica de Fainé

Cualquier ciudadano de a pie que siga teniendo como referencia informativa cualquier telediario televisivo, estará estupefacto al ver que al tiempo que el presidente más presidente

Cualquier ciudadano de a pie que siga teniendo como referencia informativa cualquier telediario televisivo, estará estupefacto al ver que, al tiempo que el presidente más presidente de los empresarios españoles, César Alierta, proclama que “la crisis en España ha acabado, claramente”, oye como los trabajadores de Fagor, Panrico, General Dynamics y los barrenderos de Madrid están en huelga porque les quieren poner en la calle del paro.

La presunta incoherencia tiene su porción de sentido común porque se presume que don Cesáreo se refiere a que a nuestro país está llegando mucho capital extranjero –ya lo adelantó Emilio Botín- con ansias de invertir, lo que indudablemente generará negocio, movimiento de dinero, beneficios, en definitiva. Si a eso le añadimos que la piel de toro ya no es un estigma para los grandes fondos internacionales, que el rescate bancario que pagaremos todos durante años ya se da por servido y que las grandes empresas se pueden financiar con regularidad, el presidente de Telefónica tiene razón. Ahí están las recientes compras de Campofrio, Mivisa, Revlon, Everis, Quirón y Alsa por cerca de 5.000 millones y las innumerables emisiones de bonos de alto riesgo (NH Hoteles, Abengoa, etc..).

Sin embargo, a este bróker de profesión reconvertido en master de la tecnología por obra y gracia de la meritocracia política alguien debería indicarle que sus tajantes declaraciones chocan con la persona que llega a su casa cansado de trabajar o de buscar trabajo, que prepara la cena a su hijo, que se pelea con las facturas y los impuestos y que al poner la tele escucha que la crisis es una historia del Pleistoceno superior. Y claro, el tipo sospecha que o él del telediario se ha tomado algún producto alucinógeno o que estos directivos que esta semana se han dado un baño de egocentrismo en Málaga no pisan el asfalto, ni huelen el hambre que se mendiga en el Metro.

El optimismo de los presidentes del Ibex contrasta con los flojos números operativos que han presentado sus compañías en los resultados del tercer trimestre del año

Una sensación que coincide con la que puede extraer el lector más exigente con la información y que mira las cuestas trimestrales para ver si la economía real mejora tal y como dicen. Por ejemplo… las de Telefónica en España. La operadora líder del mercado vio como sus ingresos cayeron un 11% en los nueve primeros meses del año, con un nuevo descenso tanto en clientes fijos –un 4%- como móviles, (-8%).  Números que solo se han podido ver compensados parcialmente porque la compañía dejó de subvencionar la venta de terminales y por el ERE de cerca de 6.000 personas que han engordado esa infinita lista del paro. Similar radirografía se observa en los P&L de bancos, constructoras y otras empresas de servicio y consumo.

Una ocurrencia poco imaginativa –echar gente lo hace cualquiera- que no ha impedido que el mismo Alierta haya dicho esta semana que “los directivos son el mejor activo que tiene España y la mejor fortaleza de este país”. Hombre, don César, no fuerce usted la máquina. Vaya por delante que se le reconoce el esfuerzo del último año por reducir su deuda, por el éxito de sus operaciones en Alemania, por preparar su empresa para el futuro. Pero no olvide quien ha sido el primer presidente de Tellefónica en los casi noventa años de historia en dejar sin dividendo a sus accionistas. Que casi todas las filiales que ha vendido este año para repagar a los acreedores han dado pérdidas –Irlanda, Chequia, China-  y que la inversión de Telecom Italia ha sido un fiasco vaticano. Vender con pérdidas es el mensaje más claro de deseperación. Con ese bagaje convendría ser prudente.

Isidro Fainé, cuyo futuro se juega más en Madrid que en Barcelona, no ha tenido más remedio que vender el 2,5% de Repsol sin avisar al presidente de la petrolera y el 7,5% de su propio banco por debajo del precio al que lo sacó a bolsa

Esa cautela fue la que empleó Isidro Fainé en el mismo acto celebrado en Andalucía al decir que “se está produciendo el inicio de la recuperación, lo que "no significa que volvamos a vivir en un entorno económico similar al de antes de la crisis". Bien lo sabe el banquero de La Caixa, que esta semana, tal como si fuera El Corte Inglés, ha lanzado su Semana Fantástica de rebajas.

Ha vendido el 2,5% de Repsol –por cierto, sin avisar a la propia petrolera, lo que supuesto un sonoro cabreo en Antonio Brufau- por casi 600 millones y un 7,5% de su propio banco por 1.500 millones. No hay que olvidar que esta operación la ha hecho un 25% por debajo del precio al que debutó en bolsa en julio de 2011. Enhorabuena a los premiados.

Unos importes que sumados a los 1.400 millones que obtuvo en junio por el 10% de la mexicana Inbursa y el traspaso de su inmobiliaria suman la no desdeñable cifra de 3.800 millones de euros en desinversiones.  Lo mismo han hecho este año BBVA o Banco Santander con el mantra oficial de adaptarse a los nuevos criterios internacionales de contabilidad y el extraoficial de que los números operativos en España no salen ni subiendo comisiones a los clientes de forma descarada.

En este escenario, el presidente de una empresa del Ibex 35 me apuntaba estos días que sus homólogos harían bien en no extrapolar el buen momento de los mercados de capitales con la economía del día a día, con las ventas, porque una compañía no puede vivir años de ajustar costes si a la par no abre nuevas vías de ingresos. Me recordaba que precisamente los que confundieron la exuberancia financiera con el supuesto éxito en la gestión de sus empresas han acabado como todos sabemos. Lo mismo para los que, en su economía doméstica, pasaron de no hacer la O con un canuto a crérse unos promotores inmobiliarios de pelotazo al cuadrado.

Sean felices, optimistas y prudentes.

Cualquier ciudadano de a pie que siga teniendo como referencia informativa cualquier telediario televisivo, estará estupefacto al ver que, al tiempo que el presidente más presidente de los empresarios españoles, César Alierta, proclama que “la crisis en España ha acabado, claramente”, oye como los trabajadores de Fagor, Panrico, General Dynamics y los barrenderos de Madrid están en huelga porque les quieren poner en la calle del paro.

Repsol César Alierta Emilio Botín