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Grecia condiciona las “pruebas de estrés” de la banca
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Jesús Sánchez-Quiñones

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Grecia condiciona las “pruebas de estrés” de la banca

Se acaba el plazo para alcanzar un acuerdo sobre el nuevo paquete de ayudas a Grecia, que podría alcanzar los 60.000 millones de euros adicionales a

Se acaba el plazo para alcanzar un acuerdo sobre el nuevo paquete de ayudas a Grecia, que podría alcanzar los 60.000 millones de euros adicionales a los 110.000 millones aprobados hace ahora un año y que evitaría un incumplimiento de las obligaciones de pago del país heleno en los próximos meses.

El principal aspecto de discusión entre el gobierno alemán y el Banco Central Europeo reside en el eventual canje de la deuda griega por bonos de nueva emisión con una extensión del vencimiento en al menos siete años. El BCE se opone a cualquier tipo de reestructuración, incluso sin quita del principal, que no sea voluntaria.

Teniendo en cuenta que la práctica totalidad de la deuda griega en manos de los bancos helenos, y parte de la mantenida por otros bancos europeos, está depositada en el Banco Central como garantía de la financiación recibida del mismo, sería muy sencillo para el BCE dejar de considerar descontables los bonos “antiguos”, otorgándoles ese rango exclusivamente a los bonos “nuevos”. De esta forma la mayoría de los tenedores de bonos griegos acudirían al canje de “forma voluntaria” si es que quieren seguir disfrutando de la financiación del BCE. Aun así, el BCE se opone y mantiene que los tenedores de los bonos deberían renovar las posiciones en bonos griegos al vencimiento de los mismos de forma voluntaria. La posición del BCE se antoja ciertamente ingenua y poco realista.

La consideración de canje voluntario implicaría, en principio, que no existiría un “incumplimiento de las obligaciones de pago” o “default” por parte de Grecia. En este punto, una vez más las agencias de calificación crediticia o rating se otorgan un poder que puede condicionar las posibles medidas a adoptar. Para S&P, una de las principales agencias de rating, el canje de deuda por bonos con condiciones menos favorables y un alargamiento de la fecha de vencimiento tendría la consideración de “incumplimiento de las obligaciones de pago”. Adicionalmente, cuando los inversores consideran un posible “default”, como en el caso de Grecia, y tras repetidas bajadas de la calificación crediticia del emisor, es muy difícil considerar que cualquier canje que se realice tiene carácter voluntario.

El peligro de considerar el canje de los bonos actuales por bonos con mayor plazo como un incumpliendo de las obligaciones de pago o un “evento de crédito” radica en las consecuencias que tendría en el mercado de seguros de impagos CDS (Credit Default Swap). Algunos analistas consideran que los efectos en cadena ocasionados por la activación de los CDS, por la consideración de “default” de Grecia, podrían provocar una situación parecida a la acontecida con la quiebra de Lehman Brothers. Afortunadamente el propio S&P reconoce que su consideración de “default” no necesariamente tiene que coincidir con la considerada en los contratos de CDS.

Por el bien de Europa, en las próximas semanas se alcanzará algún tipo de acuerdo sobre la deuda griega, que previsiblemente incorporará una reestructuración de la misma manteniendo el nominal de la deuda pero alargando el plazo de devolución.

Hasta que no se conozca la resolución al tema griego difícilmente se darán a conocer los resultados de las nuevas pruebas de estrés a la banca europea, cuya publicación estaba prevista para junio pero que de momento se ha aplazado a julio. Las críticas a los resultados de las pruebas del año pasado se centraban en la no consideración de posibles quitas en las posiciones de deuda pública de determinados países mantenidas en los balances de las entidades financieras. Las pruebas de este ejercicio necesariamente deben recoger esta eventualidad, si desean tener un mínimo crédito. Lógicamente hasta que no se acuerde una solución, transitoria que no definitiva, para la deuda griega, es difícil determinar que nivel de estrés aplicarán las autoridades europeas a la deuda pública mantenida en los balances de los bancos.

Abogamos por un acuerdo europeo a corto plazo para deuda griega, que probablemente será bien recibido por los mercados, aunque sólo se consiga ganar tiempo hasta la reestructuración definitiva que inevitablemente implicará una quita del principal. No en vano, los bonos griegos a diez años apenas cotizan al 55% de su valor nominal.

Se acaba el plazo para alcanzar un acuerdo sobre el nuevo paquete de ayudas a Grecia, que podría alcanzar los 60.000 millones de euros adicionales a los 110.000 millones aprobados hace ahora un año y que evitaría un incumplimiento de las obligaciones de pago del país heleno en los próximos meses.