Es noticia
La leyenda de los tres millones de empleos
  1. Economía
  2. Información privilegiada
José Ignacio Bescós

Información privilegiada

Por
José Ignacio Bescós

La leyenda de los tres millones de empleos

En un universo paralelo, Pedro Ruiz cortó un día una oreja, la de Van Gogh, expulsando al grupo vasco del plató donde les entrevistaba por admitir

En un universo paralelo, Pedro Ruiz cortó un día una oreja, la de Van Gogh, expulsando al grupo vasco del plató donde les entrevistaba por admitir su proetarridad. No sé si fue antes o después de que ingresaran a Alejandro Sanz con un problema gordo en la retaguardia o si coincidió con la explosión en pleno vuelo del implante mamario de la Obregón

En el universo de las leyendas urbanas, esas que siempre han existido, pero que, gracias a la viralidad de internet y de tanto ocioso con ganas de escándalo como hay por ahí, se han convertido en uno de los fenómenos del siglo.  Basta la más ligera verosimilitud, un elemento de temor (cuidadito con las Coca Colas envenenadas), o de morbo (que sí, que tengo un amigo que tiene una prima que es enfermera en el Clínico y asegura que Miguel Bosé está sidoso terminal), o de esperanza (la del niño leucémico que necesita un trasplante).

Por supuesto, el mundo económico no es inmune a la propagación de leyendas urbanas.  En un entorno en que el miedo se alterna con la avaricia como motores de comportamiento, la tentación de lanzar rumores infundados en propio beneficio es demasiado grande.  Eso sí, como el mundo económico es un sitio muy, pero que muy serio, las fuerzas vivas no pueden tolerar ni una tontería ni media, así que de vez en cuando piden que enchironen a los rumorólogos de los mercados, los malvados que desinflan el valor de la acción tan duramente trabajado por las lumbreras bancarias.

Me parece muy bien, siempre que se sea riguroso.  Si a un practicante del lucrativo deporte del “pump-and-dump” (inflar la cotización de una acción que mueve un volumen escaso para soltársela luego al panoli de turno) le caen cuatro años, ¿qué no habría que hacer con los que juegan a inflar la primera economía del planeta?

Hace unos días apareció Ben Bernanke frente al comité presupuestario del Congreso estadounidense. Se trataba de que proporcionase a los honorables congresistas una visión experta del estado de la economía local, lo que aprovechó el presidente de la Reserva Federal para colocar un publirreportaje sobre las bondades de sus experimentos monetarios recientes, de cuyos efectos duda hasta el Tato.

Las dudas se centran en la posibilidad de impacto de un misil monetario en el punto débil de la recuperación, que no es otro que el persistente y elevado desempleo.  Como bien dice Plosser, presidente del Banco Federal de Filadelfia y disidente en voz (que no en voto) dentro del Comité de Mercado Abierto, el detonante fundamental de la crisis fue una sobreinversión en ladrillo, y “no puedes convertir al carpintero en enfermero fácilmente, ni al broker de hipotecas en experto en ordenadores en una fábrica. (...) La política monetaria no puede reciclar a la gente.  No puede resolver ese tipo de problemas.” 

¿La respuesta de Bernanke?  Los titulares al día siguiente de su comparecencia: “La compra de bonos por parte de la Fed ha salvado tres millones de empleos”.  Y punto en boca. Magnífica manera de callar a los críticos, si no fuera porque esa cifra ya la habíamos oído antes, concretamente en boca de una subordinada de Bernanke, la vicepresidenta Janet Yellen

Un mes antes de la comparecencia de su jefe, en un discurso en Denver, Yellen hablaba de los tres millones de empleos salvados por los programas de flexibilización cuantitativa, pero no en pasado, sino como proyección hasta final de 2012, todo ello basado en un trabajo publicado por economistas ¡de la propia Reserva Federal!, que habían trasteado con el modelo macroeconómico ¡de la propia Reserva Federal!  O sea, tres millones de empleos virtuales validados por un modelo construido a base de las mismas relaciones causales que justifican la flexibilización cuantitativa como herramienta.  Bonito razonamiento circular (el modelo dice que tiene que funcionar, así que lo implemento, lo introduzco en el modelo y el modelo dice que funciona).

Pero es que Yellen no fue la primera en navegar estas procelosas aguas de la contabilidad laboral creativa.  Dos meses antes del discurso de la vice, Bernanke himself aseguraba a los senadores que sus programas de estímulo monetario crearían “entre 700.000 y 1.000.000 de empleos”.  Le debió de parecer poco y poco preciso al hombre.  Así, en tres meses hemos pasado de “alrededor de un millón puestos de trabajo en un futuro remoto” a “tres millones a dos años” a “tres millones ya”, empleos de regresión lineal y Powerpoint, pero qué más da. 

El papel lo aguanta todo y los medios, empeñados en que ya hemos salido de esta, también.  Supongo que en algún momento las estadísticas mostrarán tres millones de empleos que atribuir a un tiempo a la flexibilización cuantitativa y a los programas de estímulo fiscal de Obama, otro contable creativo.  De momento, esto es un bulo como una casa.  Es un bulo y la cesión de la sacrosanta credibilidad de un banco central por un plato de lentejas.

Buena semana a todos, y tengan cuidado ahí fuera.

En un universo paralelo, Pedro Ruiz cortó un día una oreja, la de Van Gogh, expulsando al grupo vasco del plató donde les entrevistaba por admitir su proetarridad. No sé si fue antes o después de que ingresaran a Alejandro Sanz con un problema gordo en la retaguardia o si coincidió con la explosión en pleno vuelo del implante mamario de la Obregón