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Zapatero I “El insostenible”
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Álvaro Anchuelo

Hablando Claro

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Zapatero I “El insostenible”

El anteproyecto de la Ley de economía sostenible es uno de esos documentos que resulta inevitable leer con verdadero interés. Todos sentíamos curiosidad por saber cómo

El anteproyecto de la Ley de economía sostenible es uno de esos documentos que resulta inevitable leer con verdadero interés. Todos sentíamos curiosidad por saber cómo se puede cambiar el modelo de crecimiento de un país mediante una ley, lo que constituiría un logro sin precedentes históricos. Ansiábamos también encontrar, por fin, las largamente anunciadas reformas estructurales que nuestro país necesita cada vez más desesperadamente.

 

Desgraciadamente, el anteproyecto en realidad es una especie de parto de los montes, en el que lo más destacado es lo que no se incluye. Algunos ejemplos ayudarán a entender la magnitud de esas ausencias, así como la irrelevancia de las numerosas medidas que se proponen.

Cuando se habla del Sistema financiero, esperábamos encontrar una reforma de las Cajas, que las despolitizasen, así como que se exigiesen responsabilidades a los malos gestores. En realidad, sólo se incluyen algunas normas menores sobre la publicidad de los salarios de los directivos.

Como se trata la sostenibilidad financiera de las administraciones públicas, pensábamos que se habría elaborado un plan de reducción del gasto público superfluo, coordinado con las Comunidades Autónomas, e incluso un rediseño del costoso “Estado de las Autonomías”. Por el contrario, únicamente se crea un grupo especial para la evaluación del gasto.

En el apartado dedicado a la Ciencia e Innovación, creíamos que se propondría una reforma educativa integral, que incluyese la vuelta de las competencias en educación a la administración central y garantizase la enseñanza del inglés. Sin embargo, las medidas propuestas se limitan a mejorar el sistema de patentes o a la formulación de buenos deseos de que se creen empresas de base tecnológica.

Al tratarse el medioambiente, esperábamos encontrar un Plan energético global, que analizase objetivamente la necesidad de seguir utilizando la energía nuclear. En vez de eso, se habla de movilidad sostenible, de hipotéticos ahorros energéticos… mientras se sigue subvencionando el carbón nacional (muy contaminante y de baja calidad).

Como se incluyen medidas fiscales, creíamos que se propondrían una reforma fiscal y la intensificación de la lucha contra el fraude, pero sólo aparecen deducciones menores en el impuesto de sociedades y para la vivienda.

Al tratarse los organismos reguladores, esperábamos encontrar fórmulas sobre la elección de sus miembros que garantizasen su independencia, e incluso una reforma general de la Justicia. Pero sólo se habla en el anteproyecto de una reducción en el número de miembros que componen estos organismos.

Otras ausencias no son parciales, sino totales:

Ni se menciona la reforma laboral para disminuir la dualidad entre trabajadores indefinidos y temporales.

Nada se dice sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones.

Nada se incluye respecto al rediseño del Estado autonómico, la unidad del mercado interno, la coordinación entre administraciones o la preservación de las políticas comunes…

Un resumen de las medidas, aunque con el típico sesgo triunfalista propio de los documentos oficiales, puede verse en: http://www.economiasostenible.gob.es/wp-content/uploads/2009/12/2_2_principales_medidas.pdf

Durante la discusión parlamentaria del anteproyecto, burlándose en mi opinión del Congreso, el presidente no ha discutido las medidas que en él proponía, sino que se ha dedicado a anunciar precisamente las reformas profundas que en este artículo se echan en falta. Cuando se concreten y presenten, las discutiremos. Ojala sean ciertas. De momento, lo poco que se han concretado ha sido para limitar su alcance. Se reformará el mercado laboral, pero sin modificar los costes de despido. Se podría reconsiderar el uso de la energía nuclear, pero sin construir centrales nuevas y limitando a 40 años la vida de las existentes… No se trata de un inicio muy prometedor.

Incluso las medidas realmente incluidas en el anteproyecto adolecen de falta de credibilidad. Muchas son medidas prometidas ya en el programa electoral socialista de 2004 y han sido repetidamente anunciadas. No está claro, por otro lado, cómo se van a financiar. Se anuncia un fondo de 20 000 millones, parece que para conceder créditos, de los que la mitad provendrían de aportaciones privadas (pero ¡será si el sector privado quiere participar!). Sin embargo, se acaban de discutir hace unas semanas los Presupuestos Generales del Estado y en ellos, aunque parezca increíble, no se reflejaban estas políticas, sino todo lo contrario. En los presupuestos lo que se hace es disminuir el gasto en I+D, en infraestructuras productivas, en el ICEX, en la AEAT…

Algunos ejemplos concretos de medidas especialmente poco creíbles incluidas en el anteproyecto pueden ser los siguientes.

Reducción de plazos para la creación empresas: es algo varias veces anunciado, mediante la creación de una “ventanilla única”… La realidad es que, según el Banco Mundial, en España se sigue tardando una media de 47 días, frente a 13 en la OCDE.

Internacionalización de las empresas: se acaba de reducir el presupuesto del ICEX en los PGE.

Reducción de la morosidad pública: se reducen los pagos a 30 días. Hoy son 60 y no se cumplen. Para solucionar el problema de verdad sería necesario reformar a fondo la financiación local, otra reforma estructural ausente.

La falta de credibilidad se ve acentuada por el hecho de que se trate de medidas con un horizonte a 10 años, pero no se hayan consensuado con los partidos de la oposición.

En general, se trata de medidas muy numerosas, que suelen apuntar en la dirección correcta, pero de escaso calado. Parece (una vez más) que se quiere aparentar mucha actividad, mediante una larga lista, con fines de marketing político (el único campo en el que este gobierno resulta competente). Sin coherencia o visión global, las medidas son ocurrencias sueltas. No tienen el rango de verdaderas reformas estructurales.

Lo que pretende unificar el discurso es el nuevo mantra de la sostenibilidad. Como bien apuntaba la sabiduría tradicional “dime de que presumes y te diré de que careces”. El actual presidente podría pasar a la Historia como Zapatero I “el insostenible”. Insostenibles son el paro, el déficit público, la deuda pública, la caída de la producción… alcanzados bajo su mandato. De hecho, lo único que le sostiene es el apoyo interesado de los nacionalistas que no creen en el futuro de este país, PSC incluido.

El anteproyecto de la Ley de economía sostenible es uno de esos documentos que resulta inevitable leer con verdadero interés. Todos sentíamos curiosidad por saber cómo se puede cambiar el modelo de crecimiento de un país mediante una ley, lo que constituiría un logro sin precedentes históricos. Ansiábamos también encontrar, por fin, las largamente anunciadas reformas estructurales que nuestro país necesita cada vez más desesperadamente.