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La nueva economía en tiempos de crisis
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Jesús Banegas

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La nueva economía en tiempos de crisis

Hace apenas un mes que, el reputado y prolífico economista jefe de Business Week Michael Mandel, con la perspicacia periodística que le caracteriza –su revista fue

Hace apenas un mes que, el reputado y prolífico economista jefe de Business Week Michael Mandel, con la perspicacia periodística que le caracteriza –su revista fue la inventora, hace más de una década, del concepto “nueva economía”, que tomamos prestado en esta sección- , trataba de investigar en un reportaje de fondo el futuro de EE.UU. desde la perspectiva de la innovación y del esfuerzo en I+D de sus empresas. Se preguntaba por el desempleo de científicos e ingenieros, mientras echaba en falta la contabilización –en las estadísticas oficiales- de los activos intangibles. Venía a sostener que cualquier debilitamiento de los factores que propician la innovación haría pagar un alto precio a medio y largo plazo a dicha economía; que recordemos, sigue siendo líder mundial absoluto en dichas materias.

En España, sin embargo, el interés por la I+D+i es episódico y superficial y apenas interesa a nadie; salvo a los de siempre –los que leen este blog, por ejemplo- y poco más, cuando resulta que, justamente en tiempos de crisis, su importancia es mayúscula. Veamos por qué.

Casi sin excepción posible, las empresas que innovan y –en consecuencia- exportan, son no sólo las que mejor están sorteando la crisis; algunas, incluso, disfrutan de crecimientos y beneficios cada vez mayores. Si ello es así, parece lógico pensar que lo mejor que le podría pasar a la economía española es que hubiera muchas empresas innovadoras y exportadoras. ¿Y qué hacemos para facilitares la vida?: poco y cada vez menos.

Los Presupuestos Generales del Estado –PGE- recientemente aprobados son un buen ejemplo al respecto; se miren como se miren, parecen hechos al revés. Siguiendo al pié de la letra la teoría desarrollada por Mancur Olson en su clásico tratado “The Logic of Collective Action” (1965), la influencia de los grupos organizados explica la estructura de los incentivos de la política económica, y por tanto de los PGE. El argumento básico de Olson es que los grupos que persiguen intereses específicos ralentizan y condicionan los procesos de decisión política, de suerte que cuanto más específicos son los intereses de esos grupos, mayores son sus posibilidades de prevalecer sobre los intereses generales.

Pues bien, los PGE, por las razones expuestas,  vienen a cuestionar las columnas vertebrales de nuestro mejor futuro: la innovación y la exportación. Para el próximo año 2010, los PGE prevén un descenso medio del gasto en I+D+i del 30%, correspondiendo a los programas TIC del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo un -66%, a las deducciones fiscales a la I+D+i un -31% y al Ministerio de Ciencia e Innovación un -21%.

¿Qué sentido tiene seguir hablando desde el Gobierno de las virtudes de la innovación e incluso plantear una ley de economía sostenible y simultáneamente reducir radicalmente los presupuestos dedicados a tal fin? La estrechez presupuestaria no puede ser la excusa. Basta con recordar las palabras del Secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, que hace pocos meses sostenía: ”Este país –se supone que se refiere España- se gasta del orden de 7.500 millones de euros al año en facilitar la compra de vivienda a través de una deducción fiscal, frente a los 6.000 millones que destinamos a la I+D+i , y a futuro –es decir, ahora- nos parece que estas cifras deberían ser muy distintas y nos deberíamos gastar más recursos públicos en investigación y menos en fomentar la compra de vivienda. Eso es lo que yo entiendo por cambio de modelo en lo que afecta al sector público”. Justo el mundo al revés: gastamos mucho más en lo que sobra –viviendas- hasta provocar una crisis económica y financiera sin precedentes, que en lo que falta –innovación- que además de no provocar crisis alguna es la solución para sacarnos de ella.

¿Qué explicación tiene que se recorte severamente –un 25%- el presupuesto del ICEX –que tan bien viene actuando a favor de la exportación y la internacionalización de la empresa española- mientras ingentes –casi treinta veces más que el ICEX- cantidades de dinero se siguen empleando en cooperación internacional al margen de los legítimos intereses de la economía española?

Sostenía Olson que con la profundización de la democracia –mal entendida, se entiende-, el poder de los grupos defensores de intereses creados va en aumento, mientras que los más legítimos intereses de la nueva economía, que en tiempos de crisis debieran anteponerse en beneficios de todos, vemos que siguen postergados en España.

Jesús Banegas Núñez

Hace apenas un mes que, el reputado y prolífico economista jefe de Business Week Michael Mandel, con la perspicacia periodística que le caracteriza –su revista fue la inventora, hace más de una década, del concepto “nueva economía”, que tomamos prestado en esta sección- , trataba de investigar en un reportaje de fondo el futuro de EE.UU. desde la perspectiva de la innovación y del esfuerzo en I+D de sus empresas. Se preguntaba por el desempleo de científicos e ingenieros, mientras echaba en falta la contabilización –en las estadísticas oficiales- de los activos intangibles. Venía a sostener que cualquier debilitamiento de los factores que propician la innovación haría pagar un alto precio a medio y largo plazo a dicha economía; que recordemos, sigue siendo líder mundial absoluto en dichas materias.