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Jesús Banegas

Economía Digital

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La nueva educación

El cambio de siglo que estamos viviendo está coincidiendo con una alteración paradigmática de la economía y la sociedad, que impulsadas por las nuevas tecnologías y

El cambio de siglo que estamos viviendo está coincidiendo con una alteración paradigmática de la economía y la sociedad, que impulsadas por las nuevas tecnologías y la liberalización de los mercados está dando lugar a una nueva paraestructura social que Manuel Castells denominó con éxito : “Sociedad Red”. La nueva era económica también conocida como “Sociedad de la Información y el Conocimiento”, está alterando muchos patrones de comportamiento de los agentes económicos y sociales, hasta el punto de plantear nuevas exigencias y respuestas que es preciso afrontar para sobrevivir con éxito.

 

El sistema educativo, como tantas otras instituciones, no puede permanecer ajeno a los cambios tecnológicos y sociales acontecidos en su entorno; se plantea, por tanto, la necesidad de reorientar sus funciones hacia las nuevas demandas, que cada vez se alejan más de aquellas pretéritas que fundamentaron su existencia y posterior desarrollo. La educación, como institución, verá realzada su función social en la nueva era si es capaz de adaptarse convenientemente a las nuevas circunstancias.

La nueva sociedad está crecientemente invadida por cambios tecnológicos de contenido – mayormente – intangible, que difundidos por las redes de telecomunicaciones, y en especial, por Internet, están generando un nuevo mundo cada vez más inestable, indeterminado e incierto. En tiempos en los se discute el marco de relaciones laborales más apropiado para aumentar el empleo en nuestro país, quizás habría que plantearse un nuevo cuadro de derechos de los trabajadores adaptado a una  nueva economía caracterizada por:

-  La globalización de los mercados que obliga a competir sin fronteras, incluso en el ámbito de los servicios, hasta hace poco libres de la competencia internacional. 

-  La diseminación de las nuevas tecnologías en todas las actividades económicas, que requiere habilidades profesionales adecuadas a ellas.

-  La incesante innovación de productos, servicios y procesos, que exige un reciclaje contínuo de casi todos los oficios.

Sin entrar a considerar otros aspectos curriculares, es perentorio y debiera ser imperativo fomentar y valorar como merecen: el esfuerzo, el mérito, la disciplina y el rigor académico y luego profesional, valores consustanciales con la mejor educación posible –hoy absurdamente postergados  en nuestro sistema educativo- , y adicionalmente, integrar en los distintos ciclos educativos, la formación en habilidades tecnológicas de nuestro tiempo, ya que:

 
-  Existe una correlación muy robusta entre formación tecnológica, empleabilidad y empleo.

-  La posibilidad de encontrar empleo crece exponencialmente con la formación, y más específicamente la tecnológica.

-  La remuneración, la estabilidad en el empleo y la formación ocupacional, son mayores entre trabajadores con formación técnica.
-  El desliegue de actividades empresariales es más fácil y tiene más futuro cuando se desempeña con elevada formación académica.

-  Sería impensable que hubiera tanto desempleo en España si los trabajadores sin trabajo tuvieran habilidades profesionales asociadas a las  nuevas tecnologías.

Sólo con una adecuada preparación profesional, siempre al día, con sólida base tecnológica es y será posible tener trabajo siempre.

Por todo lo dicho, el más importante y decisivo derecho del trabajador del siglo XXI, no va a ser –porque no podrá serlo- tener un mismo trabajo fijo de por vida sin cambiar de lugar, sino A DISPONER DE LA FORMACIÓN APROPIADA PARA PODER ENCONTRAR TRABAJO EN TODO TIEMPO Y LUGAR, lo que equivale decir  que las “habilidades tecnológicas” se conviertan en el nuevo “oxígeno” que dará vida a los trabajadores de mañana; también de hoy.

El empleo directo TIC, como porcentaje del empleo privado, alcanza el 10% en Finlandia, se sitúa entre el 5 y el 6% en UE-15, la OCDE y EE.UU., mientras que en España no alcanza el 4%. Solo tres países de los 23 de la OCDE –México, Grecia y Portugal- están peor que España. Nuestro país necesita, “como el comer”, llevar a cabo la metamorfosis de sus sistema económico, hoy muy poco intensivo en actividades de alto valor añadido –como acabamos de comprobar-, hacia otro basado en la tecnología, la innovación y la “buena educación”, según se describió antes.

El proceso de ajuste del empleo al cambio tecnológico no es en modo alguno ni instantáneo ni automático. La causa del desempleo estructural es el desfase educativo y profesional entre la mano de obra desempleada y las nuevas oportunidades de empleo. Hoy en España, sólo el 12% de los desempleados siguen cursos de formación; todo un pésimo ejemplo de lo que habría que hacer.

Mientras tanto, el dilema es claro: o se estancan los salarios o se aumenta la formación. Lo deseable  sería limitar lo menos posible el crecimiento de los salarios mientras aumentamos exponencialmente la formación. La anhelada metamorfosis de nuestros tejidos productivos –del “ladrillo” a la tecnología, en lenguaje coloquial- solo será posible llevarla a cabo a partir de la educación y la formación en habilidades profesionales de alto valor añadido; que sólo puede proporcionar la tecnología y la innovación.

Cuanto más tiempo perdamos en ponernos manos a la obra más duro será el proceso de transformación y más  nos costará recuperar la renta per cápita, qué está descendiendo mientras miramos hacia otro lado; exactamente el contrario que debiéramos  mirar.

El cambio de siglo que estamos viviendo está coincidiendo con una alteración paradigmática de la economía y la sociedad, que impulsadas por las nuevas tecnologías y la liberalización de los mercados está dando lugar a una nueva paraestructura social que Manuel Castells denominó con éxito : “Sociedad Red”. La nueva era económica también conocida como “Sociedad de la Información y el Conocimiento”, está alterando muchos patrones de comportamiento de los agentes económicos y sociales, hasta el punto de plantear nuevas exigencias y respuestas que es preciso afrontar para sobrevivir con éxito.

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