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La emergente teoría de las redes
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Jesús Banegas

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La emergente teoría de las redes

A pesar de que las redes son tan antiguas como la vida y tanto en la ciencia como en otros ámbitos, incluido el religioso, siempre han

A pesar de que las redes son tan antiguas como la vida y tanto en la ciencia como en otros ámbitos, incluido el religioso, siempre han estado presentes como estructuras más o menos percibidas pero en todo caso asumidas, no fue hasta 1736 que un científico ruso, Leonhard Euler, inventara la teoría de grafos para resolver un histórico dilema, hasta entonces sin respuesta, acerca de cómo atravesar toda una red de puentes sobre el río Pregel (al paso por Königsberg, ciudad próxima a San Petersburgo) sin repetir ninguno.

Tuvieron que pasar más de dos siglos para que la primigenia teoría de grafos, que tantos problemas matemáticos, físicos y económicos ha resuelto y puede resolver, respondiera a una pregunta esencial: ¿Cómo se forman los grafos, es decir, las redes? La primera respuesta, según Albert-Lászó Barabási (2002), la dieron dos matemáticos húngaros, Erdós y Rényi, en 1959 al plantear la hipótesis, ampliamente contrastada, de la aleatoriedad de la formación de las redes.

Entre las consecuencias más inmediatas de dicha concepción teórica, cabe señalar que:

- En una gran red, casi todos los nodos tienen el mismo número de enlaces.

- El poder de una red reside en los enlaces, no en los  nodos.

- Es matemáticamente posible predecir la “separación”, en una red aleatoria, como función del número de nodos.

Por “separación” debe entenderse el número de enlaces, o pasos intermedios, que relacionan dos nodos de una red elegidos al azar. Para la mayor parte de las redes estudiadas el grado de separación suele ser seis; pero en el caso de Internet es 19.

Las redes de telecomunicaciones y en última instancia Internet constituyen sistemas de naturaleza aleatoria, y por tanto alejadas de una  visión euclediana de la realidad. Más bien se asemejan a los seres vivos, respondiendo por tanto a los principios biológicos que explican y dan sentido a aquellos.

Puesto que vivimos según sostiene Manuel Castells y está cada vez más reconocido y aceptado en una “Sociedad Red”, parece conveniente saber las reglas de juego de nuestra vida.

Barabási ha venido a ocuparse y dar respuesta a una lógica preocupación: ¿Cómo funcionan las redes? ¿Cuáles son las leyes que las gobiernan?

No olvidemos que, como el mismo autor señala al comienzo de su libro, el cristianismo, el genoma humano, los sucesos del 11 de septiembre de 2001, la mafia, los terroristas, Internet, las neuronas y tantas y tantas otras estructuras vivas son esencialmente redes.

Con el inconveniente de dar por consabidas algunas cosas –por ejemplo que el lector sepa quiénes son Erdós y Renyi-, el libro mezcla un atractivo ritmo narrativo con rigor descriptivo y científico. Sin llegar a ser un texto académico, será de consulta universitaria, y abre las puertas a una corriente analítica que siendo muy atractiva de partida, promete aún mucho.

Teniendo en cuenta que la traducción –parece que puede estar en vías– del título del libro al español debiera ser  “VINCULADOS”, y tal palabra describe y anuncia la característica más sobresaliente de nuestra sociedad actual –una red sin araña, para el autor– debieran ser muchos los interesados en adentrarse en las poco más de 200 páginas de un inglés muy accesible para saber un poco más acerca de dónde estamos y hacia dónde podemos ir.

A pesar de que las redes son tan antiguas como la vida y tanto en la ciencia como en otros ámbitos, incluido el religioso, siempre han estado presentes como estructuras más o menos percibidas pero en todo caso asumidas, no fue hasta 1736 que un científico ruso, Leonhard Euler, inventara la teoría de grafos para resolver un histórico dilema, hasta entonces sin respuesta, acerca de cómo atravesar toda una red de puentes sobre el río Pregel (al paso por Königsberg, ciudad próxima a San Petersburgo) sin repetir ninguno.