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Una crisis alimentaria mundial en ciernes
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Juan Carlos Barba

Gráfico de la Semana

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Una crisis alimentaria mundial en ciernes

El pasado mes de agosto el índice The Economist de alimentos superó su máximo histórico, reavivando los temores sobre una crisis alimentaria a nivel mundial

El pasado mes de agosto el índice The Economist de alimentos superó su máximo histórico, reavivando los temores sobre una crisis alimentaria a nivel mundial

236,1. Es la cifra que alcanzó en agosto el índice que elabora el prestigioso semanario británico The Economist y en el que refleja la evolución de los precios de los alimentos, siendo 100 el precio que tenían éstos en 2005. Una fría cifra que esconde un drama humano de enormes proporciones para los cientos de millones de personas que se encuentran en el límite de sus recursos para poder adquirir los alimentos básicos para su subsistencia. En el gráfico se puede apreciar cómo esto supone el mayor valor alcanzado desde que se elabora el índice, superando el anterior máximo de febrero de 2011.

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Si elaboramos el mismo gráfico en euros podemos ver que la situación es aún peor, debido a la pésima evolución del tipo de cambio euro/dólar en los últimos meses.

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Como refleja en su último informe mensual Jeremy Grantham, cofundador de uno de los grandes fondos de inversión del mundo (GMO), existen serios temores de que nos encontremos a las puertas de una gran crisis alimentaria, desencadenada no sólo por las sequías sufridas en amplias áreas agrícolas del mundo sino debido a problemas más profundos:

-Subida del precio de los insumos agrícolas (especialmente combustibles y fertilizantes). En el gráfico se puede ver la buena correlación existente entre el precio del petróleo y el de los productos agrícolas.

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-Bajada en los aumentos de productividad de los cultivos de cereales, que ha pasado del 3,5% en los años 70 del pasado siglo al 1,5% actualmente. Es muy posible que estemos alcanzando el límite teórico para los aumentos en el rendimiento de muchos cultivos importantes.

-Escasez de agua. Muchos acuíferos están sobreexplotados, lo que causa su agotamiento y/o salinización.

-Sobreexplotación de la tierra de cultivo, lo que provoca su degradación y pérdida de fertilidad.

-Se está alcanzando el límite en el cual mayores cantidades de fertilizantes hacen subir la producción.

-Mayor inestabilidad en el clima, que provoca con más frecuencia la aparición de fenómenos extremos como sequías. Esto se debe con una alta probabilidad al cambio climático provocado por la propia actividad humana.

El problema no se percibe con la misma gravedad en los países poderosos (y por lo tanto ricos) que en los más pobres, ya que en estos últimos el presupuesto destinado a alimentos puede llegar a superar –como en el caso de Egipto– el 40%. Ello hace que los medios y los políticos de estos países ricos, que son los que tienen mayor capacidad de influencia, subestimen la gravedad del problema y por lo tanto no se tomen medidas de urgencia para paliar el problema como podría ser la eliminación de los biocombustibles, algo que la ONU ya ha solicitado.

El riesgo de graves revueltas sociales y en consecuencia de una gran inestabilidad política a nivel mundial se agravará sobremanera de confirmarse estos negros vaticinios, lo que complicará, y mucho, la gestión de la enorme crisis económica que estamos viviendo. Como dice Grantham en su informe, bienvenidos a la distopía.

El pasado mes de agosto el índice The Economist de alimentos superó su máximo histórico, reavivando los temores sobre una crisis alimentaria a nivel mundial