Es noticia
Las causas del desplome del petróleo
  1. Economía
  2. Apuntes de Enerconomía
José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

Por

Las causas del desplome del petróleo

Hay petróleo de papel y petróleo de verdad. El que sirve para especular y el que mueve este destartalado planeta. Una cosa es el analista energético

Hay petróleo de papel y petróleo de verdad. El que sirve para especular y el que mueve este destartalado planeta. Una cosa es el analista energético de verdad, el cual nunca da cuartos al pregonero, y otra muy diferente el analista de papel, a sueldo del gremio financiero, que solo sabe proporcionar análisis simples a precio de oro, idénticas perogrulladas a granel, al no comprender de qué va la fiesta. Esto es solo un aperitivo, excesivamente simple por necesidad y espacio.

Una cosa es la cotización del petróleo en cada momento, otra muy diferente su precio a largo plazo. Cuando algo depende de la oferta y la demanda marginal sin tener en cuenta su inventario natural, puede pasar cualquier cosa absurda o irreverente con el único fin de despistar al respetable. Y si encima los operadores de derivados se dedican a exacerbar las tendencias, la montaña rusa estará servida.

En estos momentos el mundo anda revuelto porque el petróleo se desploma. Mañana será todo lo contrario: es el corto plazo.

El malvado oficial de este derrumbe es Arabia Saudí, al poner todo el petróleo que puede en el mercado con el fin de tapar sus propias miserias de manera desesperada y no por ninguna estrategia inteligente ni premeditada. Será el malo de la película, por causa del wahabismo, causa de la intransigencia islamista, germen de su disolución no muy lejana a causa del fundamentalismo que exporta en cantidades ingentes.

El mecanismo de fijación de precios es mucho más complejo de lo que los analistas mediáticos predican. A corto plazo puede pasar cualquier cosa. Un ínfimo desfase entre la oferta y la demanda marginal provoca una amplificación exagerada en su cotización, al alza o a la baja, nada que ver con su abundancia o con su escasez futura.

Es consustancial a las cagaleras inmediatas de suministradores y consumidores al comprobar que el oro negro se puede quedar en hilillos o en abundancia coyuntural, siendo multiplicadas por el trading de papel. Hay mil experiencias pasadas. Esta es una de ellas.

En el año 2008 la cotización del petróleo pasó de más de 140 dólares a menos de 40 en unos meses a causa de la crisis que comenzaba, al derrumbarse la demanda, aunque no fuese para tanto, ya que los países emergentes continuaban derrochando. Remontó lentamente hasta que se ha vuelto a desplomar. ¿Era lógica tal evolución extrema? Un pequeño deslizamiento entre la oferta y la demanda dio lugar a un cambio brusco en los precios.

Ahora las causas son otras, mucho más complejas que entonces. Una mezcla de desaceleración leve de la demanda por zonas geográficas y de aumento coyuntural, que no perpetuo, de la oferta.

Por el lado de la oferta, las cosas están cambiando de manera estructural. Aunque parece que el pico del petróleo convencional de reducido coste de extracción ya ha llegado, la irrupción en el mercado americano de los petróleos no convencionales, mucho más caros de extraer, ha aumentado la oferta a coste más elevado. El único beneficiario es América del Norte al no exportar casi, de momento.

La OPEP, por otro lado, ya no es tan poderosa como antaño, entre otras razones porque sus miembros andan a garrotazos entre ellos. Todos están desesperados por vender. La causa es que casi todos los países petroleros viven por encima de sus posibilidades sin apenas más actividad productiva que hacer agujeros en el suelo. Viven del cuento, como Occidente entero.

Venezuela e Irán son los que más desesperadamente necesitan unas cotizaciones elevadas del petróleo para que no se les hunda su economía y poder mantener miles de pesebres intactos. Incluso Arabia Saudí necesita un precio por encima de 70 $/barril.

Los países del Golfo Pérsico, terriblemente ineficientes desde el punto de vista energético, necesitan cada día más petróleo para su autoconsumo, exportando proporcionalmente cada vez menos. Sus metrópolis futuristas de enormes y absurdos edificios de cristal necesitan ingentes cantidades de energía para hacerlos habitables. Serán ciudades fantasma cuando los pozos se sequen.

Los antiguos países de la OPEP, incapaces de ponerse de acuerdo, necesitan vender más para poder sobrevivir, lo cual deprime los precios. Es el viejo sistema de maricón el último. Arabia Saudí, al que todos señalan como culpable, estaría ya cerca de su break-even, si no lo ha alcanzado. No puede permitirse el lujo de reducir demasiado la oferta si no quiere machacar sus propias finanzas. No parece ser ya capaz de manipular el mercado con la misma eficacia. Su margen es más reducido que nunca. Su capacidad para dictar precios cada vez es menor.

La estructura de la oferta, por otro lado, ha variado enormemente. Hay más diversidad e intereses contrapuestos que impiden a los productores ponerse de acuerdo. EEUUy Rusia producen en cantidades comparables a Arabia Saudí, lo cual reduce el poder de esta última.

Pasará lo de siempre. El precio se reducirá hasta expulsar del mercado a aquellos productores más ineficientes, casi todos pozos de fracking o arenas bituminosas, hasta igualar la oferta y la demanda marginal. Eso hará que repunten los precios, espoleados otra vez por el petróleo de papel a igualdad de demanda, la cual va por libre.

El lado de la demanda es igual de complicado. Al seguir acoplada la demanda energética al crecimiento económico, la tendencia es consumir cada vez más. Pero Occidente no arranca, los países emergentes derrapan y muchos petroleros se pueden ir al traste político si el tinglado se les desmorona. Algunos están a falta de una pequeña chispa. Venezuela e Irán están al límite. Se puede producir un agujero importante en las cuentas de Rusia. Incluso Arabia Saudí podría implosionar. Su situación interna no es nada gratificante.

Para complicar más el escenario, 2014 está siendo el año más caluroso de la historia, según acaba de anunciar la Organización Meteorológica Internacional. Este siglo ha comenzado muy caldeado, lo cual era de esperar. Los responsables políticos, hasta los chinos, se plantean reducir las emisiones y con ellas el consumo de combustibles fósiles.

Si se pusieran en marcha políticas severas de eficiencia energética, lo cual habrá que hacer más antes que después, el precio se podría deprimir durante una buena temporada a semejanza de lo que ocurrió en los años 80 del siglo pasado, con importantes consecuencias geopolíticas de nuevo, al vivir media humanidad de hacer simples agujeros en el suelo.

En países como Canadá, por ejemplo, comienzan a plantearse nacionalizar compañías mineras y petroleras, y funcionar a la manera de la estatal Statoil noruega, ya que los beneficios no llegan al ciudadano. Un anatema para muchos economistas e ideólogos. Una realidad que los ciudadanos se están planteando.

Grandes empresas petroleras ya se plantean sin ambages lo que probablemente ocurrirá: que la mayoría de los combustibles fósiles se quedarán bajo tierra y que tienen que diversificar.

La terca realidad natural y física se acabará imponiendo a esa cosa imperfecta llamada mercados, de momento suicidas y destructivos. Cada vez se lo plantea más en serio la economía mainstream, a pesar de las tercas resistencias del academicismo más obsoleto, que lo es todo.

Los precios del petróleo siempre se han comportado y se comportarán como una montaña rusa para beneficio de buenos traders y profesionales. Otra cosa muy diferente será la oferta y la demanda a largo plazo, que no está relacionada con las cotizaciones marginales del momento.

El futuro del petróleo no tendrá nada que ver con el pasado. Las verdades preconcebidas de analistas de papel y otros muchos bocazas mediáticos serán diferentes a partir de ahora. Y vuelta a empezar con los condicionantes políticos y naturales que están por llegar, que serán diferentes a los actuales. Política y petróleo están más unidos que nunca. El medioambiente, por fin, también.

El oro negro debería preservarse y utilizarse con mesura al ser materia prima principal para fabricar productos químicos y fertilizantes indispensables, de los cuales no se conocen sustitutos masivos.

Abróchense los cinturones, que vienen curvas. Obtendrán beneficios en el sector energético aquellos que opten por vislumbrar el futuro desembarazándose de ortodoxas anteojeras teóricas y mentales.

Hay petróleo de papel y petróleo de verdad. El que sirve para especular y el que mueve este destartalado planeta. Una cosa es el analista energético de verdad, el cual nunca da cuartos al pregonero, y otra muy diferente el analista de papel, a sueldo del gremio financiero, que solo sabe proporcionar análisis simples a precio de oro, idénticas perogrulladas a granel, al no comprender de qué va la fiesta. Esto es solo un aperitivo, excesivamente simple por necesidad y espacio.

Petróleo OPEP Noruega