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El informe español que ha causado estupor a Obama (II)
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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El informe español que ha causado estupor a Obama (II)

Hoy continuamos con el informe de la Universidad Rey Juan Carlos titulado “Study of the effects on employment of public aid to renewable energy sources” que

Hoy continuamos con el informe de la Universidad Rey Juan Carlos titulado “Study of the effects on employment of public aid to renewable energy sources” que “demuestra” que cada empleo en energías renovables destruye 2,2 trabajos en el resto de la economía. Comenzaremos con la…

 

…discusión del segundo método descrito la semana pasada

Una curiosidad inicial: el resultado de la primera fórmula y el de la segunda son idénticos. ¿Casualidad o doble certeza?

La segunda fórmula utiliza datos anualizados y, conceptualmente, en el fondo no propugna cosa diferente de la primera, con lo que serían válidos los comentarios realizados para la primera fórmula.

El numerador parece ser un cálculo mediante la técnica denominada NPV (net present value) en inglés, y VAN (valor actual neto) en castellano, que calcula, a fecha de hoy, los flujos de caja futuros generados por una inversión, descontados a un determinado tipo de interés –utiliza el 8,53 %-, y anualizando sus resultados. El problema es conocer cual va a ser esa generación futura de caja.

Es un método piadoso que permite a los consejos de administración y los comités de inversiones de las empresas serias tomar esas necesarias decisiones de inversión de una manera científica; pero también sirve para justificar cualquier barrabasada desde el momento en que utiliza datos futuros, es decir, hoy desconocidos. Y como todo el mundo sabe, el estudio del futuro es una ciencia exacta. Por tal motivo, una aplicación seria y sensata del método necesita la evaluación de diferentes escenarios razonados, y un estudio de sensibilidad posterior de cada uno de ellos.

El informe objeto de este post ofrece un único escenario, aparentemente el peor de los posibles para el futuro de las energías renovables, escasamente soportado; y no realiza ningún estudio de sensibilidad sobre él. Difícilmente hubiese pasado el filtro de ninguna empresa seria y sofisticada en su toma de decisiones.

Respecto al denominador, y con el fin de obtener cifras más homogéneas, quizás hubiese sido más riguroso comparar la productividad media por trabajador referido al campo de la energía, en vez de la media del país. Es decir, no volver a incluir a los bares y otras ramas de la economía en el cómputo.

Volviendo al numerador, el sobrecoste calculado se basa en datos históricos y no tiene en cuenta la futura maduración del sector. Cuando cualquier industria nace, el coste por unidad fabricada es muy alto, y bajo el rendimiento del producto; pero, a medida que el tiempo pasa, los costes bajan y el rendimiento unitario aumenta. Es la llamada curva de aprendizaje, bien conocida por todos.

Imagínense, por ejemplo, que nos encontramos en 1990 y queremos calcular los costes futuros de los ordenadores para la década de los 90; si nos hubiésemos basado únicamente en los que hubo en la década de los 80, sin tener en cuenta la previsible maduración de la industria, y sin realizar ninguna corrección, los precios por ordenador obtenidos habrían sido mucho más elevados que los que efectivamente disfrutamos. Y podríamos decir lo mismo si hiciésemos el mismo ejercicio para la misma industria en el año 2.000.  

El precio de un automóvil, en sus inicios, podía llegar a ser diez veces mayor, a moneda constante, que un coche actual de similar categoría, y su potencia o rendimiento no eran comparables; costaban más que una buena casa y, con todo, muchas fábricas quebraban.

Las energías renovables, pues, también tendrán su propio período de maduración, cada una con una curva distinta, y con metas diferentes; aquel que sea capaz de estimarlas mejor, podrá realizar las mejores previsiones y, por lo tanto, los mejores negocios. Ese fue el gran descubrimiento de Henry Ford cuando lanzó el Ford T y creó las cadenas de montaje, que supuso el despegue definitivo de la industria del automóvil y de las clases medias en EE.UU., así como la concentración del sector del automóvil.

Cuando nace una nueva industria, es habitual una sobre inversión inicial, a veces redundante y mucho caos alrededor. Pasó con los canales en el siglo XVIII, los ferrocarriles en el XIX, el automóvil, la electrónica y los ordenadores en el XX o, más recientemente, con las punto com, entre otras muchas. Y aunque se hicieron demasiadas inversiones absurdas y disparatadas, la historia demuestra que ese exceso de inversión fue a la larga beneficioso para el desarrollo de las sociedades que las sufrieron y, en definitiva, para el desarrollo de la Humanidad, aunque muchas empresas y mucho dinero se quedaran por el camino. Son todas historias apasionantes que sugeriría leer a todo aquel que quisiera vislumbrar el futuro de las energías renovables, una industria más en la saga del desarrollo del ser humano, ¿o es ser vivo?, que seguirá etapas parecidas a las industrias que le han precedido, igual de turbulentas.

Ninguna de esas consideraciones se pueden encontrar en el mencionado estudio; ni hace previsiones críticas sobre los costes, ni sobre diferentes escenarios de flujos de caja, con lo que los resultados que ofrecen serán, previsiblemente, muy superiores a los que tengamos en realidad.

Finalmente, ciertos datos clave, como son los puestos de trabajo creados por las energías renovables, se extraen del informe MITRE, un informe de principios de esta década, dando a día de hoy como reales las proyecciones futuras que en aquella época pronosticaba. Este informe, probablemente de lo mejor que había disponible en el año 2000, es actualmente obsoleto. Hoy tenemos multitud de fuentes diversas con datos históricos aunque discrepantes entre sí. Después de un rápido rastreo por Internet, el rango que se discute varía entre unos 50.000 y cerca de 190.000 puestos de trabajo creados, según las fuentes utilizadas. ¿La realidad? Pues como siempre, allá donde habita la virtud, probablemente en algún término medio.

 

En resumen, un estudio…

-Que a falta de metodología científica, al no justificar los criterios empleados ni las premisas, no deja de mantener una posición subjetiva aunque quiera aparentar rigor científico. No deja de ser, pues, un respetable artículo de opinión más, y por lo tanto sus opiniones no deberían ser avaladas por ninguna Universidad. 

-El informe utiliza datos obsoletos sin justificar su presunta validez. Un estudio científico de cierto nivel propone una determinada sistemática de análisis de datos; calcula los parámetros más relevantes directamente y, en su defecto, toma las diferentes fuentes disponibles y las valora justificando cuales va finalmente a utilizar y por qué. ¿Es éste el caso?

-Utiliza costes pasados y no hace ninguna valoración sobre los costes futuros y la previsible curva de aprendizaje y maduración, diferente para cada tecnología.

-No sugiere ni estudia diferentes escenarios ni alternativas.

-El informe está plagado de afirmaciones de las que no es fácil encontrar soporte científico más allá de las menciones, sin valorar las fuentes.

Es el clásico corta y pega propio de esta generación Google, fundamentado en fuentes externas a las que se da por válidas por el mero hecho de estar publicadas en la Red, sin ningún tipo de análisis justificativo. Uno de los cánceres de esta generación que hace que la abundante producción académica actual sea, demasiado a menudo, de una baja calidad, aunque magníficamente disfrazada, gracias a las maravillosas tecnologías de las que disponemos.

 

…que ha causado un buen revuelo al otro lado del charco…

Después del revuelo mediático creado en EE.UU., probablemente amplificado por el nombre de la Universidad que apadrina el estudio - olvidamos a menudo que nuestro Monarca goza de gran prestigio en el extranjero-, estoy convencido que el Sr. Steven Chu, Secretario estadounidense de energía y Premio Nobel de Física, se habrá leído el informe, habrá sonreído condescendientemente una vez haya comprobado su rigor y, rápidamente, habrá avisado al Sr. Obama – y enviado de paso unas buenas cataplasmas a nuestro Ministro del ramo- de que no tiene por qué preocuparse. Allí saben en qué consiste la innovación. Lo único que pensarán las mentes ilustradas de aquel país es como una Universidad española de nombre tan ilustre puede poner su sello en lo que solo puede considerarse como un artículo de opinión, como este mismo, pero no un informe con rigor académico, para descrédito propio y del resto de las Universidades españolas, las pobres ya de por sí muy mal paradas en las clasificaciones internacionales.

Desgraciadamente, la difusión mediática del informe ha sido otra cosa, en la cuna del periodismo más sensacionalista. Si se quería aplicar el popular dicho, ese que dice “calumnia que algo queda”, el éxito ha sido importante.

Al Sr. Ministro, una vez que haya calmado el sofoco y digerido una buena tila, habría que preguntarle por qué apenas hay en España estudios científicos serios, rigurosos e independientes, con los que deslumbrar al amigo americano y otros posibles mercados, y de paso elevar el nivel de nuestras Universidades. Así no le pasarían estas cosas.

Y, por favor, sería deseable que no sacase a relucir el informe titulado “Nuevo modelo energético para España”, publicado recientemente por la fundación Ideas para el progreso, presidida por el ex-Ministro Sr. Caldera y patrocinada por su propio partido; una versión del cuento de la lechera, con rigor científico similar al del informe que nos ha traído hasta aquí, pero con objetivos diametralmente opuestos. El Sr. Chu volvería a sonreír condescendientemente y pronunciaría eso de están locos estos españoles. Al menos, éste último informe no tiene ninguna Universidad detrás a la que desacreditar, tan solo un partido político. Ambas publicaciones son presuntos ejemplos de cómo el papel lo aguanta todo.

¿Es que acaso no hay en este país profesionales rigurosos que no claudiquen ante las diferentes ideologías tribales? ¿O es que aquí no se cuenta con nadie que no agache la cerviz, y los mejores, por algo lo son, no tienen por costumbre hacerlo?

…pero que no debería impedir que por una vez estemos a la vanguardia de algo.

Las nuevas energías renovables, todas, necesitan de una implantación continua pero sosegada, aprendiendo de los inevitables errores del principiante; para ir aprovechando las mejoras tecnológicas y las economías de escala que, a lo largo del tiempo, según vayan madurando, se acabarán reflejando en sus costes y rendimientos; permitiendo crear a su alrededor una industria eficiente, estable, puntera y, ¿por qué no?, exportadora.

Verdaderas ventajas competitivas que nos permitan salir de esta crisis originada por la estulticia y la avaricia.

Por una vez se han fijado en nosotros al otro lado del Atlántico por cuestiones tecnológicas. Evidentemente, el que va abriendo camino es el primero que se equivoca, y de su aprendizaje los demás se benefician. Eso tiene un coste. Se llama innovación.

La innovación no consiste más que en la aplicación continua, con rigor y flexibilidad a la vez, del método de prueba y error, intentando equivocarse lo menos posible, pero aprendiendo de los errores cometidos antes que los demás; manteniendo y aprovechando esa ventaja tecnológica o competitiva durante un cierto tiempo. El primero en la carrera, si lo hace bien, es el que se llevará las medallas.

Es así como EEUU y el resto de países avanzados se han desarrollando durante el siglo XX y les ha permitido estar a la vanguardia mundial.

La alternativa –la preferida en nuestro país- es no hacer nada. La vuelta al obtuso que inventen otros de épocas pretéritas, para acabar mal copiando muchos años después. De esa manera, ni nos equivocaremos nunca, ni gastaremos un duro en subvenciones, ni destruiremos empleo, tal como sugieren los autores del desafortunado informe.

Hoy continuamos con el informe de la Universidad Rey Juan Carlos titulado “Study of the effects on employment of public aid to renewable energy sources” que “demuestra” que cada empleo en energías renovables destruye 2,2 trabajos en el resto de la economía. Comenzaremos con la…