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En busca del CO2 perdido
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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En busca del CO2 perdido

El nivel de anhídrido carbónico de la atmósfera debería ser más elevado y aumentar mucho más rápidamente de lo que lo hace. Treinta millones de toneladas

El nivel de anhídrido carbónico de la atmósfera debería ser más elevado y aumentar mucho más rápidamente de lo que lo hace. Treinta millones de toneladas de CO2 desaparecen cada día. No es ningún misterio donde se ocultan. Lo engullen los océanos.

El agua es un poderoso disolvente capaz de absorber multitud de sustancias. Eso sí, modificando las características físico-químicas propias. Entre ellas, el llamado pH. El cual no es más que la medida de la acidez o la alcalinidad de una solución.

El pH se mide en una escala entre 0 y 14. Cuanto más reducido es el valor, mayor acidez contiene. El ácido sulfúrico, por ejemplo, tiene un pH de cero. En el otro extremo, el de la lejía es de 13. El vinagre tiene un pH de 2 y la pasta de dientes de 9. El agua pura, con un pH de 7, es neutra.

La química de los océanos se está modificando…

El agua de mar tiene un pH medio algo por encima de 8 y disminuyendo. Significa que los océanos se están acidificando. O reduciendo su alcalinidad que para el caso es lo mismo. ¿Las causas? El enigmático CO2 desaparecido.

Entre el año 1750 y 2008, coincidiendo con el progresivo incremento de CO2 en la atmósfera, el pH medio de los océanos ha descendido 0,1 unidades: desde 8,19 hasta 8,09. Muy poco dirán algunos. Hay truco: la escala con que se mide es logarítmica. Lo que significa que la acidez de los océanos ha aumentando un 30% los últimos 258 años. Si la tendencia continúa podría incrementarse otro 30%, desde niveles actuales, los próximos 30 años. Para duplicarse a finales de siglo. Otras 0,3 unidades menos, hasta 7,78. Pura curva exponencial. Son niveles que no se alcanzaban los últimos veinte millones de años. Mucho antes de que la vida inteligente comenzara a habitar y jorobar estos pagos.

Si el desbocado proceso no se detiene, o lo detenemos, durante los próximos siglos nuestros descendientes se enfrentarán a la práctica extinción de corales,  moluscos y otros bichos, llámense cálcicos o calcáreos, de las profundidades. Con dramáticas consecuencias para la vida marina. Pero, sobre todo, para la humana.

… debido al exceso de CO2 emitido todos estos años…

El proceso químico es el siguiente: el anhídrido carbónico atmosférico (CO2) reacciona con el agua del mar (H2O) formando ácido carbónico (H2CO3). Acido que libera a continuación un ión bicarbonato (HCO31-) y un ión hidrógeno (H+). Este último se une a los iones carbonato (CO32-) que pululan libres en el agua, formando otro ión bicarbonato (HCO31-). Tradicionalmente, los iones carbonato libres se dedicaban a formar conchas y esqueletos de carbonato cálcico (Ca2+ + CO32- = CaCO3). Sin embargo, el exceso de CO2 emitido durante los últimos años está permitiendo que la mayor cantidad de iones de hidrógeno disponibles se unan a los iones carbonato libre. Iones que antes contribuían a la formación y crecimiento de los animales marinos que necesitan tales armazones para su supervivencia.

… que acidifica los mares con efectos previsibles…

Dicho en román paladino para el que se haya perdido, aunque no sea economista: el exceso de anhídrido carbónico procedente de las emisiones, que va a parar a los mares y océanos, impide la regeneración de escollos y arrecifes coralinos y la formación de otros nuevos, empobreciendo su riqueza natural.

Y aunque nosotros, seres darwinianos pequeños e insignificantes no tan racionales como creemos, podemos respirar y vivir inhalando aire con niveles de anhídrido carbónico más elevados, la humanidad, sencillamente, no puede. Entre otras cosas, sin entrar en la achicharrante climatología próxima, porque la vida oceánica está variando demasiado, a velocidad de vértigo. Y como nada ocurre por casualidad en la naturaleza la reducción significativa o desaparición de los poliperos calcáreos tendría efectos en cadena, muchos de ellos todavía desconocidos, que los científicos están estudiando. En todo caso, parece que nada bueno.

… e imprevisibles consecuencias

Se empiezan a constatar sus efectos. Las variaciones en la temperatura de las aguas también contribuyen. La tasa de crecimiento de la Gran Barrera de Coral está disminuyendo. En los trópicos, los corales se están blanqueando. Señales inequívocas del proceso degenerativo desencadenado. Podrían quedar extinguidos antes de que acabe el siglo. Si eso ocurre, que Dios nos coja confesados. Y con el cinturón bien apretado.

Nota: ruego disculpen científicos y especialistas la simplificada y por fuerza somera explicación del fenómeno. Son efectos colaterales de la divulgación exprés. Para mitigar la falta, he seleccionado dos enlaces con sendos informes sobre el tema. El primero, en inglés, patrocinado por un ecologista acérrimo de nombre George W. Bush. Es decir, editado durante su mandato por la National Science Foundation, el National Oceanic and Atmospheric Administration, y el U.S. Geological Survey. El segundo, en español, elaborado por la organización OCEANA.

El nivel de anhídrido carbónico de la atmósfera debería ser más elevado y aumentar mucho más rápidamente de lo que lo hace. Treinta millones de toneladas de CO2 desaparecen cada día. No es ningún misterio donde se ocultan. Lo engullen los océanos.