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Los riesgos de un desastre nuclear en Fukushima
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Los riesgos de un desastre nuclear en Fukushima

El mundo espera sobrecogido noticias sobre las consecuencias de la terrible catástrofe ocurrida en las centrales nucleares japonesas. Y del alcance real de la tragedia. Aunque

El mundo espera sobrecogido noticias sobre las consecuencias de la terrible catástrofe ocurrida en las centrales nucleares japonesas. Y del alcance real de la tragedia. Aunque las noticias son confusas y no del todo claras, esto es lo que podemos deducir, de momento, de la información disponible sobre la central de Fukushima, la más dañada, que consta de seis rectores nucleares.

Según la Tokio Electric Power Company, compañía propietaria de la central, la situación es la siguiente, de acuerdo con los últimos partes emitidos a las 20:00 y 21:00 horas del domingo 13 de marzo:

Todos los reactores han sido apagados mediante la inserción de las barras de control y están en estado subcrítico, con lo que la reacción en cadena se ha detenido. Aparentemente, los reactores 4, 5 y 6 no sufren ningún problema relevante. Tan solo se ha detectado Yodo-131 y Cesio-137 en las inmediaciones del reactor número 1, signo de que algunas varillas de combustible nuclear podrían haberse dañado.

En el mismo reactor ha ocurrido la ya famosa explosión de la que luego hablaremos. Según traducción de la información proporcionada por la compañía, se está inyectando agua de mar, junto con ácido bórico para absorber los neutrones, en la vasija a presión.

En el reactor 2 el sistema de refrigeración propio está inyectando agua en el reactor. Su nivel es inferior al normal pero se mantiene constante. Se han tomado medidas para reducir la presión en la vasija de contención del reactor.

Los problemas en el reactor número 3 parecen más importantes: el sistema propio de inyección de agua a alta presión se ha detenido y, por lo tanto, la inyección de agua para la refrigeración; con el fin de reducir la presión en el reactor se ha abierto manualmente la válvula de seguridad, liberando de manera controlada gases radiactivos, procediendo inmediatamente y a continuación a la inyección de agua, y posteriormente agua de mar, con ácido bórico. Esta información ha sido corroborada por la Agencia Internacional de la Energía Atómica.

La explosión

La explosión del reactor número 1 se muestra en este gráfico interactivo de The New York Times. Ocurrió, según las fuentes, en el exterior del sistema de contención primario, no dañando por lo tanto al reactor. Parece ser que fue a causa del hidrógeno liberado del reactor, gas que fue generado al reaccionar el vapor de agua con los recubrimientos de metal de las varillas de combustible nuclear.

Otra posible causa de la explosión pudo ser debida a una liberación de presión demasiado rápida en el tanque de agua alojado justo debajo del reactor. Como consecuencia, el techo del edificio y las paredes que lo alojan se han visto dañados severamente. Aunque parece que el sistema de contención primario, de hormigón y acero, crítico para evitar una radiación masiva, sigue intacto.

La refrigeración es crítica para evitar una catástrofe radiactiva

Una vez detenida la reacción en cadena, la temperatura en el interior de un reactor nuclear permanece muy elevada durante un tiempo, mientras se van apagando los rescoldos nucleares, valga el símil. De manera que una refrigeración adecuada es crítica para evitar que el reactor y la vasija que lo envuelve se fundan, liberando su contenido radiactivo al exterior, acontecimiento que sería realmente trágico.

Es por eso que todos los esfuerzos, y los temores, están dirigidos a que la refrigeración no se interrumpa. Si se eleva demasiado la temperatura por insuficiencia en la refrigeración, la única manera de reducirla temporalmente es mediante la activación manual de la válvula de seguridad, liberando gases radiactivos al exterior, para reducir la presión en la vasija.

Tal como se ha hecho en el reactor número 3 (y en el 1), conscientemente y como mal menor, con permiso de las autoridades. Según van pasado las horas, la temperatura en el interior del reactor nuclear irá disminuyendo. Y, por lo tango, el riesgo de una tragedia. Hasta que llegue un momento en que desaparecerá el peligro de que éste se funda y la posibilidad de que se libere combustible radiactivo al exterior.

Si la información es correcta, parece que lo peor podría haber pasado. Y la situación, relativamente controlada, al estar asegurada la refrigeración. Aunque parece que el sistema utilizado, mediante agua de mar, no es el habitual y los riesgos no han desaparecido.

Si los sistemas de contención primarios siguen intactos, tal como proclaman compañía y autoridades, no tendría por qué haber más consecuencias desagradables que las ya sufridas. Ojalá sea así. Salvo, por supuesto, las derivadas de tener los sufridos japoneses inesperados cadáveres atómicos que costará tiempo y dinero terminar de neutralizar. Aunque el riesgo de una explosión en el reactor 3, similar a la ocurrida en el número 1, no ha desaparecido.

No tardaremos mucho en saberlo.

El mundo espera sobrecogido noticias sobre las consecuencias de la terrible catástrofe ocurrida en las centrales nucleares japonesas. Y del alcance real de la tragedia. Aunque las noticias son confusas y no del todo claras, esto es lo que podemos deducir, de momento, de la información disponible sobre la central de Fukushima, la más dañada, que consta de seis rectores nucleares.

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