Gráfico de la Semana
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Causas de la desaceleración de la economía española
El debilitamiento de las exportaciones y el agotamiento de las medidas expansionistas del Gobierno están detrás de ello
Los indicadores adelantados de la economía española marcan una fuerte desaceleración de esta en los últimos meses, de forma que el crecimiento estimado es en estos momentos aproximadamente la mitad de lo que hemos visto en los últimos cinco años. Aunque lo realmente sorprendente es que haya tardado tanto en llegar esta situación de debilidad económica hasta nuestro país, ya que hace un año que Francia y Alemania vivieron idéntica situación. Las razones fundamentales para que haya tardado tanto en llegar este parón económico a España hay que buscarlas en las medidas expansionistas aplicadas por el Gobierno en el último año. Estas medidas han sido sobre todo la subida del salario mínimo, que ha aumentado la renta disponible para una parte de la población, la expansión del empleo público (+3,5% en el último año) y el relajamiento en el control del déficit (desde el objetivo del 2,2% hasta el 2,6%).
Sin embargo, el impacto del aumento del salario mínimo ha sido, como es lógico, temporal y ya ha dejado de tener impacto en el consumo. El empleo público según la EPA no aumentó en el último trimestre informado (+0,1%), y el déficit público en el primer trimestre se ha reducido ligeramente, según la IGAE en un 4,2%. Esto ha hecho que el impacto negativo del debilitamiento de las exportaciones españolas por fin haya empezado a notarse en la economía. La evolución de las exportaciones podemos verla en el siguiente gráfico. Tocaron techo en el inicio de 2018 y desde entonces han seguido un lento y progresivo declive.
Las consecuencias del agotamiento de las medidas gubernamentales no se han hecho esperar, como vemos en la evolución de uno de los principales indicadores adelantados, el PMI compuesto, que es lo que vemos en el siguiente gráfico. En mayo y junio se ha colocado en 52,1, que es el mínimo en cinco años y medio. Esto significa que el PIB está creciendo en estos momentos por debajo del 2% en tasa interanual, con lo que nos situaríamos en línea con Alemania y Francia. El que más está sufriendo es el sector industrial, que es el más sensible a la debilidad exportadora, mientras que el sector servicios se encuentra en una situación relativamente mejor.
En consecuencia el nuevo crédito empresarial se ha visto rápidamente afectado, y hemos pasado de ver tasas de crecimiento del 2,4% en 2018 (ya debilitándose desde un crecimiento del 5% en 2017) a una contracción media del 5% en los cinco primeros meses del año. Aunque el crédito a las familias sigue en positivo, no es ni mucho menos suficiente como para evitar que el nuevo crédito haya entrado en el territorio negativo.
La situación política tampoco permite tomar medidas para estimular la economía, ya que ni siquiera sabemos a día de hoy si será posible formar gobierno o habrá que repetir las elecciones. Pero aunque se consiga formar gobierno, tampoco este dispondrá de mucho margen de maniobra en cuanto a un posible aumento del gasto público, ya que a mes de mayo los ingresos tributarios solo están creciendo a tasas del 0,4%. Esto, unido al debilitamiento de la economía, que presagia que esta tendencia continúe o empeore, indica que el Gobierno no tendrá más remedio, si no quiere arriesgarse a un toque de atención desde Bruselas, a recortar el gasto público antes de final de año. Una nueva subida del salario mínimo, situado todavía en un nivel que lo permitiría sin dañar perceptiblemente el empleo, sí que podría suponer una ayuda, pero en todo caso temporal.
Lo que realmente sería importante es el fin de la guerra comercial, lo que impulsaría nuevamente el comercio mundial y sacaría de la apatía a nuestro sector exportador y con ello a la industria. En el gráfico siguiente podemos ver la situación actual del comercio mundial, que se ha deteriorado tanto que ha pasado de crecer a tasas superiores al 10% a entrar en contracción. Esperemos que la guerra comercial finalice pronto, porque si no el panorama de aquí a final de año se presenta bastante tenebroso.
Los indicadores adelantados de la economía española marcan una fuerte desaceleración de esta en los últimos meses, de forma que el crecimiento estimado es en estos momentos aproximadamente la mitad de lo que hemos visto en los últimos cinco años. Aunque lo realmente sorprendente es que haya tardado tanto en llegar esta situación de debilidad económica hasta nuestro país, ya que hace un año que Francia y Alemania vivieron idéntica situación. Las razones fundamentales para que haya tardado tanto en llegar este parón económico a España hay que buscarlas en las medidas expansionistas aplicadas por el Gobierno en el último año. Estas medidas han sido sobre todo la subida del salario mínimo, que ha aumentado la renta disponible para una parte de la población, la expansión del empleo público (+3,5% en el último año) y el relajamiento en el control del déficit (desde el objetivo del 2,2% hasta el 2,6%).