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Gestión del riesgo fondos de renta fija
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Ignacio Rodríguez Añino

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Gestión del riesgo fondos de renta fija

Antes de la crisis financiera muchos inversores consideraban a los bonos o a los fondos de renta fija como inversiones relativamente seguras si se comparaban con

Antes de la crisis financiera muchos inversores consideraban a los bonos o a los fondos de renta fija como inversiones relativamente seguras si se comparaban con la renta variable o las materias primas. Además, debido a los bajos tipos de interés, los inversores necesitaban buscar rentabilidades más altas y no prestaban mucha atención al riesgo asumido.

Después de unos años con una tasa de impagados muy baja, muchos inversores percibían el riesgo de parte como algo muy lejano, algo que existía, pero que era muy poco probable que ocurriese. Con la enorme liquidez que había circulando por el mercado, cualquiera podía tener acceso a una nueva financiación.

Tras la crisis iniciada ya hace tres años, la percepción del riesgo por parte de los inversores institucionales en los bonos de renta fija ha cambiado drásticamente. Se ha vuelto a tener en cuenta la importancia de la gestión de riesgos y se ha demandado una mayor transparencia a los fondos para entender los cambios que se producen en su perfil de riesgos según se comportan los mercados.

Ahora al inversor en el mercado de bonos corporativos le debe importar saber cuál es el límite del riesgo que quiere asumir en los diferentes sectores de actividad económica y en qué parte de la deuda (más o menos senior) quiere invertir. Estas dos variables, riesgo sectorial y la situación del bono en la estructura de deuda de las empresas, no resultan siempre evidentes a la hora de comprar un fondo de renta fija, pero son las que deben tener en cuenta los inversores.

En el mercado europeo de bonos corporativos, el sector financiero supone el 50% de la mayoría de los índices de referencia de bonos corporativos. Así, un inversor pasivo, en un fondo que sigue al índice, puede estar asumiendo un riesgo muy alto porque va a tener un 50% de exposición al peor sector de bonos corporativos del mercado (no hay nada más que fijarse como están muchos bancos o cajas de ahorro tanto en España como en Europa). Por ejemplo, los bonos Tier 1 de deuda subordinada del sector financiero cayeron un 50% en el pico de la crisis.

La enseñanza de estas situaciones nos dice que el análisis de riesgo tiene que formar parte integral del proceso de inversión y no ser una confirmación posterior a los cambios en volatilidad y en las correlaciones que se producen por la evolución de los mercados. Los procesos de análisis de riesgos deben diseñarse para capturar los riesgos individuales y agregados de los diferentes activos que componen una cartera de renta fija. También deberían considerar decisiones específicas hechas por los gestores en su búsqueda de una mayor rentabilidad.

El Value at Risk (VaR) es una medida muy utilizada en los últimos años por la que los inversores pueden calcular la máxima perdida de una cartera en unos determinados parámetros de probabilidad. Sin embargo es una medida muy pobre para evaluar posibles pérdidas absolutas. El VaR debe ser completado con “stress test” utilizando no sólo situaciones cercanas en el tiempo, sino también los peores escenarios de la última década.

Hay que analizar el comportamiento teórico de una cartera de renta fija en diferentes escenarios de volatilidad, incluyendo aquellos generados por eventos teóricamente muy poco probables pero que se producen más a menudo de los que dicen las estadísticas (al menos en los últimos años). Lo mejor es no aplicar una probabilidad al hecho, sino asumir que se va a producir.

Los gestores de fondos también deben avanzar en compartir sus estudios de riesgos con sus inversores de forma regular, fomentando la transparencia y haciendo que aumente la confianza de los inversores.

Antes de la crisis financiera muchos inversores consideraban a los bonos o a los fondos de renta fija como inversiones relativamente seguras si se comparaban con la renta variable o las materias primas. Además, debido a los bajos tipos de interés, los inversores necesitaban buscar rentabilidades más altas y no prestaban mucha atención al riesgo asumido.